Blancas es una pequeña localidad perteneciente a la Comarca del Jiloca. Este altiplano es bien conocido por sus bajas temperaturas. La marca más baja hasta la fecha en una zona habitada en España se registró el 17 de diciembre de 1963 en un observatorio ubicado entre Calamocha y Fuentes Claras, con 30º bajo cero. Esta llanura está surcada por el joven Jiloca acompañado de una fértil vega. Desde Monreal del Campo la carretera nacional en dirección a Molina de Aragón se adentra en amplias parameras cubiertas por campos de cereal. En medio de este paisaje de horizontes casi infinitos se encuentra Blancas, cuyo casco urbano está acostado en una leve hondonada.
Varios son los puntos de interés que forman su rico y variado patrimonio. En la plaza mayor está la iglesia de San Pedro Apóstol, una obra llevada a cabo en sucesivas etapas constructivas en los siglos XIV, XVI y XVII. Estructurada en tres naves que se cruzan en el crucero sobre el que se levanta cúpula con bóveda de crucería de dieciséis nervios. La portada de estilo neoclásico data de 1864. El elemento más sobresaliente es la torre ahora adosada a la iglesia, pero que estuvo separada hasta fines del siglo XIX. Tiene aspecto defensivo marcado por saeteras, ménsulas de una buhardilla y el remate almenado.
Repartidas por el casco urbano pueden encontrarse buenos ejemplos de arquitectura civil que destacan por sus portadas, inscripciones y detalles en forja. La más importante es la Casa Grande, a la salida del pueblo en dirección a Odón. Se trata de un palacio levantado en sillería de dos plantas. La portada de arco de medio punto es de gran dovelaje. Los dos huecos en la planta baja se cierran con hermosas rejas de forja del siglo XVI. El resto de la fachada con huecos en primera y segunda planta con alféizar volado y moldurado en todos casos. En la parte alta aparecen pequeños huecos cuadrangulares. El conjunto monumental lo completan dos ermitas. La de San Pascual, modesta, de planta cuadrada y ubicada a la entrada del pueblo. Y la Virgen de la Carrasca, obra barroca del siglo XVIII de mayor empaque, ligeramente elevada junto a la salida de localidad.
Una de las etapas más duras para esta localidad a lo largo de su historia tuvo lugar durante la Guerra de los dos Pedros, debido a su situación limítrofe entre Aragón y Castilla. Su posición defensiva hizo que fuera víctima de las invasiones castellanas, una de ellas en 1356 en la que se incendió el pueblo. Curiosamente su término municipal cobija a un ser vivo mucho más longevo. Un testigo del paso de civilizaciones desde los romanos, pasando por los musulmanes y después de los cristianos que conformaron el reino de Aragón. La sabina de Blancas constituye un superviviente a todos ellos. Su edad se estima que puede ser de unos dos mil años, uno de los árboles más viejos de Aragón y el más anciano de la comarca. El paisaje actual cuando nació sería diferente, formado por bosques de sabinas y carrascas. El asentamiento humano y la necesidad de tierra y de madera fueron deforestando el paisaje hasta convertirlo en las parameras actuales. Y así se ha quedado, sola en medio de un paisaje donde es difícil avistar otro árbol.
La sabina, sabina albar o Juniperus thurifera, es una especie de crecimiento lento, cuya corteza se presenta rugosa y retorcida, siendo su porte siempre verde. Está perfectamente adaptada a la dura climatología de la zona, con temperaturas que pueden bajar de los 25º bajo cero en invierno y alcanzar los 40º grados en verano. A ello hay que añadir que es capaz de soportar vientos fríos y fuertes y escasas lluvias. Un árbol es el fiel reflejo de la resistencia de las gentes que habitan estos páramos cuyas condiciones climáticas y paisajísticas comparten. Las dimensiones, a pesar de su edad, no son colosales. Sin embargo su ubicación solitaria enaltece su figura. La sabina de Blancas cuenta con 7,5 metros de alto y 15 metros de diámetro máximo de la copa. En cuanto a su tronco, a una altura de 1,3 metros cuenta con un diámetro de 1,25 metros que equivale a un perímetro de unos 3,6 metros.
Está ubicada a cierta distancia del casco urbano. Antes de llegar a Blancas provenientes de la carretera nacional en dirección a Molina de Aragón, parte a mano derecha una pista señalizada. Después de recorrer dos kilómetros y medio debe tomarse un ramal a la izquierda. Medio kilómetro después se toma un desvío a la derecha que conduce a los pies de la sabina.
En el año 2015 el Gobierno de Aragón aprobó la protección para un catálogo de árboles y arboledas singulares de Aragón. En esta lista estaban incluidos entre otros la sabina de Villamayor, la carrasca de Lecina, el pino del Escobón y la sabina de Blancas. En la actualidad son 22 los ejemplares incluidos este esta lista y ha sido creado un inventario con más de 400 árboles susceptibles de protección en todo Aragón. Además está incluida en una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), habitada por especies como la avutarda, el sisón o la ganga, especies esteparias, a las que se añadido la alondra de Dupont que cuenta con una de las poblaciones más numerosas de España.
Este árbol es el icono de la localidad de Blancas, siendo un orgullo para los blanqueros. Su sombra ha dado cobijo a pastores y trabajadores del campo. Sus ramas eran utilizadas para la procesión del Domingo de Ramos hasta que fue declarado árbol singular. Una leyenda transmitida de generación en generación cuenta el motivo por el cual esta sabina es la única superviviente del antiguo bosque. El druida de la tribu celtíbera encargó a dos jóvenes la tala de sabinas para aumentar la zona de pastos y de paso avistar a los romanos con mayor facilidad. En su trabajo dejaron el árbol de mayor altura, la sabina de Blancas.
En el año 2002 surgió la Asociación Amigos de Blancas cuyo objetivo es contribuir a la dinamización y revitalización del lugar. Los objetivos principales son el cuidado del medio natural y el fomento del deporte. Desde esta entidad impulsaron en 2019 la candidatura para presentar la sabina de Blancas al concurso del Árbol Europeo del Año. Luis Javier Yus fue el “alma mater” de este proyecto gracias a su esfuerzo, empuje y buen hacer. Apoyado por el ayuntamiento y con la ayuda de personas y colectivos, esta iniciativa tenía por objetivo poner en valor el valioso patrimonio natural de Blancas y su difusión a nivel europeo. Esta singular convocatoria tiene su origen en un popular concurso que se celebra desde hace muchos años en la República Checa. Desde el año 2011 la Environmental Partnership Association (EPA) se encarga del concurso al cual se presentan en la actualidad quince países de toda Europa. El objetivo es poner en valor ejemplares longevos que forman parte del patrimonio natural y cultural del lugar donde habitan. Se puntúan no sólo su belleza o tamaño sino también la relación entre el ejemplar y el territorio.
En octubre de 2020 recibieron la confirmación de que la sabina estaba dentro de los doce árboles seleccionados, el primer triunfo a un año de trabajo e ilusión. Meses de más trabajo quedaban por delante que culminaron con el acto de presentación de la candidatura, el 26 de agosto de 2021. Una fecha que se recordará en la historia reciente de Blancas. Acudieron a la cita el Director General del Medio Natural y Gestión Forestal del Gobierno de Aragón, Diego Bayona, y el diputado de Cultura y Turismo de la Diputación Provincial de Teruel, Diego Piñeiro. Por la tarde fue inaugurada la “Sabina de Hierro 2.0”. Se trata de una réplica en hierro del artista de origen local, Jesús Guallar Rodrigo. La madrina de la candidatura, la cantante Carmen París, ofreció por la noche un emotivo concierto bajo el árbol milenario. Una actuación financiada por la Diputación de Teruel, en la que la luz iluminó las viejas ramas de la sabina, mientras las notas de la música se desperdigaban por las parameras ante la atenta escucha de más de cuatrocientas personas. Una noche inolvidable para los habitantes de Blancas.
Entre el 21 de octubre y el 20 de noviembre de 2021 tuvo lugar la votación para la elección del candidato español a la convocatoria del año 2022. El procedimiento estuvo abierto a cualquier persona a través de la web www.arboleuropeo.es. Para evitar el fraude sólo se admitió un voto por email y fueron anulados los votos procedentes de cuentas de correo temporales y sospechosas. Aragón ha conseguido este reconocimiento en varias ocasiones. En el año 2015 el chopo cabecero de Aguilar de Alfambra representó a España. Y el año 2021 la carrasca de Lecina fue la candidata española, que además se convirtió finalmente en Árbol Europeo del año batiendo todos los récords de votos en la historia del concurso. Una semana después del cierre de las votaciones tuvo lugar el resultado. Se presentaban once árboles singulares. El tercer clasificado fue el drago de Icod de los Vinos en Tenerife. En segundo lugar quedó la sabina de Blancas, con 21.523 apoyos, cuatro veces más que su inmediato seguidor. Se impuso por una ajustada victoria el carballo de Conxo en Santiago de Compostela, con 22.974 votos. Este árbol conocido como “O Avó”, el abuelo, tiene unos cuatrocientos años. Es uno de los supervivientes del bosque de Conxo que llegó a contar con más de un millar ejemplares de los que apenas quedan medio centenar. Cuenta con 30 metros de altura y 4 de perímetro de su tronco.
A pesar de no haberse alzado con el título, el número de votos recibidos por la sabina milenaria turolense se quedó muy cerca del ganador. Y eso que la población sólo tiene unos 125 habitantes censados. Ya no podía aspirar al árbol europeo pero la campaña de apoyo supuso poner en valor tanto la sabina como la localidad.
En abril de 2022 se dio a conocer el Árbol Europeo del Año 2022. El árbol gallego no puedo revalidar el primer puesto conseguido en la convocatoria anterior por la carrasca de Lecina pero se quedó cerca. El roble Dunin de Polonia fue el ganador con 179.317 votos frente a los 168.234 apoyos al carballo. El tercero clasificado fue el alcornoque portugués, con 70.564 votos.
Desde hace unos años Blancas es el pueblo de las dos sabinas. Ello se debe a la colocación de la “Sabina de Hierro 2.0”, una obra de Jesús Guallar. Su “oficio” de ferrero* le viene de familia. Es hijo y nieto de herreros y carreteros que desarrollaron su actividad en el pueblo y su entorno hasta los años sesenta. Siempre ha tenido un vínculo muy especial con el hierro. Según sus palabras “el reciclaje es una forma de vivir frente al consumismo”. En la temática de sus obras está muy presente la representación de la naturaleza, con esculturas de serpientes, grullas, dragones, siendo la última de ellas una sabina homenajeando al árbol más célebre de su localidad natal. A los ocho años se traslada a Zaragoza licenciándose en Filosofía y Letras. Jugando con el hierro desde joven la escultura se convierte en su afición. En su labor utiliza materiales reciclados (tanto metálicos como maderas o piedras) para darles una segunda oportunidad. Ha participado en numerosas exposiciones y convocatorias ofreciendo su buen hacer con piezas realizas en hierro. Tiene numerosas esculturas públicas ubicadas en Zaragoza. Entre ellas destacan “A la Paz” y “Peregrino”, en el barrio de Miralbueno, “Esfera”, junto al Tanatorio Municipal de Torrero y “Alegoría al Canal” sobre el puente del Canal Imperial de Aragón, en el barrio de La Paz. También alberga la localidad zaragozana de Fabara varias de sus obras como “Monumento al balón” o “Cantautores”. En este pueblo además habilitó una exposición permanente, la Casa de los Hierros (Casa dels Ferros). Un espacio imprescindible para conocer la trayectoría artística del escultor. Un recorrido por las distintas estancias ofrece un sinfín de obras que sorprenden por la variedad y por el buen hacer de este artista tan singular.
*Ferrero: Herrero.
Y en Blancas comenzó a aglutinar obras artísticas al aire libre en torno a un antiguo pajar, en cuyo interior se guardan las más delicadas. Son piezas muy variadas tanto en forma como en tamaño. A lo largo de los años se ha convertido en un parque escultórico salpicado de esculturas de hierro y otros materiales. El paso del tiempo hace que las piezas se vayan oxidando y degradando soltando el robín* en forma de polvo que se mezcla con la tierra. Como dice el autor “la naturaleza siempre gana”. Entre las obras más notables de este conjunto están el “Monumento a la cordialidad” o el “Alienígena motorizado”.
*Robín: Óxido.
Sin embargo la obra más reciente, y posiblemente la más notable de su trayectoria ha sido la “Sabina de Hierro 2.0”. Se trata de una réplica metálica a tamaño natural de la milenaria sabina. La idea del autor fue concebir la obra como un trabajo colectivo invitando a instituciones, asociaciones y vecinos a colaborar en el ambicioso proyecto. La escultura, de 8 metros de alto y 15 de ancho ha sido llevada a cabo con materiales reciclados que han donado los habitantes de Blancas con la ayuda del ayuntamiento. De esta manera el tronco está recubierto por rejas de arado aportadas por los agricultores del pueblo. Vigas recubiertas por láminas de chapa enrolladas representan las ramas principales y 2.800 chapas repartidas por toda la copa hacen de hojas.
Como complemento, a Jesús Guallar se le ocurrió la posibilidad de “apadrinar una hoja de la sabina de hierro”. Con la aportación de 10 euros se exponen las hojas en las que el escultor ha grabado el nombre del donante en un monumento conmemorativo junto a la sabina metálica. Con la recaudación se podrá acondicionar los alrededores para dotarlos de iluminación, bancos o un cercado de piedras.
Con la presentación al concurso del Árbol Europeo el pueblo ha vivido varios años muy intensos en los que se han generado muchas ilusiones por revitalizar el pueblo. La sabina de Blancas, patrimonio natural de la localidad, ha sido la excusa. La divulgación de la localidad ha sido muy notable y ha generado un flujo de visitantes que acuden para ver sus atractivos, antes no conocidos. Tanto la sabina como el conjunto urbano ya eran merecedores de una visita. Ahora la sabina de hierro y el parque escultórico conforman un patrimonio cultural y natural motivo de orgullo para sus habitantes y seguro que sirve para enfilar un futuro más prometedor para un pequeño pueblo turolense como éste.