5º Excursión Joréate por Aragón a Calatayud

Y ya iban cinco, y en esta enchaquia* la segunda en el mismo año. Después del buen sabor de boca de la anterior el dragón Chorche se animó a preparar una nueva salida para jorearse en otoño. Precisamente tuvimos un día propio de esta estación. Tras las lluvias de los últimos días las primeras nieblas otoñales hicieron acto de presencia. Pero sirvieron  para poner  un toque más idílico de  la Sierra de Armantes a primeras horas de la mañana, y se fueron justo en el momento adecuado.

*Enchaquia: Ocasión.

Tras adentrarnos en la Comunidad de Calatayud, tomamos la carretera de Soria, y después una pista que se adentraba en el corazón de esta sierra. A pesar de las lluvias no tuvimos problemas en alcanzar el objetivo, tras seis kilómetros de pista. De camino fuimos disfrutando de un pinar cuyos árboles lucían un precioso color verde mezclado con algunas nubes bajas que hacían  pensar que estábamos en otras latitudes. Aparcamos y comenzamos el paseo, no sin antes coger fuerzas con el tradicional almuerzo.

Una sencilla y cómoda senda se internaba en un frondoso pinar, con el suelo tapizado de musgo. En el camino tuvimos que salvar dos pequeños barrancos, pequeñas aventuras para los más pequeños, y para algunas algo más grandes. En un cuarto de hora llegamos al collado de los Castillos. Un expléndido mirador donde a todos sorprendieron las formaciones rocosas de color rojizo, esculpidas por el aire y el agua durante siglos. Un espectáculo natural que recordaba mucho a los paisajes del Colorado americano, y sin salir de Aragón. Los restos de la niebla hicieron que las vistas fueran todavía más bonitas. Un buen lugar para hacerse fotos.

Y continuamos con la ruta, que nos llevaba hasta la Cruz de Armantes, el punto más alto de la sierra. La senda ascendía entre pinos y más arriba atravesaba una zona cubierta por plantas parecidas al esparto, dando lugar a un paisaje curioso y precioso a la vez. El suelo cubierto por el manto blanquecino de estas plantas sólo era interrumpido por la senda que se encaminaba a la cruz, ya visible. Una gran cruz negra, marcada con las barras de Aragón coronaba el punto más alto de la sierra. Emplazada en un privilegiado lugar, sobre un espolón rocoso en dirección a tierras sorianas. El sol ya había vencido por completo a la niebla, lo cual permitía amplias vistas. Una gran llanura surcada por los ríos Ribota, a la derecha, y Manubles a la izquierda. También eran visibles los pueblos de Torralba de Ribota, Aniñón, Cervera de la Cañada, Villarroya de la Sierra, Moros y Villalengua. Un lugar magnífico para disfrutar del paisaje, y del día tan bueno que nos estaba acompañando.

Conoce más sobre esta zona de la mano del dragón Chorche

Manubles y Ribota, riberas de castillos y mudéjar

De vuelta, y con el estupendo ambiente no faltó alguna foto graciosa de grupo que dejaba claro el buen ambiente que reinaba, disfrutando de una nueva excursión de Joréate por Aragón, descubriendo rincones de nuestra tierra. Y mucho más ligeros comenzamos el descenso, ya de camino al coche y con ganas de minchar*.

*Minchar: Comer.

Después de recorrer de nuevo la pista, y salir a la carretera, tomamos dirección a Torralba de Ribota, situado a unos cuantos kilómetros. Tras atravesar el casco urbano fuimos al merendero situado junto a la fuente medieval. Poca agua manaba de esta fuente tan apreciada por sus vecinos, muestra de que a pesar de las últimas lluvias la sequía estaba castigando esta zona de Aragón. Enseguida tomamos una de las mesas de piedra con las que estaba dotado este recoleto merendero, con abundante sombra de chopos. Y cada uno sacó lo mejor de su casa para compartir, como ya era habitual en estas comidas. Anchoas de José y Elena, pimientos y puerros del huerto de Chorche, o tarta de manzana de Eva entre otros muchos manjares que hacían de una sencilla comida de campo algo tan gratificante.

Sólo nos faltaba el café, y para ello nos encaminamos al pueblo dando un paseo. Recorriendo sus calles pudimos apreciar lo cuidado de sus casas, todas ellas pintadas de diferentes colores en plena armonía.

Y también apreciamos la hospitalidad de sus vecinos que nos abrieron las puertas de su centro social, ya que el bar estaba cerrado. Allí tomamos un café bien elaborado, y helados para los niños.

Nos quedaba todavía conocer algo más del pueblo, y para ello el dragón Chorche nos llevó hasta la torre Alba. Uno de los restos de su antiguo recinto defensivo se conservaba en pie y tras las últimas intervenciones volvía a lucir las almenas en la parte alta. De esta torre provenía posiblemente el nombre del pueblo, con el apellido de Ribota, aunque antaño tuvo los apellidos de Aniñón y más tarde de la Cañada. Todo ello para diferenciarla de Torralba de Aragón (Huesca), Torralba de los Frailes (Zaragoza) o Torraba de los Sisones (Teruel).

A continuación nos acercamos a la joya artística de la localidad. Una nueva plaza que se había decorado con inspiración mudéjar era el mejor lugar para contar la historia de la localidad, marcada por la guerra de los dos Pedros, entre Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón en el siglo XIV. En ella se destruyó la iglesia anterior, y la nueva se construyó según el prototipo de iglesia fortaleza bajo el estilo mudéjar.

Nos acercamos hasta la fábrica, para ver de cerca la característica de este tipo de iglesias. Seis torres marcaban su aspecto defensivo, cuatro de ellas de menor tamaño, y dos de ellas a modo de campanario en la fachada. Un galería de arcos de medio punto coronaba las fachadas. El ladrillo dominaba con discreta decoración en las fachada y en las torres. El mayor valor de la iglesia de San Félix es que conserbaba prácticamente intacta su estructura original con la que se levantó hace más de seiscientos años.

Al interior, Angel, el párroco y natural de la localidad, nos mostró su entusiasmo por esta bonita iglesia. Lo primero que sorprendía era el colorido de las pinturas que adornaban todos y cada uno de los rincones de sus muros y bóvedas. Un espacio rectangular y cubierto por bóveda de crucería, sólo ampliado en la cabecera con tres capillas abiertas a la nave, y por el coro que contaba con alfarje de madera decorado. Sólo una pega, que necesitaba una restauración para devolverle todo su explendor, ya que se conservaba de manera original, a excepción de la cabecera que había sido restaurada.

En la explicación pudimos descubrir todos los detalles en cuanto a la decoración mudéjar,  pero también de los retablos góticos del altar, que durante siglos habían sido guardados por su falta de interés, y que tras su limpieza adornaban y enriquecían esta iglesia, ya de por sí ciertamente bella. Y qué decir del artesonado del coro alto, que a pesar de no haber sido restaurado, conservaba toda la decoración en vigas y tablas. Todos salimos con la impresión de haber descubierto una de las joyas artísticas con las que cuenta nuestra tierra, poco conocidas, y ocultas en una modesta iglesia de una zona donde los turistas apenas campan.

El paseo de vuelta a la fuente, donde teníamos los coches, sirvió para preparar la nueva excursión, que el dragón Chorche ya tenía pensada a Mequinenza, para la primavera. Y todavía quedó tiempo para merendar. Después de que Angel, el mosén, nos contase la historia de Eva y el pecado original, ahora teníamos a Isabel tomando unas granadas, curioso paralelismo.

Un divertido final para una excursión en la que todo salió perfecto, el tiempo, el ambiente de la gente, y el acierto del dragón Chorche con el destino, para jorearnos una vez más por Aragón.

Provincia de Calatayud, la cuarta y efímera provincia aragonesa

Tras la desaparición como tal de la Corona de Aragón, se realizaron muitas* divisiones administrativas en España, la primera de ellas en tiempo de los Austrias. Posteriormente en 1720 se plantearon las intendencias, creándose la de Zaragoza que englobaba la actual Aragón. En 1799 se produjo la reordenación de Miguel Cayetano Soler, en la cual se establecía como única provincia la de Aragón, con capital en Zaragoza. Durante la guerra de la Independencia, y al mando de José Bonaparte se propuso en 1810 una reforma administrativa que no llegó a entrar en vigor y que proponía la división española en prefecturas bautizadas con nombres de ríos y cabos. En Aragón se creaban las de Ebro y Cinca, con capital en Huesca, Ebro y Jalón, con capital en Zaragoza, y Guadalaviar Alto, con capital en Teruel. Las fronteras no se correspondían con las actuales e incluso Alcañiz pasaba a formar parte de la prefectura del Ebro con capital en Tarragona. Tras este proyecto fallido se mantuvo la división anterior con propuestas surgidas en las Cortes de Cádiz, pero que se desvanecieron con la llegada de Fernando VII.

*Muitas: Muchas.

calatayud2A principios de 1820 el levantamiento del general Riego da lugar al hecho que marcará la creación de la provincia de Calatayud. El Trienio Liberal estuvo marcado por la inestabilidad, ocasionada por los enfrentamientos entre los liberales y la oposición que buscaba el retorno al antiguo régimen. Los liberales implantaron un nuevo modelo administrativo y político, inspirado en la Constitución de Cádiz de 1812. Se buscaba el equilibrio demográfico y geográfico, con la creación de las diputaciones provinciales que deberían impulsar el desarrollo de sus pueblos, además de ser instrumentos eficaces al servicio de la administración central del Estado.

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El 7 de octubre de 1821 se debatió en las Cortes españolas la configuración territorial provincial creando la provincia de Calatayud, siendo aprobada con 76 votos a favor y 32 en contra. El 30 de diciembre del mismo año se aprobaron los límites territoriales. Los municipios que la componían pertenecían a cuatro provincias. De la actual provincia de Guadalajara: Algar de Mesa, Amaya, Anchuela del Campo, Aragoncillo, Campillo de Dueñas, Cillas, Concha, Cubillejo del Sitio, Cubillejo de la Sierra, Embid, Estables, Fuentelsaz, Hinojosa, Hombrados, Labros, La Yunta, Tartanedo, Tortuera, Turmiel, Maranchón, Milmarcos, Mochales, Rueda de la Sierra, Tartanedo, Torrubia, Turmiel y Villel de Mesa. De la provincia de Soria: Arcos de Jalón, Medinaceli y Santa María de Huerta. De la provincia de Teruel: Báguena, Bea, Bello, Burbáguena, Castejón de Tornos, Cucalón, Ferreruela, Odón, Lagueruela, San Martín del Río, Tornos y Torralba de los Sisones. Y de la provincia de Zaragoza los de la comarca del Aranda: Aranda de Moncayo, Brea de Aragón, Calcena, Gotor, Illueca, Jarque, Mesones de Isuela, Oseja, Pomer, Purujosa, Sestrica, Tierga y Trasobares. La comarca de Valdejalón: Alpartir, Almonacid de la Sierra, Chodes, Morata de Jalón, La Almunia de Doña Godina, Santa Cruz de Grío y Villanueva de Jalón. De la comarca de Cariñena únicamente el pueblo de Encinacorba, y finalmente todos los municipios que integran la comarca Comunidad de Calatayud. En total agrupaba a una población de 105.947 habitantes, lo que representaba un 0,9 de la población española.

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En enero de 1822 fue creada la provincia de Calatayud, la cuarta provincia aragonesa. Acto seguido se constituyó la Diputación Provincial de Calatayud. Estaba compuesta por un presidente, el intendente y siete diputados provinciales provenientes de los diferentes partidos judiciales de la provincia. La capacidad de atracción de la ciudad sobre un área circundante fue reconocida y resaltada, y abría una perspectiva prometedora de desarrollo. Las competencias fueron muy variadas: reemplazos, beneficencia, educación, obras, exámenes de cuentas, etc. Miguel Cabrera de Nevares fue su primer presidente. Duró en el cargo apenas un año, ya que huyó de España ante el triunfo de los absolutistas. El segundo y último presidente fue el militar Juan López Pinto, que tuvo que eslampar* hacia el sur como consecuencia de la ocupación del territorio por los ejércitos invasores de los «Cien Mil Hijos de San Luis». La existencia de la provincia de Calatayud concluyó con el decreto de 1 de octubre de 1823, por el cual Fernando VII declaró nulos todos los actos del gobierno liberal, y desde ese momento dejó de existir para siempre.

*Eslampar: Huir.

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Con la restauración del absolutismo, se revocó esta división territorial en octubre de 1823, volviendo a la división anterior. Finalmente la organización territorial de España quedó definida por la reforma de Javier de Burgos en 1833, la cual recuperaba la división de 1822, excepto las provincias de Calatayud, Villafranca del Bierzo y Játiva. En 1842 se abrió de nuevo el debate sobre la provincia de Calatayud, pero contó con una firme oposición de las provincias vecinas de Guadalajara, Soria y Zaragoza, enterrándose finalmente la reclamación.