El Torico, lo más grande de Teruel

El Torico, lo más grande de Teruel

El origen de la ciudad de Teruel, tomando el mismo emplazamiento actual, se remonta a la época musulmana. En este cerro hubo posiblemente una construcción defensiva que llamaron Tirwal, cuyo significado en árabe es torre. Tras la toma de Zaragoza, los reyes aragoneses continuaron el avance de las tropas en dirección al sur, camino de Valencia. Con el objetivo de afianzar estas tierras era necesario establecer una plaza fuerte y el 1 de octubre de 1171 Alfonso II tomó este enclave fortificado musulmán. A la nueva villa, Teruel, la dotó de un fuero especial, un conjunto de privilegios que tenían por objetivo atraer a nuevos pobladores, favorecer el desarrollo económico y defender la nueva frontera del Reino de Aragón.

Son muy conocidas las leyendas sobre el origen de Teruel, en paralelo a la realidad histórica. Cuentan que las tropas del rey aragonés estuvieron acampadas en la zona y los caballeros que le acompañaban le instaron a fundar una villa para proteger las nuevas posesiones. Sin saber dónde situarla decidieron esperar una señal. Mientras tanto los musulmanes prepararon una emboscada enviando una manada de toros que llevaban las astas encendidas. Tras sofocar el ataque vieron un toro sobre un cerro, y sobre él una luz tenue que parecía una estrella. Interpretaron esta señal como el lugar elegido para ubicar el nuevo enclave. Otra interpretación de la misma leyenda habla de que las tropas aragonesas, desobedeciendo al rey, persiguieron un toro el cual avistaron sobre un cerro, ubicado por la noche bajo una estrella que parecía estar encima del mismo. Ese debía ser el lugar para levantar la nueva ciudad. Incluso dan la explicación del origen del topónimo como una contracción entre las palabras Toro y Actuel, nombre de la estrella, dando lugar a Toruel.

Sin embargo la relación entre Teruel y el toro puede ser anterior. Otra leyenda atribuye la fundación por parte de los fenicios. Dada la abundancia de toros en la zona bautizaron al río con el nombre de Turia, y al nuevo asentamiento Turba. Por otra parte existen monedas romanas en las cuales aparece un toro y dos estrellas. En todo caso, lo que está claro es que Teruel está ligado al símbolo de un toro y una estrella desde sus orígenes. Y ello queda de manifiesto en su escudo y bandera, así como en monumentos tan conocidos como el erigido en la plaza de Torico.
La ciudad se fue forjando con la constante necesidad de atrachinar* el agua para sus habitantes desde el río Turia hasta el cerro. Para facilitar el almacenamiento y recoger las aguas de lluvia se construyeron tres aljibes en la plaza Mayor a partir del año 1373. Dos de ellos se conservan actualmente y son visitables: el aljibe Fondero y el aljibe Somero. A partir del 1537 el ayuntamiento comienza a buscar una solución para el abastecimiento de agua a la ciudad. Tras el encargo al ingeniero francés Pierres Vedel, entre 1551 y 1559 se llevan a cabo las obras de traída de aguas desde la Peña El Macho, situada a una distancia de cuatro kilómetros y medio.

*Atrachinar: Acarrear, portear.

Tuvieron que construirse varios acueductos y túneles para la canalización que discurría por gravedad con una ligera inclinación. Sin embargo entre todos ellos destaca el Acueducto de los Arcos, una de las obras hidráulicas más emblemáticas del Renacimiento en España. Fue construido a base de sillares almohadillados y consta de dos alturas: seis arcos superiores sobre los que discurre el canal de abastecimiento y dos inferiores que sirven para el tránsito peatonal entre las márgenes del barranco de los Arcos. Se salva así el último obstáculo justo antes de alcanzar la muralla de la ciudad de Teruel.

El siguiente reto era la distribución del agua por la ciudad. Fue necesaria la instalación de conductos subterráneos mediante una red de más de dos kilómetros que llevaban el agua a varias fuentes distribuidas por la ciudad. De ellas sólo se conserva en la actualidad una, la fuente del Deán, junto a la catedral. Sin embargo su ubicación original fue el barrio del Arrabal, conocida entonces como Fuentebuena. Una de las fuentes más importantes fue ubicada en 1558 en la plaza mayor. Enclavada en la parte alta de la plaza, en las confluencias de la calle El Tozal con la calle Muñoz Degraín. Cuenta una descripción antigua que esta fuente ya contaba con una escultura en bronce del toro y una estrella entre las astas. Las obras de abastecimiento se completaron en años posteriores y fueron finalizadas en 1583. En aquel momento Teruel disponía de una docena de fuentes y todos los turolenses disponían de suministro de agua a menos de cinco minutos de su domicilio. Este complejo hidráulico estuvo en funcionamiento hasta la segunda mitad del siglo XX.

La antigua plaza mayor fue siempre el centro neurálgico de la ciudad. Precisamente fue el primer espacio en rullarse* de la ciudad. Su morfología responde al terreno donde está ubicada. Su forma triangular, o más concretamente trapezoidal, tiene que ver con las pendientes naturales por donde discurría el agua de lluvia. En el año 1858 tiene lugar un hecho significativo. Se levanta la nueva fuente del Torico situada en una zona más céntrica en sustitución de la diseñada por Pierres Vedel que entorpecía el tránsito de los carros por la plaza. Cuenta con vaso circular al cual manan cuatro chorros de agua a través de sendas cabezas de toro incrustadas en una columna de piedra anillada. En la parte alta del pedestal, a siete metros de altura, descansa la figura del Torico.
*Rullar: Empedrar, adoquinar.

La plaza mayor fue también conocida como plaza del Mercado. Desde la época medieval era el lugar público para la venta de alimentos y de otros productos de primera necesidad de la ciudad. Y también allí se ubicaron las casas de los gremios más pudientes. Se trata de un espacio urbano porticado, en el cual confluyen ocho calles. Hoy en día sigue concentrando la actividad comercial y financiera en los establecimientos ubicados en los soportales. Y entre los edificios destacan diversas casas modernistas erigidas a principios del siglo XX, que aportan encanto y singularidad a la plaza. Son la Casa del Torico y Casa La Madrileña, ambas del arquitecto Pau Monguió. La Casa del Torico se convirtió después en la sede de la Caja Rural de Teruel. Su fachada está marcada por la galería de columnas de la primera planta y dos balcones de vano circular en la parte alta. Casa La Madrileña, menos ostentosa que la anterior, destaca por los vanos compuestos por trazos curvos y decoración floral en la parte alta, típicos del “art nouveau”.

Años después, en 1929, fue aprobado por el pleno municipal el cambio de denominación de la plaza, pasando a llamarse Plaza de Carlos Castel. Este personaje fue nombrado hijo predilecto y adoptivo de Teruel. Abogado de profesión, fue diputado de las Cortes generales. Gracias a las gestiones y su influencia política se llevaron a cabo la Escalinata y el Viaducto, se iniciaron las obras del fallido ferrocarril Teruel-Alcañiz y se llevó a cabo de nueva traída de aguas a la ciudad. Y también fue partícipe del inicio de la declaración de monumentos nacionales de las torres mudéjares de San Martín y San Salvador.

La plaza ha ido evolucionando con el paso de tiempo. Tras el abandono del tráfico rodado llegó la recuperación para los peatones del espacio de manera integral en el año 2007. En esa fecha se llevó cabo una polémica e innovadora reforma que modificó el pavimento de todo el espacio, incrustando líneas luminosas en diferentes direcciones evocando las huellas del paso del agua a lo largo del tiempo. La tecnología permitía la posibilidad de cambiar de color y generar texturas variadas en momentos excepcionales, siendo de color blanco en su uso habitual. De manera paralela se reformó la iluminación del resto de la plaza, iluminando las fachadas desde las cornisas y realzando los edificios más singulares; mientras que el interior de los porches fue dotado con iluminación de manera difusa. Sin embargo, a pesar de una gran inversión, unos seis millones de euros, las polémicas luces del pavimento no llegaron a funcionar de manera correcta, y tuvieron que condenarse.

Pero sin duda alguna, el icono más representativo de Teruel es el Torico. Esa pequeña escultura de bronce fundido es maciza y pesa nada menos que 54,5 kilos. Se emplaza sobre una base rectangular de piedra. Las dimensiones de la estatua son 35 centímetros de largo por 20 centímetros de ancho, mientras que la altura máxima es de 37 centímetros. Desde el año 1858 en que fue colocado sólo dos veces ha sido bajado de su emplazamiento. En el año 1938 los propios vecinos, en concreto la familia Gómez Cordobés, lo quitaron para guardarlo en un lugar seguro y protegerlo de los duros avatares que sufrió la ciudad durante la Guerra Civil. En los años sesenta del siglo XX se cambió de orientación, y desde entonces el Torico está orientado a la calle El Tozal, en lugar de la calle Nueva como se colocó tras la contienda. Por segunda vez, en el año 2003, se volvió a bajar para realizar una restauración.

A pesar de sus dimensiones, se trata del símbolo más importante de la ciudad. Al sustantivo toro se le añadió con el tiempo el sufijo –ico, muy habitual en Aragón. Lingüísticamente le aporta un valor diminutivo, pero también afectivo. Precisamente el Torico tiene un valor muy sentimental para los turolenses. En torno a su figura gira la fiesta de la Vaquilla, en la que todos los años durante el segundo fin de semana de julio un peñista tiene el honor de colocar el pañuelico rojo como inicio de las fiestas. Es el momento del año que los habitantes de esta ciudad viven con más intensidad. Por ello esta plaza conocida con diferentes denominaciones a lo largo de la historia es conocida como la plaza del Torico, y así lo seguirá siendo a pesar de que ese no sea su nombre oficial.

Chopo cabecero, la seña de identidad de un nuevo parque cultural

En febrero del 2015 tuvo lugar la votación popular de un peculiar concurso internacional cuyo objetivo era determinar el árbol europeo del año. En sus cuatro años de historia nunca se había presentado una candidatura española. El Centro de Estudios del Jiloca, la Plataforma Aguilar Natural y Voluntarrios, tres asociaciones aragonesas sin ánimo de lucro, fueron las promotoras de la candidatura aragonesa, un chopo cabecero de la localidad turolense de Aguilar del Alfambra. El árbol elegido no tiene grandes dimensiones ni es milenario, pero representa el modo de vida sostenible que ha marcado el paisaje de esta zona. Precisamente éste es el objetivo del concurso, la búsqueda de un ejemplar que destaque por su interés histórico, significación social o valor afectivo para las personas de su entorno.

chopocabecero5El elegido como árbol europeo del año 2015 fue un roble de Estonia. Sus habitantes lo conservaron cuando en 1951 se amplió el área de deportes, y ahora se encuentra en medio del campo de fútbol. El segundo clasificado fue un gran platanero de Hungría. Un árbol que fue trasladado hace 230 años a su actual ubicación desde Versalles por un miembro de la familia Esterházy, situado junto a un lago y a las puertas de un castillo. El ejemplar aragonés consiguió el tercer puesto. El chopo cabecero de Aguilar del Alfambra (Teruel) es un ejemplar de varios cientos de años de antigüedad que tiene 24 metros de altura, 20 metros de diámetro en la copa y un perímetro en el tronco de casi seis metros. Se encuentra en el camino del Remolinar, cerca de la localidad y junto al río Alfambra. Es uno de los 4.700 chopos cabeceros con los que cuenta el municipio, la mayor concentración en Europa de esta especie, que durante años han suministrado a los vecinos de la localidad fusta*, leña y forraje.

*Fusta: Madera.

chopocabecero1_El chopo negro es una de las variedades del genero Populus, conocidos comúnmente como álamos. Tiene una amplia distribución en Europa, con bosques importantes en Inglaterra, Hungría, Turquía y España. Tras el retroceso en el norte de la Península Ibérica, las choperas más extensas, continuas y mejor conservadas pueden encontrarse junto a los ríos aragoneses del Sistema Ibérico. Ejemplos de ello son las riberas de los ríos Martín, Guadalope, Alfambra, Aguasvivas, Huerva y Jiloca. Las orillas de los ríos, al no poderse destinar para tierras de cultivo, fueron destinadas a la producción de madera y pasto para el ganado.

chopocabecero3En el sur de Aragón, chopo cabecero es el nombre popular que recibe el chopo negro tras ser sometido a una poda o escamonda periódica. Ésta se realiza cuando se corta el tronco principal a una altura de unos dos metros del suelo. Tras la escamonda, el chopo forma un callo leñoso para cerrar el corte, y el tronco y la cabeza adquieren formas humanizadas dando lugar al nombre. Del extremo del tronco podado crecen nuevas ramas conocidas como vigas que irán creciendo con los años, a la vez que el propio fuste, cada vez más grueso. Tradicionalmente la poda mantenía unos turnos de entre 12 y 15 años. Un chopo cabecero consigue vivir muchos más años que uno no podado. También adquiere antes los rasgos seniles en su tronco. Acumula más madera muerta y su tronco acaba descomponiéndose formando huecos. Aún así, puede sobrevivir mucho tiempo si se mantiene el ritmo de escamonda.

chopocabecero4Las ramas procedentes de la escamonda se empleaban como vigas en la construcción de todo tipo de edificios. Son fustes rectos y largos, además de resistentes a la quera*. Las ramas menores se empleaban como combustible en los hogares y hornos. Incluso antes de perder la hoja, el ganadero cortaba las ramillas para dárselas como forraje al rebaño. Las choperas de cabeceros forman dehesas con pastos frescos que tenían un aprovechamiento comunal. Eran plantados en las márgenes de los campos próximos a las riberas, en la orilla de arroyos y acequias. Las raíces de los chopos cabeceros estabilizan las márgenes reduciendo la erosión por el agua.

*Quera: Carcoma.

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Fue una excelente iniciativa la de participar en este concurso que proyectó de manera internacional una especie de gran valor natural, social y cultural para las poblaciones donde se encuentra. Pero también descubrió a muchos aragoneses la existencia de este árbol y la importancia para el desarrollo económico de los habitantes de pueblos como Aguilar de Alfambra, valores que no deben perderse.

Los representantes de la Plataforma Aguilar Natural y del Centro de Estudios del Jiloca continuaron con su labor para preservar y difundir uno de los paisajes tradicionales únicos en Europa por su singularidad solicitando al Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón la declaración de la cultura en torno al chopo cabecero como Bien de Interés Cultural Inmaterial. Ese objetivo se cumplió en noviembre del 2016, con la publicación del decreto que así lo ratificaba. Ahora había que conseguir el siguiente logro, mucho más importante: la creación del Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra, por lo que se llevaba luchando desde hace muchos años. En abril del 2018 llegó la aprobación de la declaración del nuevo parque cultural por parte del Consejo de Gobierno de la DGA.Y en agosto del mismo año tuvo lugar la elección del patronato. Enrique Galindo, el alcalde de Aguilar de Alfambra, fue elegido como presidente y el patronato propuso como gerente a Chabier de Jaime. Además se aprobó el primer plan de actuaciones para el mismo año: impulso a su difusión a través de publicaciones y señalización, creación del plan del parque, la generación de senderos en la zona protegida, así como jornadas técnicas y acciones para las mejoras culturales en los ayuntamientos.

El nuevo parque cultural integra a diez municipios de las comarcas de Gúdar-Javalambre, Maestrazgo y la Comunidad de Teruel (Ababuj, Allepuz, Aguilar de Alfambra, Camarillas, Cedrillas, Galve, Gúdar, Jorcas, El Pobo y Monteagudo del Castillo). La necesidad de madera en un territorio deforestado por la necesidad de pastos dio lugar a la transformación del bosque de ribera compuesto por chopos cabeceros. Estos árboles, tras su poda regular, llegan a hacerse centenarios y monumentales conformando un paisaje rural singular. Son el origen y la identidad del parque natural. Pero este paisaje se complementa con un patrimonio arquitectónico de gran valor. El castillo de Castillo de Cedrillas, Torre Vieja de Ababuj, Castillo de Camarillas, Camino de los Pilones en Allepuz y El Pobo, muralla y puerta de Las Eras y castillo en Monteagudo del Castillo, Iglesia parroquial de la Virgen del Castillo de Camarillas, Castillo de la Peña en Aguilar del Alfambra, Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora de Galve, Castillo de Jorcas, puente sobre el río Alfambra en Galve, Acueducto de Camarillas y el Santuario de la Virgen del Campo en Camarillas. Y los yacimientos paleontológicos, tanto los de icnitas como los de restos óseos, en Galve, Ababuj, Cedrillas y Aguilar del Alfambra.


El Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra tiene un futuro prometedor tanto por las posibilidades naturales y culturales que ofrece esta zona, como por la fuerza de las entidades y los habitantes de la zona que lo llevan impulsando desde hace una década. Habrá que seguir trabajando para su divulgación y conocimiento, tanto por los propios aragoneses, como por los futuros visitantes.

Laguna del Cañizar, una situación incomprensible

En plena llanura del Jiloca está situada la Laguna del Cañizar. La existencia de esta laguna está documentada desde época medieval. Tras la apertura de la fuente de Cella, surgió la Acequia Madre, también llamada río Cella, la cual canaliza el agua que brota de este pozo artesiano. Hasta el siglo XVIII la laguna ocupó una superficie estable, conviviendo con la acequia que discurre por uno de sus costados. Entre 1729 y 1731 se realizaron las obras de saneamiento de la laguna tras las quejas de los vecinos de Villarquemado, que dieron lugar a su desecación total. Para ello se reforzó la Acequia Madre y se creó un entramado de acequias menores que recogiesen el agua para evitar el embadinamiento*. Toda la superficie se reutilizó como campos de cultivo. A principios del siglo XXI comenzó la recuperación de la laguna, empresa llevada a cabo por los ayuntamientos de Cella y Villarquemado, a los cuales pertenecen las tierras del humedal. Tras las obras necesarias de drenaje se ha procedido a la recuperación de la zona inundable, que alcanza las 411 hectáreas. Ello la sitúa en el segundo humedal de agua dulce más extenso de España tras las Tablas de Daimiel, y la segunda laguna más extensa de Aragón tras Gallocanta. A lo largo de estos años se ha acondicionado un sendero perimetral de nueve kilómetros, varios observatorios con acceso desde Villarquemado, Cella y Las Granjas, además de dos embarcaderos que permiten introducirse mediante canales en la zona más profunda de la laguna, que ronda el metro de profundidad.

*Embadinar: Encharcar.

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Se trata de un proceso de recuperación integral de uno de los humedales más importantes de España, llevando a cabo un proyecto el cual durante el periodo de presentación no tuvo tan apenas rechazo. A continuación se llevaron a cabo las obras necesarias para su recuperación. Una vez culminado sin embargo tan apenas ha podido verse la laguna llena en una ocasión, ya que ello depende en exclusiva del cierre de unas tajaderas*. La llave de las compuertas de la laguna la tienen los regantes, y ellos han sido los que en los últimos meses han mostrado su opinión desfavorable con la creación de la plataforma No a la Laguna y manteniendo abiertas las compuertas. Todo este hermoso proyecto, muy valorado a nivel internacional por los expertos como un ejemplo a seguir, se ha visto truncado en los últimos meses. El detonante ha sido la creación de una zona de especial protección de aves conocida con las siglas de ZEPA, a la que se opone la plataforma. En la actualidad su tramitación que lleva adelante el Departamento de Medio Ambiente de la DGA está ya muy adelantada y se encuentra en periodo de alegaciones. Y todo parece indicar que saldrá adelante. Cuando esté en vigor no supondrá una variación notable para los vecinos de la zona. Respecto al tema de la caza, seguirá estando vedada la caza en la zona inundable como hasta ahora y en el resto se podrá cazar las especies autorizadas tal y como ocurre en la actualidad. En el aspecto urbanístico no se impedirá construir edificaciones en la zona de protección, aunque habrá que solicitar estudio de impacto medioambiental lo que no supondrá que no se puedan llevar a cabo las obras. Y en cuanto al riego, no le afecta para nada esta regulación. Por ello es difícil de entender cómo alguien puede posicionarse en contra cuando no supondrá limitaciones ni perjuicios. Pero sí puede suponer beneficios económicos para los agricultores de la zona, los cuales tendrán derecho a pedir subvenciones de compensación por los perjuicios que las aves protegidas puedan provocar en sus cosechas. Un ejemplo muy significativo fue la aplicación de la ZEPA en la laguna de Gallocanta. Tras mucho tiempo de debate y polémica se llevó a cabo, y los agricultores de esa zona ahora lo valoran como muy positivo, recibiendo compensaciones por el paso de las aves, y así contribuyendo a la conservación de otro humedal de gran importancia. Además de todo ello en Aragón cerca del 20% de la superficie está catalogada con esta protección, lo que demuestra que esta figura es compatible con el desarrollo de la población donde se encuentra. Queda claro que la postura contraria no se basa en criterios objetivos sino en otros de difícil explicación.

*Tajadera: Compuerta.

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En realidad los detractores han aprovechado la tramitación de la ZEPA para sacar a la luz su oposición a la laguna, como dejan claro con el nombre de su plataforma. En cuanto a los ayuntamientos afectados, la mitad están a favor y la mitad en contra. Como se puede intuir la postura coincide con el color político de sus alcaldes. Entre los que están a favor figuran los propietarios de las tierras donde se asienta la laguna e impulsores del proyecto, posición que puede variar en las próximas elecciones si cambiaran los partidos políticos que los gobiernan. Es lamentable que la situación de un proyecto tan emblemático dependa de intereses políticos. Y es incompresible una postura contraria a un proyecto medioambiental de importancia internacional sin aportar razones justificadas. La solución a esta paradójica situación pasa por el diálogo. Por ello lo mejor sería poner sobre la mesa la situación hidrológica de este paraje, que afecta a la cuenca alta del río Jiloca. Desde la parte defensora del proyecto se deja claro que el agua acumulada en la laguna podría permanecer allí sólo en la época invernal. En este periodo no es necesaria el agua para el riego, con lo que no habría perjuicio para los regantes.  Pero sí beneficio para ellos ya que este agua se guardaría para la época de riego, como lo hace cualquier embalse. Este agua podría ser utilizada en la época de riego entre entre abril y septiembre simplemente con la apertura de las compuertas que retienen el agua en la laguna del Cañizar. En la actualidad, con las compuertas abiertas el agua discurre por la Acequia Madre o río Cella y más tarde por el río Jiloca. Precisamente el fundamento de la protesta parece ser que es el uso del agua, pero la laguna serviría para incrementar los caudales de riego en la época de verano. Parece fácil la solución, pero la postura de negativa frontal, sin justificación alguna hace que ahora el proyecto de recuperación de la Laguna del Cañizar esté bloqueado por los regantes, los cuales tienen la llave de las compuertas e impiden su cierre.

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Otra parte implicada es la Confederación Hidrográfica del Ebro, la CHE. Participó en la financiación y ejecución de las obras de recuperación de la laguna. Tras la inauguración de las obras, se da la paradoja de que ahora se postula a favor de los regantes y de la plataforma No a la laguna. Una postura de nuevo incomprensible. Y más teniendo en cuenta que este organismo defiende los intereses de los regantes con la gestión de embalses con el fin de guardar caudales para el riego, como se podría hacer con las compuertas de la laguna, aunque en este caso su manera de proceder no sea la misma. Quizás tenga mucho que ver el color político de su presidente, acorde a los colores políticos de los opositores al proyecto en la zona, una práctica caciquil que debería haber desaparecido de nuestro territorio. Esperamos que la cordura y el diálogo hagan desbloquear esta situación, cuya solución propuesta beneficiaría a las dos partes, y supondría la recuperación de la Laguna del Cañizar y la mejora de los riegos de la cuenca alta del río Jiloca.

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