Barranco de Chate, el otoño en estado puro

A principios de noviembre pude disfrutar del agüerro* en todo su explendor visitanto el barranco del Chate. Este enclave está situado entre las poblaciones pirenaicas de Sarvisé y Fanlo, en la comarca del Sobrarbe. Hasta hace unos años el disfrute de este entorno natural sólo era posible desde la carretera que une ambas poblaciones, de unos doce kilómetros de recorrido.

*Agüerro: Otoño.

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Sin embargo hace poco la Federación Aragonesa de Montañismo llevó a cabo el acondicionamiento del sendero de la pardina del Señor, un tramo perteneciente a la GR-15 que hasta la fecha discurría por la carretera. Desde entonces es posible recorrer la riqueza naturalística del interior del bosque mediante un sendero de más de quince kilómetros que enlaza las poblaciones de Fanlo y Buesa.  Su trazado se adapta a la orografía y lo ideal es recorrerlo en sentido descendente partiendo de Fanlo, con el único ascenso para salvar el río Chate en su tramo inicial. Su mayor inconveniente es la longitud, cinco horas de trayecto realizando sólo el tramo de ida, para lo cual es necesario disponer de coches de apoyo. También hay dos opciones para dividirlo, con recorridos de dos y cuatro horas respectivamente, pero disponiendo igualmente de vehículos para la vuelta. Por ello sería recomendable disponer de un medio de transporte para el traslado de los senderistas y evitar la vuelta por el mismo recorrido o por la carretera, opción por la cual me tuve que decantar yo. Este servicio mejoraría la seguridad vial en esta carretera de montaña. El día que yo realicé la excursión contabilicé más de cuarenta vehículos aparcados en las estrechas cunetas. El viaje de retorno podía ofertarse por cualquier empresa turística o taxi de la zona a un coste aceptable, lo cual evitaría los posibles problemas que se producirán en épocas de máxima afluencia.

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La peculiaridad que atesora el barranco del Chate es la espectacular paleta de colores que ofrece entre los meses de octubre y noviembre. Los bosques que lo componen son relativamente jóvenes ya que hasta hace unos sesenta años estuvieron dedicados a la explotación de madera, así como a la actividad agrícola y ganadera. Su recuperación y sobretodo la variedad de las especies que se han combinado aquí lo han convertido en un espacio de gran valor natural. Tanto que hace unos años la revista Geo lo incluyó en su lista como uno de los diez mejores bosques de España para el otoño. Ni que decir tiene que este bosque en esta época está precioso, pero estas listas de ranking no hacen sino ocultar y desmerecer muchos otros rincones de la geografía aragonesa que igualmente son muy bonitos.

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Dejando el coche en Fanlo tuve que descender unos 800 metros por la carretera hacia Sarvisé, hasta encontrar a la derecha la señal del sendero. Mediante varias marradas* en descenso llegué el río Chate, que ofrecía un precioso rincón con una badina y un pequeño salto. Después comencé el ascenso por la ladera del Pueyo Ballarín que se eleva a 2.027 metros de altitud, mientras la senda se acomodaba a los barrancos laterales que vierten sus aguas al río principal. En todo el recorrido se iban mezclando las diferentes especies que dan el valor natural a este entorno. El color verde lo ponían los árboles de hoja perenne: pinos, abetos, bojes y acebos. Y en claro contraste los protagonistas de esta estación eran múltiples y variados. Robles, hayas, abedules, arces, serbales de los cazadores, avellanos, tilos, álamos temblones, majuelos, olmos de montaña y fresnos, cada uno con un tonalidad diferente entre el amarillo y rojo que varía según la especie, la fecha y la climatología. Ello permite disfrutar de una estampa diferente cada día del otoño. Tras recorrer una hora y media de camino me topé con los muros arruinados de la pardina Ballarín, también conocida como del Señor, la cual da nombre a la senda. Atravesando un hayedo abandoné el barranco donde se emplaza y apareció la primera salida que desciende hasta la caseta forestal de Patrón.

*Marrada: Curva cerrada, zig-zag.

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Decidí continuar por la senda disfrutando del recorrido sin apenas desnivel hasta alcanzar la próxima salida. Unas cuantas casetas pastoriles aisladas y otras agrupadas como las bordas de San Esteban rompieron la monotonía de una senda, que atravesaba un bosque cerrado, sin apenas vistas. Después de tres horas y media alcancé una pista, la cual en unos veinte minutos me dejó en la carretera que surca el valle. Sólo restaba volver por la carretera añadiendo dos horas y media más para alcanzar la población de Fanlo. Este recorrido lo hubiese evitado teniendo un vehículo para la vuelta, ya que andar por la carretera, rodeado de coches no es lo más agradable. Pero ello me permitió poder hacer de manera más cómoda fotos del paisaje del valle, que debido a lo frondoso de la senda no podía haber hecho hasta ahora. La zona de más variedad cromática es la parte alta del valle, donde la naturaleza ofrece en esta época un auténtico espectaculo visual.

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Otra propuesta para las administraciones de la zona, que potenciaría la visita de este valle, es el acondicionamiento de pequeños estacionamientos en la carretera. Eligiendo los mejores sitios para disfrutar de las vistas, se ofrecería al visitante unas mejores condiciones para la visita, y así como un atractivo más para visitar este barranco. Lugares preparados con espacio suficiente y con un sencillo cartel explicativo serían suficientes para completar y potenciar la oferta turística de este barranco, que bien se lo merece.