Un rayo de esperanza para Moriello de Sampietro

El 30 de abril de 2015, tras veinte años de andadura, culminé el reto más ambicioso que me he planteado en mi vida: conocer todos los pueblos de Aragón. En realidad he visitado 1.758 núcleos, y todavía me quedan algunas aldeas y multitud de pardinas, casas de campo y mases. La visita al zaguero* de ellos, Moriello de Sampietro, fue muy emotiva. Este precioso enclave está situado a unos doce kilómetros de Boltaña, encaramado en la divisoria de aguas de los río Ara y Yesa, y frente al macizo calcáreo más alto de Europa, el Monte Perdido.

* Zaguero: Último.

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Cuenta con pista de acceso, pero su estado es tan malo que tuve que realizar el recorrido a pie. Un largo paseo, mientras los nervios poco a poco iban apoderándose de mí. Cada vez estaba más cerca de llevar a cabo mi sueño. Al fin llegué a la aldea, que parecía anclada en el pasado conservando intacta la arquitectura pirenaica. A pesar de estar situada en un lugar bastante inaccesible, sus antiguos moradores se han esforzado en mantener las viviendas. Tanto los propietarios como la Asociación As Gabarderas lucha para que este pueblo no tenga el mismo destino que los cientos de pueblos aragoneses que dentro de unas décadas serán sólo ruinas. Han levantado el tejado de la herrería y la iglesia está restaurada. Y unas cuantas casas están rehabilitadas, mientras que en otras se han realizado trabajos.

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En la década de los sesenta, en esta aldea compuesta por nueve viviendas, todavía residían una veintena de personas. El descenso demográfico hizo que casi llegase a despoblarse, pero esto sólo ocurrió de manera esporádica. Una de las claves para evitarlo es contar con una buena comunicación. La pista de acceso fue construida en el año 1982, y fue un factor imprescindible para la  pervivencia de este pueblo. Sin embargo su falta de mantenimiento hizo que su estado fuera lamentable lo que la hacía sólamente practicable para vehículos todo terreno. Tras varios años de protestas al fin se licitaron las obras para mejorar el firme y reforzar los puntos donde es más fácil su deterioro. Y finalmente fueron ejecutadas las obras en el verano de 2016.

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A lo largo del año 2015 un rayo de esperanza comenzaba a alumbrar Moriello de Sampietro. Sara y Agustín habían elegido este lugar para vivir y para desarrollar su actividad. Tras los estudios de pastora por parte de Sara en España, lleva ya años trabajando a temporadas como pastora y quesera en los Pirineos y los Alpes, con una dilatada experiencia en la producción de quesos. Por su parte Agustín además de pastor también trabaja de manera temporal en Francia en un asociación de apoyo a los pastores amenazados por el ataque de osos y lobos. Tienen claro que quieren vivir en un lugar como éste, apartado y bello, y son conscientes de las limitaciones. Pero también tienen claro la actividad que van a desarrollar, la agropecuaria, íntimamente ligada con el medio elegido, la misma que ha permitido la existencia de este pueblo durante siglos.

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Al llegar al pueblo recorrí la calle empedrada que conduce a la plazoleta donde se ubica la iglesia. Allí me encontré a la joven pareja y un amigo suyo. Enseguida entablamos una conversación y les conté lo especial para mí de la visita a este pueblo, y su hospitalidad fue instantánea. Me invitaron a celebrar juntos la culminación de mi reto, y sacaron una botella de cava con la que brindamos. Allí me encontraba en medio del Sobrarbe, rodeado de un paisaje espectacular, con tres nuevos amigos y disfrutando de este inolvidable momento. Durante la charrada* también compartieron conmigo la experiencia de la llegada a este nuevo lugar. Me contaron su proyecto, y enseguida me contagiaron las ilusiones en él despositadas.

* Charrada: Conversación, charla.

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El broche final a mi reto no podía haber sido mejor, encontrarme con gente que es capaz de llevar a cabo un proyecto ilusionante y personal. Una esperanza para núcleos como Moriello de Sampietro, que necesitan gente como ellos, que devuelvan la vida a pequeños pueblos manteniendo la riqueza arquitectónica sin alterar el valor paisajístico que los rodean.

Era inevitable la vuelta a Moriello de Sampietro, nuevamente con nervios por la incertidumbre de saber cómo les había ido a Sara y Agustín en su proyecto. Entonces me acompañó mi familia y volví a este pueblo tan especial en el verano de 2022. En esta ocasión la pista ya estaba arreglada y pudimos subir con nuestro vehículo. Un trayecto maravilloso ascendiendo hasta llegar a un collado; sólo restaba descender atravesando una zona de umbría ya viendo a lo lejos la aldea.

Nada más bajar del coche nos tropezamos con Agustín que estaba realizando faenas con el cercado para el ganado. Me reconoció rápido y entablamos la conversación, que casi fue una continuación de la que habíamos tenido hace siete años. Y lo más importante seguían adelante con el proyecto. En esta ocasión no pude ver a Sara ya que se encontraba como todos los años por estas fechas trabajando en Francia.

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A lo largo de estos años de pandemia habían ido avanzando poco a poco. Al principio estuvieron viviendo en Casa Campo, gracias al apoyo de sus dueños ahora residentes en Latorrecilla. Su idea era tener un hogar propio y tras la compra de la borda de esta casa realizaron con mucho esfuerzo las obras. Hace dos años que ya están instalados allí. En cuanto al proyecto agropecuario poco a poco se va gestando. Tienen un grupo reducido de ganado y tras los permisos administrativos están preparando el espacio donde ubicarán los animales que deberán ampliar en número para poder comenzar con la producción de leche y de queso.

Dimos un paseo por el pueblo y pudimos ver que el pueblo mantenía su arquitectura pirenaica. Dos de las viviendas además eran utilizadas de manera temporal con lo que se mantenían en buen estado. Otras seguían en ruinas. Y también pudimos ver la herrería por dentro. Un auténtica joya de pasado que conservaba la fragua y el fuelle para avivar el fuego, y por supuesto el yunque donde elaborar las herramientas. Subimos hasta una pequeña elevación rocosa para admirar las vistas tanto del paisaje circundante como de la aldea rodeada de las pequeñas fajas ahora conservadas gracias a  labor del ganado.

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Aún tuvimos varias ocasiones para seguir con la charrada y nos pudimos despedir agradeciendo la labor de esta pareja para la recuperación de la actividad en lugares tan bellos de nuestras montañas como éste. Sin duda que habrá otra visita a Moriello de Sampietro. Esperamos que en esa ocasión para poder saborear ese ansiado queso que tan bien deben saben hacer y que seguro elaborarán en su casa gracias a su empeño. Y lo más importante, que seguirán adelante con su proyecto por el que llevan tantos años luchando.

Jánovas, un barco a punto de zarpar

Poco o poco Jánovas va preparando todo para su segunda vida. Un barco cuyas velas fueron destruidas y pisoteadas durante las últimas décadas y que están reconstruyendo sus vecinos con mucha ilusión. Demasiado tiempo ha costado llegar a esta situación, gracias al empeño de la administración. Y a día de hoy todavía hay muchas amarras que impiden que el barco navegue, pero seguro que llegará ese día. Más de medio siglo de negra historia para un pueblo próspero, que casi llegó a hacerlo desaparecer como muchos otros de nuestra geografía aragonesa. Pero volverá de nuevo la vida. Será un punto y aparte en su historia, pero todo será ya pasado y los niños volverán a correr por las calles de Jánovas, la gente acudirá a tomar su café al centro social todas las tardes, la iglesia de San Miguel bandiará* sus campanas durante las fiestas, los hortelanos cuidarán sus huertos regados con las aguas del Ara y una suave brisa mecerá las espigas del trigo de sus campos. Entonces Jánovas será un pueblo vivo, con la misma vitalidad que tuvo un siglo antes. Un barco que de nuevo podrá navegar libremente junto al río Ara, con ilusiones renovadas.

*Bandiar: Voltear.

La historia se remonta a los años cincuenta, cuando fue elaborado un proyecto para construir un gran embalse en el valle del río Ara. En ese momento se quebró el futuro de buena parte de la cuenca del río. El agua anegaría según los planos Jánovas, Lavelilla y Lacort, pero afectaría a muchos otros pueblos de los alrededores. Más concretamente al valle de La Solana cuyo acceso natural se vería truncado por las aguas del pantano. En los años 60 comenzaron las expropiaciones forzosas de las 150 familias que vivían en Jánovas, Lavelilla y Lacort. Pero también la compra progresiva del resto de tierras y casas de los pueblos de La Solana, que también quedó prácticamente deshabitada. En Jánovas, el pueblo más grande y capital de la ribera del Ara, muchos resistieron. Ante la negativa, la administración no tuvo reparos en dinamitar las casas vacías como medida de presión. Todo ello sin tomar ninguna medida de seguridad y todavía con muchas familias residiendo en el pueblo. El 4 de febrero de 1966 tuvo lugar uno de los hechos más tristes y humillantes. La escuela no podía cerrarse mientras hubiera niños, ya que así lo determinó la inspección provincial de Huesca. Sin embargo ese día un operario de Iberduero, la empresa concesionaria para la obra del pantano, escatumbó*  la puerta, sacó a la maestra de los pelos y echó a los niños a patadas. A partir de ese momento la resistencia se hizo muy difícil. La empresa seguía dinamitando casas, destrozando campos, destruyendo acequias y talando árboles frutales. Finalmente cortó también el agua y la luz. Mientras tanto se daba la paradoja de que las obras de la presa no habían comenzado todavía. Pero dos vecinos del pueblo aguantaron estoicamente esta situación durante más de veinte años. Emilio Garcés y Francisca Castillo sufrieron en sus carnes el acoso durante todo este tiempo, pero en el año 1984 se vieron obligados a abandonar su hogar. También María Pueyo, que ocupaba a temporadas su casa, fue expropiada en ese año. Le sacaron los enseres a la calle y entonces procedieron al derribo mediante una pala excavadora al día siguiente.

*Escatumbar: Derribar.

Comenzó entonces una etapa en la que se abrió una puerta a la esperanza. La gente salió a la calle, los ecologistas se movilizaron y se iniciaron demandas judiciales. Con la nueva normativa europea la administración se vio obligada a realizar un informe de impacto ambiental del proyecto en el año 2001. El resultado del mismo fue negativo, como no podía ser de otra forma. Finalmente y tras mucha demora el proyecto fue desestimado oficialmente en el año 2005. Tres años después el Ministerio de Medio Ambiente publicó la extinción de las concesiones de saltos hidroeléctricos en los ríos Ara y Cinca ligadas a la ejecución de la presa de Jánovas. La administración no ha actuado con la intención de reparar el daño moral y económico sufrido durante este tiempo. No ha agilizado lo más mínimo el proceso burocrático en la reversión de propiedades que se inició en el año 2008. Además tanto Endesa, la actual concesionaria y propietaria, como la Confederación Hidrográfica del Ebro solicitaron en la recompra de sus propiedades a los herederos el precio de la expropiación actualizando el IPC, es decir, 34 veces lo que recibieron en su día. Al final se llegó a un acuerdo en casi todos los casos y han pagado un euro por metro cuadrado pero a cambio de unas ruinas, y no de su casa tal cual la dejaron. En cuanto a las fincas, la mayor parte llegó al pacto de 4.000 euros por hectárea, aunque los que recurrieron a un órgano de mediación tuvieron que pagar 7.000 euros. Más de cincuenta años de vidas truncadas y ahora los que quieren volver deben empezar de cero.

Buena parte de las personas que sufrieron toda esta pesadilla desgraciadamente no volverán a ver su pueblo reconstruido. Ni siquiera esa emblemática pareja que aguantó hasta el final. Emilio falleció en septiembre de 2011 cuando todavía no había comenzado la recuperación del pueblo. Su mujer, Francisca, nos dejó en julio de 2019. Ella si que pudo ver casi terminada la Casa Castillo. Sin embargo se fue sin saber qué significaba la palabra justicia. Ella decía que no entendía esta situación y que sólo esperaba que alguien le pidiera perdón pero no lo consiguió. Pero algunos antiguos vecinos, sus hijos o nietos siguen pacientes y resignados esperando poder volver a su pueblo, a su casa. Durante demasiado tiempo las actuaciones en Jánovas fueron de poco calado. Aún así los vecinos fueron realizando pequeñas obras. Primero fue recuperada la fuente. Después se reconstruyó por completo el edificio de las antiguas escuelas. Se convirtió en el emblema de la recuperación de Jánovas, la Casa del Pueblo. Un gran edificio de tres plantas, que sirve de lugar de reunión en un pueblo todavía en ruinas. Recuperado con la ilusión y el esfuerzo de todos aquellos que creen en un Jánovas vivo. Y con el aporte económico de sus bolsillos, y de una subvención de la Diputación Provincial de Huesca. El humo saliendo por su chaminera es un motivo más de esperanza, como símbolo de la vida en el pueblo. Y también fue recuperado el antiguo horno, situado muy cerca.

Y mientras tanto la administración central ha dilatado excesivamente y sin compasión el proceso de reversión. Entre los tres pueblos afectados fueron 127 las familias que solicitaron la devolución de sus propiedades. En el caso de Jánovas tras muchos años prácticamente todos los solicitantes ya han conseguido la reversión y son de nuevo suyas. Sin embargo buena parte de ellos están a la espera de la mejora de las condiciones del pueblo, para poder realizar las obras de una manera más fácil y económica. A día de hoy tan sólo cuatro edificios están casi recuperados. El primero de ellos fue la Casa del Pueblo. A otra de las viviendas, situada fuera del casco urbano, ha llegado la vida después de su finalización. Es la primera en ser habitada tras este triste episodio; se trata de la Casa Frechín. En la entrada del pueblo está Casa Agustín prácticamente terminada por fuera. Sus fachadas reproducen fielmente su aspecto exterior respetando los vanos. Al final del pueblo está Casa Castillo. Se trata de uno de los hijos de la pareja que se mantuvo en el pueblo hasta el final. La casa ya está prácticamente terminada. En proceso ya están Casa Carpintero, Casa Francho, Casa Felipe, Casa Piquero y Casa Garcés. Esta última es la que acogió a los últimos habitantes, que ahora quiere levantar su nieto. Y en breve está previsto que comiencen las obras en Casa Tejedor, Casa Puyolé, Casa Joaquina y Casa Dolores. Otros ya piensan en levantar de nuevo las casas de sus familias, constituyendo el momento más esperanzador en toda esta historia.

Por parte de la Confederación Hidrográfica del Ebro se llevaron a cabo las obras en el cauce del Ara para eliminar la atavía. Se trataba del desvío del cauce para la construcción de la presa que nunca se llegó a levantar. Ahora el río discurre por donde siempre había ido. Para estas obras, todavía sin terminar, se construyó un vado provisional que permite el acceso al pueblo desde la carretera nacional que une Fiscal con Boltaña. Afortunadamente los actuales representantes de las administraciones afectadas deben sentir vergüenza de las actuaciones de sus predecesores. En el caso de este vado se permite el uso por parte de los vecinos, siendo el mejor acceso actual, imprescindible para llevar a cabo todas las actuaciones. Y no parece que se vayan a terminar las obras de la atavía, lo que supondría la desaparición de este paso. Una complicidad de la administración con los vecinos, como un pequeño detalle que pueda compensar el daño sufrido.

Todavía queda esperar para que Jánovas cuente con una carretera de acceso. A quinientos metros de distancia discurre la carretera nacional N-260. El eje pirenaico tiene acondicionados los tramos entre Sabiñánigo y Fiscal, y entre Boltaña y Campo. Sin embargo el tramo en torno a Jánovas es una precaria carretera, estrecha y con abundante tráfico. Éste es otro de los perjuicios que ha sufrido el valle, una carretera sin acondicionar durante décadas, y siempre a la espera de un pantano que nunca se llegó a hacer. El actual acceso al pueblo es lamentable. Una pista en malas condiciones que une la carretera nacional con el vado provisional, y que en alguna ocasión el río Ara ha blincado. La administración central todavía no ha compensado a Jánovas, y eso que ella ha sido la única responsable de todo el daño. Y mientras la autonómica se compromete con algunos parches como el acondicionamiento de la pista forestal que sirve de acceso a Jánovas desde San Felices, de acceso más largo y complicado al casco urbano. Por parte de Fomento ya ha sido aprobado el estudio de impacto medioambiental de la mejora de este tramo de la nacional de 12,7 kilómetros, cinco años después de que fuera tumbado el anterior. A finales del año 2021 fue aprobado definitivamente el proyecto. Las obras costarán 57 millones de euros e incluyen un túnel de 1.740 metros que salvará el congosto de Jánovas. Pero todavía queda que sea dotado finalmente de una partida presupuestaria y se ejecuten las obras.
Sin embargo ahora el Ministerio de Transportes no contempla una acceso directo desde la nueva carretera a Jánovas cruzando el río Ara. El motivo es que que el acceso previsto en el primer proyecto fue desestimado por el impacto medioambiental. Otro agravio más a un pueblo que reitera un trato humillante a lo largo de tantas décadas por parte de la administración central. Ahora habrá que esperar a ver si se soluciona un problema vital para el acceso a una localidad en plena reconstrucción.

El 19 de diciembre de 2017 será recordado como una fecha muy importante en la recuperación del pueblo. Ese día se firmó el convenio entre Endesa y el ayuntamiento de Fiscal, en el cual se traspasaron los activos de los núcleos de Albella, Jánovas, Burgasé, Lacort, Lavelilla, Fiscal, San Felices-Santa Olaria, de la cual el ayuntamiento de Fiscal es su sucesor. Se trata del patrimonio afectado por la construcción del embalse de Jánovas que corresponde a 186 hectáreas de suelo rústico, 23.000 metros cuadrados de superficie urbana y más de 60 inmuebles, entre los que están las antiguas escuelas, el puente colgante sobre el río Ara, viales, calles, plazas, fuentes y abrevaderos. Por ello deberá pagar 50.000 euros a Endesa. Es lamentable que después de tanto daño a lo largo de todas estas décadas, y del abandono de todo este patrimonio se le haga pagar por ello al ayuntamiento de Fiscal. Pero por lo menos se libera de la propiedad a la hidroeléctrica y se facilita la recuperación de todas estas propiedades. Una de ellas como es el caso de las escuelas de Jánovas ya rehabilitadas por los propios vecinos.

Pero la piedra angular de la reconstrucción del pueblo es la restitución de la zona afectada por el fallido pantano por parte de la administración central con la redacción del Plan de Desarrollo Sostenible. Las inversiones incluidas en este gran proyecto servirían para dotar a las poblaciones de Jánovas, Lavelilla y Lacort de accesos por carretera, urbanización y dotación de servicios como iluminación, vertido y depuración, además de restauración del patrimonio histórico y cultural. Sin embargo tras las alegaciones presentadas por algunos vecinos más críticos el Gobierno central ha decidido continuar con el procedimiento ordinario lo que supone posponer las actuaciones hasta el año 2028. El ayuntamiento de Fiscal recurrió la sentencia por considerarla injusta e injustificada, pero fue desestimada. De los 24 millones de euros con que fue dotado el plan en su día se rebajaron a 15,7. Sin embargo hasta el año 2028 está previsto que se inviertan como mucho 5 millones de euros. De nuevo queda de manifiesto que el Estado español, el único responsable de la destrucción del pueblo, sigue sin comprometerse con la recuperación.

Ello supone un duro revés para Jánovas, pero no la paralización del proyecto. Los vecinos llevan años movilizados para agilizar y adelantar la acometida de la luz, fundamental para facilitar las obras en el pueblo, y para acercar la llegada de la vida al pueblo. De esta manera el gobierno autonómico en 2017 asumió con 100.000 euros la traída de la línea de media tensión. Tras más de cincuenta años de oscuridad, ha llegado la luz a Jánovas. La celebración de las fiestas en honor a San Miguel de 2018 fue otro motivo más para la esperanza, con una ilusión renovada día a día. La luz ha vuelto a iluminar las calles, y las viviendas todavía en obras. Todavía queda mucho por hacer, pero menos.

En cuanto a la acometida del agua potable, los propios vecinos fueron los que realizaron las primeras obras. Mediante la captación de un manantial y la construcción de un pequeño depósito de 1.000 litros, el suministro para la Casa del Pueblo y las viviendas ya es insuficiente. Desde el Departamento de Vertebración del Territorio del ente autonómico a lo largo de estos años han sido realizadas importantes obras de mejora. Por una parte la construcción de un nuevo depósito de agua. En el año 2018 se llevaron a cabo las obras de hormigonado en la calle San Roque y zonas limítrofes. Incluyen las canalizaciones de agua, vertido y telecomunicaciones previas a la futura urbanización cuando estén terminadas las fachadas de las calles, y se les pueda devolver el aspecto empedrado que tuvieron de siempre. Y en 2021 se han ampliado estas obras a cuatro calles más del pueblo. Todavía queda pendiente la estación depuradora para las aguas residuales, ya que en la actualidad se utilizan pozos ciegos. Queda de manifiesto que el empeño de los vecinos puede más que las trabas que pone la administración central a la recuperación de Jánovas.

La voz cantante la siguen llevando los vecinos, que en 2015 crearon la Fundación San Miguel de Jánovas, como un instrumento de presión para recuperar la iglesia parroquial y que ha servido para agilizar las obras que se van ejecutando gracias a las pequeñas partidas de la administración. El nombre de la fundación se toma de la iglesia, la cual también está igualmente abandonada a su suerte aunque estructuralmente en pie. Sin embargo la sorpresa llegó a finales de 2018 ya que la empresa hidroeléctrica con fondos propios consolidó una pared, tejado y campanario, gracias a la solicitud por parte de los vecinos. Después será preciso buscar la partida económica para rehabilitarla por completo, pero de momento se evitará su deterioro. Y la portada que fue arrancada sigue todavía en la localidad de Fiscal, que esperemos que cuanto antes se vuelva a recolocar en su lugar de origen.

En junio de 2019 tuvo lugar la primera edición del festival Jánovas Insumergible, una cita cultural y lúdica que pretende ser un nuevo acicate para la vida social de pueblo y que recogió fondos para continuar con las obras. Al año siguiente la actividad fue frenética, con la Casa del Pueblo abierta de par en par a todos los visitantes ofreciendo un lugar donde tomar un refresco, un puesto de venta de objetos para sufragar gastos e incluso una exposición de obras en las que se reproducía detalles de la arquitectura popular.

Todavía quedan muchas cosas por hacer, pero la vida en Jánovas poco a poco vuelve. Una de las últimas hazañas de sus vecinos ha sido devolver a su lugar de origen la campana de la torre de su iglesia. Con el abandono forzoso del pueblo se trasladó al pueblo de Guaso, donde fue colocada en la torre de San Salvador. Pocos se imaginaban que como dice la Ronda de Boltaña en una de sus canciones, “El camino que unos hacen otros lo han de deshacer”. Tras las conversaciones con los vecinos de Guaso y con la Iglesia, todo han sido facilidades para la devolución, lo que se ha convertido en un nuevo símbolo de la lucha de los vecinos de Jánvoas. En este caso, después de cincuenta años de exilio, la campana de Jánovas ha vuelto a su lugar de origen, a tiempo para celebrar las fiestas de San Miguel de 2019.

Y el 1 de febrero de 2020 fue entregado el Premio Cruz de Sobrarbe a título póstumo al recién fallecido Juan Luis Muriel, reconociendo su protagonismo especial en la Comarca del Sobrarbe. Este político andaluz fue secretario general de Medio Ambiente. Su gestión fue clave en la paralización del proyecto de la presa de Jánovas, ordenando la paralización de las obras con la firma de la declaración negativa del impacto medioambiental. Una decisión que le costó su dimisión y el fin de su carrera política. Un hecho fundamental en la historia reciente de Jánovas y que ya forma parte de la memoria colectiva.

Una historia que parece interminable, pero la esperanza no se pierde y hay muchas ilusiones depositadas en que vuelva la vida a Jánovas, y que al fin se haga justicia.

Ramón y Cajal, de ruta por Aragón hacia el Nobel

Ramón y Cajal fue un médico y científico que se especializó en la histología y anatomía patológica. Asentó las bases de la historia moderna de la neurociencia, cuyos conceptos científicos siguen todavía vigentes hoy en día. Por todo ello Cajal es considerado el padre de la neurociencia moderna. Desde niño tuvo la mente abierta, siendo travieso y muy activo. Aficionado a la lectura tuvo una gran capacidad para el dibujo y la pintura. A pesar de no poderse dedicar de pleno a esta faceta artística, entre otras cosas por la oposición de su padre, pudo desarrollar esta habilidad innata en su actividad profesional como médico e investigador. En su juventud y adolescencia desarrolló afición a la montaña y al contacto con la naturaleza. Pero también destacó por su faceta como escritor y fotero*.
*Fotero: Fotógrafo.

Su nombre completo fue Santiago Felipe Ramón Cajal, aunque él usaba Santiago Ramón Cajal. Fue universalmente conocido sin embargo como Santiago Ramón y Cajal, con la unión de los dos apellidos para distinguir su primer apellido de un hipotético segundo nombre de pila, práctica generalizada y legislada en España en el siglo XIX. Otra de las curiosidades hace referencia a su origen. El 1 de mayo de 1852 nació en Petilla de Aragón, una pequeña localidad de Navarra. Este núcleo perteneció al reino aragonés desde el siglo XI, pero pasó a manos navarras tras el incumplimiento de un préstamo de Pedro II de Aragón a Sancho VII el fuerte de Navarra. Desde 1209 su término municipal es una isla geográfica navarra en medio de territorio aragonés. Santiago Ramón y Cajal sólo vivió allí sus dos primeros años de vida, debido al destino como médico-cirujano de su padre, Justo Ramón Casasús. Él siempre se sintió aragonés tanto por la procedencia de sus padres, Justo y Antonia, naturales de Larrés (Huesca), como por su educación familiar y la vida en tierras aragonesas buena parte de su vida.

En el año 1854 se trasladan a Larrés, donde fue destinado su padre. Se trasladaron por la ilusión paterna de ejercer la medicina en su pueblo natal. Los bisabuelos de Cajal procedían de los pueblos cercanos de Isín, Larrés, Aso de Sobremonte, Acumuer y Senegüé, lo que jusfifica sus orígenes propiamente aragoneses. Allí nació también su hermano Pedro. Su estancia fue corta debido a unas desavenencias de su padre con el ayuntamiento.

Al año siguiente la familia se fue a Luna, donde ejerció su padre durante un año.


Y en 1856 el nuevo destino de su padre será Valpalmas, donde permanecen hasta el año 1960. Cuatro años de estancia en los que comenzó su aprendizaje y su pasión por la naturaleza.

Su plaza de médico rural les obliga a trasladarse a Ayerbe. En esta población termina su primera enseñanza. Sus estudios de segunda enseñanza los cursa en los Escolapios de Jaca y en el Instituto de Huesca, volviendo en las vacaciones escolares al pueblo. Su rebeldía y condición de mal estudiante hace que su padre lo ponga de aprendiz de zapatero dejando temporalmente sus estudios en 1866. Finalmente en 1869 obtiene su título de bachiller.

En el mismo año se trasladó a Zaragoza al obtener su padre la plaza de profesor de Disección y Osteología en la Escuela Libre y Regional de Medicina. A la vez su hijo inicia sus estudios universitarios de Medicina. Su padre ya le había iniciado en el estudio de la disección unos años antes en Ayerbe, con el robo de calabres* del cementerio. En Zaragoza le acompañaba en sus trabajos de disección en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Una vez licenciado en junio de 1873 fue llamado para cumplir con el servicio militar obligatorio. En unos meses obtiene plaza en el Cuerpo de Sanidad Militar siendo destinado a Lérida. Un año después asciende a capitán y marcha a Cuba. Su ideal aventurero atraído por los paisajes tropicales choca frontalmente por la realidad del país dominada por el caos administrativo y las enfermedades debido a las condiciones insalubres de su destino, que le hacen contraer el paludismo. Su situación de gravedad le obliga a solicitar la licencia para volver a España en 1875, en un estado grave de deterioro físico. Cuidado por su madre y hermanas logra recuperar la salud y retoma la actividad académica como profesor en la Universidad de Zaragoza. Con sus ahorros Cajal se compra un microscopio con el que acondicionó su propio laboratorio donde inició sus investigaciones histológicas. Sus habilidades artísticas le permiten dibujar con todo lujo de detalles lo que veía a través del instrumento óptico. Y comienza a elaborar un álbum fotográfico que es utilizado posteriormente para el aprendizaje en la Universidad de Zaragoza, así como para demostrar sus investigaciones científicas. En el año 1879 contrajo matrimonio con Silveria Fañanás en la iglesia de San Pablo de Zaragoza, estando ausentes sus padres no conformes con este enlace. Tuvieron siete hijos: Santiago, Felina, Pabla Vicenta, Jorge, Enriqueta, Pilar y Luis. En el año 1885 con motivo de epidemia de cólera que castigó especialmente a Zaragoza, la Diputación de Zaragoza le regala un microscopio de alta calidad y le encarga un estudio sobre el bacilo causante de la enfermedad. Sus investigaciones no trascendieron aunque fueron anteriores al desarrollo de una vacuna unos años después por dos médicos americanos.
*Calabre: Cadáver.

En lo profesional trabajó como médico y ocupó cátedras en universidades de Valencia, Barcelona y Madrid. El año 1888 fue clave en su desarrollo como investigador. Entonces descubrió los mecanismos de conexión entre las neuronas determinando que eran células independientes cuya relación daba lugar a los impulsos nerviosos. Al año siguiente su teoría de la “doctrina de la neurona” fue aceptada en un congreso científico en Alemania. A partir de entonces comienza su reconocimiento internacional. En el año 1892 se traslada a Madrid y en 1901 establece un Laboratorio de Investigaciones Biológicas. En el año 1906 le llega el reconocimiento más importante de su vida, el Premio Nobel de Fisiología y Medicina. Uno de los ocho españoles que han logrado este galardón, siendo el único aragonés. El premio fue compartido con Camillo Golgi. Gracias al método desarrollado por el científico italiano se podían teñir las neuronas y así poder conocer su forma exacta. Se da la paradoja de que el descubrimiento de Cajal demostró que la teoría sobre las neuronas de Golgi no era cierta, determinando así que el tejido cerebral está compuesto por células individuales. Tras abandonar la docencia universitaria, en 1922 funda el Instituto Cajal de Investigaciones Biológicas, en el cual estuvo trabajando hasta su fallecimiento el 17 de octubre de 1934. Cuatro años antes le había dejado su mujer, lo cual supuso un importante golpe afectivo.

Además de sus investigaciones, trabajó intensamente en vida como docente para que su labor fuera continuada por los alumnos. A su muerte dejó cuatro legados de 25.000 pesetas cada uno para fomentar los estudios en la Universidad de Zaragoza. Legó un importantísimo fondo documental compuesto por documentos, dibujos y pinturas científicas, preparaciones histológicas y fotografías realizadas a lo largo de su carrera profesional. Entre ellos cabe destacar las 2.900 ilustraciones de sistema nervioso. Verdaderas obras de arte dibujadas a lápiz y pintadas con tinta india, que reflejan con exactitud la complejidad de las estructuras cerebrales. Todo ello está depositado en el Instituto Cajal, con sede en Madrid, que conserva el legado Cajal para ser visitado previa solicitud. Parece mentira que a pesar de la transcendencia internacional de sus investigaciones, todo ello esté guardado en un pequeño espacio. Sin duda alguna queda la asignatura pendiente de crear un museo para poder divulgar de manera permanente estos valiosísimos materiales, y facilitar la interacción con el mundo académico para poder realizar investigaciones, trabajos, tesis doctorales, cursos, conferencias y reuniones científicas.

Venasque y Benasque, ligadas por su topónimo

Nuestro dragón Chorche no pierde oportunidad en sus viajes para relacionar sus visitas con Aragón. En su último viaje por la Provenza francesa, una región con muchísimos atractivos, no dudo en visitar la pequeña población de Venasque, atraído por su semejanza toponímica con la localidad pirenaica de Benasque.

En cuanto a su situación geográfica Venasque se emplaza en la región francesa de Provence-Alpes-Côte d´Azur. Y dentro de ella en el departamento de Vauclause, cuya capital es Aviñón, de la cual dista unos treinta kilómetros. Respecto a Benasque, pertenece a la comunidad autónoma de Aragón, dentro de la provincia de Huesca, situado a 143 kilómetros de la capital. Sin embargo es más equiparable entre ambas poblaciones la unidad administrativa inferior, en el caso de la población aragonesa. Benasque pertenece a la comarca de la Ribagorza, cuya capital es Graus, situada a unos sesenta kilómetros. En cuanto a superficie el departamento de Vauclause tiene unos 3.500 km2, frente a los casi 2.500 km2 de la comarca de la Ribagorza. Entre ambas sin embargo hay una gran diferencia de población. El departamento francés cuenta con más de medio millón de habitantes, frente a los poco más de doce mil habitantes de la comarca de la Ribagorza. Como curiosidad Venasque y Benasque distan unos 600 kilómetros por carretera.


Venasque está situado en la vertiente mediterránea francesa, a menos de cien kilómetros de la costa. El departamento está marcado por llanura situada entre los ríos Ródano y Durance, la zona más fértil y poblada. La localidad está en el piedemonte de las últimas estribaciones del Mont Ventoux. Conocido como el Gigante de la Provenza, esta mole calcárea es bistera* a gran distancia gracias a su posición dominante y aislada en la región, elevándose a 1.912 metros. La falta de vegetación en la cumbre, unido a sus materiales blanquecinos favorece su visión, acrecentada por la nieve en invierno. Se trata de una de las cumbres más suroccidentales de los Alpes. El casco urbano se emplaza a 425 metros de altitud sobre un espolón rocoso de fácil defensa, a cuyos pies discurre el río Nesque, tras dejar atrás las gargantas del mismo nombre. En el paisaje se mezcla la masa forestal con los campos de viñedo, donde se produce la Muscat de Venasque perteneciente a la denominación de origen vinícola de Ventoux, y los cerezos, con la afamada Cerise de Venasque.
*Bistero/a: Visible.


Por el contrario, Benasque es una población enclavada en el corazón de los Pirineos. Dentro de sus límites se levantan las más altas cumbres pirenaicas con el Aneto que alcanza los 3.404 metros. De ellas se descuelgan los últimos glaciares peninsulares, y gran cantidad de bosques, ibones y praderas, formándose un conjunto de paisajes idílicos. El casco urbano se emplaza a 1.138 metros de altitud en la parte central del valle de Benasque, más conocido por sus habitantes como Ball de Benás. Esta depresión está surcada por el río Ésera, que nace en las montañas pirenaicas y surca el territorio en dirección al sur. La complicada orografía lo ha mantenido aislado tanto del resto de la provincia oscense, a la cual se accede por el congosto de Ventamillo, como de tierras francesas. Tradicionalmente la economía se ha basado en la actividad ganadera, con el aprovechamiento natural de los pastos, y en menor grado de la agricultura.


Desde época prehistórica está poblado el territorio en torno a Venasque como así lo atestiguan los restos encontrados en las cuevas del valle Nesque. Vindasca fue uno de los bastiones de la tribu galesa Memini. Durante el Bajo Imperio romano, sus defensas fueron mejoradas. Su etapa histórica más importante va ligada al Comtat Venaissin. Estas tierras pertenecían a los condes de Toulouse desde 1125. Durante la cruzada contra los albigenses, Raymond VII de Toulouse fue derrotado en 1219. Finalmente son cedidas por el rey francés al papado. En 1274 el papa Gregorio X crea el Comtat Venaissin, historia que se prolongó hasta septiembre de 1791. En este año fueron incorporados definitivamente a Francia los territorios pontificios del estado de Avignon y el Comtat Venaissin, tras más de un siglo de intentos por parte de los reyes franceses. Después de superar el millar de habitantes en aquella época, su población fue descendiendo hasta alcanzar los 371 en 1946. La tendencia se invirtió y poco a poco se ha recuperado de nuevo el millar de habitantes, siendo de 1.058 en el censo de 2015.
También en el entorno de Benasque existen vestigios de la época prehistórica, aunque son escasos. La ocupación romana fue larga y cruenta y de aquella época se piensa que puedan datar los actuales baños de aguas sulfurosas. Los habitantes del valle fueron acosados también por visigodos y francos por el norte, y se acercaron los musulmanes al sur, con la frontera en Roda de Isábena. La historia del condado de Ribagorza se remonta a principios del siglo IX, primero unido al condado catalán de Pallars, separándose a finales del mismo siglo. Su topónimo aparece documentado por primera vez a principios del siglo X, en el Rótulo de Benasque. Entre los años 1000 y 1025 Sancho Mayor de Navarra se apodera del condado de la Ribagorza. A su muerte pasa a su hijo Gonzalo, y tras su muerte a Ramiro I reagrupa los condados aragoneses dando lugar al recién nacido Reino de Aragón. Durante la Edad Media el valle de Benasque disfruta de un auge comercial derivado de su situación fronteriza y de las explotaciones mineras. Tras el paso a la corona española, en siglo XVII comenzó el declive. Una grave sequera*, la peste y un terremoto, a lo que se añaden las sucesivas guerras. La población alcanzó un máximo en 1870, con 1.750 habitantes. Le sucedió la pérdida de más del 65% del censo durante el siglo XX, con un mínimo de 574 habitantes en 1970. En las últimas décadas ha sufrido una milagrosa recuperación gracias al despegue económico producido por el turismo, alcanzado los 2.121 habitantes en 2015.
*Sequera: Sequía.
Venasque está incluida en la lista de las poblaciones más bonitas de Francia, le Plus Beaux Villages de Francia. Un buen punto de partida para su visita es una de sus imponentes puertas de acceso. Su emplazamiento protegido por los escarpes rocosos fue reforzado ya en la época romana. Debieron consolidarse después durante el período merovingio, entre los siglos V y VIII. Las puertas actuales proceden de una restauración de principios del siglo XX.  
Ya dentro de la trama urbana, las calles estrechas forman un casco urbano surcado por calles irregulares, con bellas fachadas de casas donde se combina la piedra y el enlucido.


En el centro de la población confluyen varias calles dando lugar a una recoleta plaza, en cuyo centro se alza una pequeña fuente.


La calle principal avanza, atravesando la zona más activa del enclave, con pequeñas tiendas y alojamientos hosteleros, donde también se alza el Hotel de Ville, o ayuntamiento.


Al final se alcanza la iglesia de Notre-Dame. La construcción puede datar del siglo VI, y en el año 1258 se tiene constancia de la reconstrucción del edificio. Posteriormente fue reformada en los siglos XVII y XVIII. En su interior llama la atención que el ábside de la cabecera no está alineado con el eje de la nave, debido a las sucesivas reformas del templo. En cuanto a las portadas, una de ellas es románica, a los pies de la nave, y la otra barroca, en un lateral. La torre de planta cuadrada está coronada por una balaustrada y se culmina con chapitel piramidal de piedra.


Rodeando la iglesia se accede al baptisterio de San Juan Bautista, uno de los edificios religiosos más antiguos de Francia. Ello se debe a que procede de la época merovingia (siglo VI), aunque fue reformado en diferentes ocasiones hasta la etapa románica. El baptisterio era utilizado para bautizar por inmersión a catecúmenos adultos, de ahí las dimensiones del edificio. Aparece oculto desde el exterior por los edificios levantados en el siglo XIII. Su interior está compuesto de planta de cruz griega, con cuatro ábsides en los extremos. Se decoran con arcos ciegos que descansan sobre columnas romanas reutilizadas. En la zona central se alza pila bautismal original, de forma octogonal.


Benasque es uno de los pueblos más bellos de los Pirineos, con un gran potencial turístico gracias a la estación de esquí de Cerler, así como por sus grandes atractivos naturales, artísticos y gastronónimos que atesora en los pueblos que conforman el valle. Se accede a villa por la avenida de los Tilos.


Su casco urbano se estructura en torno a la calle Mayor, que recorre el pueblo de sur a norte. En ella están situados los edificios más notables. El antiguo Palacio de los Condes de la Ribagorza fue erigido en el siglo XVI, de ruda arquitectura montañesa pero con influencias renacentistas italianas. En la fachada principal se abre la puerta y cuenta además con ventanas rectangulares decoradas con buen gusto. En una de las esquinas se conserva un garitón de mampostería.


Al final se alza la plaza del del ayuntamiento en la que están situadas la Casa Fauré, el ayuntamiento y la iglesia parroquial, todos ellos alrededor de un gran tilo. Es conocida como la tellera de la plaza, y su copa se eleva hasta los 17 metros. Alrededor de ella cada 30 de junio tiene lugar el tradicional Ball de Benás, cuya música sirvió posteriomente de base al Himno de Riego.


La Casa Fauré destaca por su soberbia fachada, en una de cuyas esquinas luce una torre con un solo cuerpo de cuatro pisos. También está situado el ayuntamiento cerrando uno de los lados de la plaza. Se trata de un edificio reciente pero guardando las características constructivas del valle.


La iglesia de Santa María es un edificio renacentista, que recoge elementos anteriores románicos que datan finales del siglo XII. La entrada está compuesta de una portada de cuatro arquivoltas. Sobre ella un amplio rosetón con variada iconografía de la primera época románica. En su interior presenta planta cruz latina cubierta con bóveda de cañón ligeramente apuntada. La torre se halla adosada a los pies, compuesta de planta cuadrangular que se remata con chapitel piramidal.


Después de salir a la plaza y callejeando se llega a la calle Antón Cornel en la que se alza la Casa Juste del siglo XV, una de las casas fuertes de mayor interés arquitectónico de la villa. Junto a la vivienda sobresale la torre de aspecto defensivo, con remate de vistosas almenas. Presenta al exterior vanos cuadrados moldurados, y bajo las almenas dos vanos pequeños de medio punto, además de una fila de aspilleras.

4º Excursión Joréate por Aragón a Canfranc

Como ya era tradicional, al término de la temporada el dragón Chorche nos tenía preparada una excursión, ya en su cuarta edición. En esta ocasión los apuntados se acercaban a las cuarenta personas. Sin embargo el tiempo nos jugó una mala pasada, dentro de una primavera complicada y salpicada de tormentas. La previsión anunciaba lluvias todo el fin de semana, y así se mantuvo hasta el mismo día de salir. Por ello la mitad de los apuntados, fundamentalmente los que iban a pasar el día, decidieron no desplazarse ante tales augurios. Al final 24 personas arrancamos el sábado por la mañana. Tras salir de Zaragoza con abundantes nubes, la patrulla de reconocimiento nos iba anunciando sol en Monrepós norte, después en Sabiñánigo y finalmente en Jaca. Allí decidimos quedar buscando una alternativa a la lluvia que no llegaba. Comenzamos con un pequeño almuerzo, y después aprovechamos la visita a la ciudad de Jaca para realizar las fotos del concurso fotográfico de este año.

El dragón Chorche iba improvisando y adaptando el plan al tiempo, que parece que nos respetaba. Algunos de los presentes descubrieron con este breve paseo la riqueza monumental de la antigua capital del reino de Aragón. Entramos a la seo* y salimos a la plaza del Mercado. Paseamos hasta llegar a la Torre de la Cárcel. Finalmente tomamos la calle Mayor frente al ayuntamiento, donde algunas decidieron aprovechar la visita para hacer shopping. Después recorrimos el paseo de la Constitución, y finalmente terminamos rodeando la Ciudadela, sin perder ojo a los ciervos, y aprovechando el tapiz verde de sus alrededores para hacer piruetas de todo tipo.

*Seo: Catedral.

Como el tiempo aguantaba ante nuestra sorpresa nos aventuramos a realizar el paseo previsto. Así nos fuimos hasta el merendero situado cerca de Canfranc-Pueblo donde habíamos quedado en un principio y comenzamos a andar. Estaba nublado y hacía aire, pero arrancamos. Lo primero fue una foto de grupo en el puente medieval, que marcaba el inicio de ruta.

El Camino de Santiago tenía un trazado sencillo, sin desnivel, y discurría por la margen izquierda del río Aragón. Las vistas en todo momento eran preciosas, siendo el verdor predominante después de un invierno tan abundante en precipitaciones. En algunos tramos incluso se atravesaba pequeños bosques, y otros delimitados por muros, permitían buenas vistas. Después de media hora de camino la lluvia comenzó a caer. Como íbamos bien preparados los chubasqueros salieron de las mochilas.

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Valle de Canfranc, surcado por el río Aragón

Fue poco lo que cayó, y rápido los recogimos. En el tramo intermedio atravesamos la carretera por debajo dos veces, con un merendero situado en en este tramo. Ya quedaba poco para llegar a Villanúa, y el tapiz vegetal ofrecía en este tramo variadas flores. Poco después de una hora alcanzamos con éxito el destino. Era la hora de comer, y fuimos a buscar los coches. La comida estaba prevista a cubierto, en el porche de la oficina de turismo de Villanúa. Amenazaba lluvia pero pudimos comer tranquilos. Cuando terminamos llegó al final la lluvia, con una fuerte tormenta, tal cual anunciaban. Cuando paró decidimos tomar un café en un bar del pueblo. Allí estuvimos tranquilos de charradeta aprovechando para conocernos mejor, ya que este año había nuevas caras.

Salimos y hacía una tarde magnífica para pasear, nublada pero con buena temperatura y una agradable humedad. Atravesamos la zona deportiva de la localidad jalonada por zonas verdes. Cruzamos el río Aragón que bajaba con fuerza. Y al otro lado estaba el centro de Villanúa. El casco antiguo estaba oculto por apartamentos. En el paseo disfrutamos de la bella arquitectura tradicional pirenaica, pasando junto a la iglesia parroquial.

Sin mención de lluvia nos trasladamos a Canfranc-Pueblo, donde estaba situado el albergue donde dormíamos. Lo primero fue llevar las mochilas para alojarnos. Teníamos reservada la falsa, una habitación para más de veinte personas. Nos gustó mucho su interior, rústica, y llena de literas que enseguida entusiasmó a los más pequeños. También teníamos reservadas dos habitaciones dobles. Mientras nos instalábamos llegó la segunda y última tormenta del todo el fin de semana. Cargó con fuerza, pero de nuevo nos pilló a cubierto. Y mientras tanto nos comenzaban a llegar imágenes y vídeos de la fuerte tormenta que había caído en Zaragoza, con inundaciones que hacía años que no se veían. Cada vez nos dábamos cuenta de la suerte nos sonreía en esta cuarta excursión de Joréate.

Hasta la hora de la cena unos decidieron dar un paseo por el pueblo, saliendo como los caragols* después de la lluvia, y otros se quedaron en las habitaciones. Cenamos y al anochecer nos fuimos todos a Canfranc-Estación. A las diez tenía lugar un espectáculo de luz y sonido aprovechando la magnífica estación de tren. Casi veinte minutos en los cuales se iluminó de variados colores su gran fachada, acompañados de música y de una locución que fue contando la interesante histórica de este edificio. Nos encandiló a todos el espectáculo, en medio de una magnífica noche en cuanto a temperatura, y sin lluvia¡¡¡¡

*Caragol: Caracol.

Cuando llegamos al albergue vimos cómo el Real Madrid recogía su decimotercera Copa de Europa. Pero nosotros a lo nuestro, a resolver entre todos los ganadores del concurso fotográfico. Estuvimos votando entre las dos fotos que habían enviado cada uno de los participantes de la excursión. Al final casi nos gana el sueño, pero resolvimos. Ahí van las fotos premiadas en las dos categorías, adulto y niño. El premio para los ganadores, una cesta de productos ecológicos  y de temporada, acompañada de una visita al huerto de la Torre de Chorche, y una linterna para categoría infantil.

1º Premio Categoría adultos

1º Premio Categoría infantil

Al día siguiente algunos madrugaron para ver cómo amanecía la mañana y aprovechar el frescor matinal. Ya nos habíamos olvidado de la previsión meteorológica, y disfrutamos del día con un tiempo magnífico. Desayunamos y a las diez ya estábamos en marcha. Decidimos dar un paseo por el Camino de Santiago, todo ello sin estar previsto. Al final la mayor parte realizaron el trayecto desde Canfranc-Pueblo a Canfranc-Estación, de una hora de duración. De nuevo disfrutamos de un recorrido sencillo, atravesando zonas de bosques húmedos plagados de musgo y helechos. Y al cruzar el cauce del barranco de Ip, una preciosa cascada ofrecía un lugar de gran belleza donde poder hacer buenas fotos.

La mayor parte continuaron hasta llegar a Canfranc-Estación, mientras otros trasladaban los coches para no tener que realizar el camino de vuelta. Nos juntamos todos allí, con un pequeño almuerzo en el parque situado junto a la carretera. A mediodía teníamos reservada una visita a la estación. Nos incorporamos a un grupo mayor, y lo primero fue ponernos el casco, ya que estaba en obras. Un paso húmedo y frío bajo las vías permitía acceder al vestíbulo. Allí comenzó la explicación de la guía comentando por qué se construyó en el barrio de los Arañones la estación de ferrocarril. En la parte trasera del edificio, junto a unos antiguos vagones de tren continuó el relato con el cambio del entorno paisajístico necesario para ubicar aquí este edificio. Y finalmente en el interior de vestíbulo nos contó su historia durante los años de funcionamiento, siendo testigo de espías y del oro nazi. Para finalizar nos dio unas pinceladas del esperanzador futuro que parece se acerca cada vez más a este emblemático edificio.

A su término nos fuimos al albergue, ya que se acercaba la hora de comer. Poco a poco iba llegando a su término esta cuarta excursión. Tras el café hicimos una tranquila sobremesa en la plaza del pueblo, aprovechando la buena tarde. Buena conversación entre nuevos amigos mientras tenía lugar el partido de fútbol entre la juventud. Y otro pequeño paseo por el pueblo, terminando con la foto de despedida bajo la bandera republicana que hondeaba en el parque.

Un buen final para un fin de semana que prometía ser un desastre con lluvia en todo momento, y que todos recordaremos como una magnífica experiencia para repetir.

Esconjuraderos, lugares donde ahuyentar tormentas

En los Pirineos hay numerosos espacios destinados a un fin común: ahuyentar las tronadas*. Se trata de un curioso aspecto de la cultura y tradiciones pirenaicas. Una tormenta, con lluvia intensa, granizo, vientos huracanados y con impacto de rayos, podían en tan sólo unos minutos afectar seriamente a los cultivos, el ganado, la casa o incluso a las propias personas. Haciendas que había costado mucho trabajo conseguir y que eran imprescindibles para el sostenimiento de la economía rural.
*Tronada:Tormenta.

Para defenderse de las inclemencias del tiempo se recurría a las creencias populares. Había rituales no sólo para defenderse de las afecciones meteorológicas, sino también de todo tipo de fuerzas consideradas sobrenaturales que afectaban a la supervivencia y la salud. El Museo de Creencias y Religiosidad Popular del Pirineo Central, ubicado en Abizanda, ofrece un amplio recorrido por el complejo mundo de la magia y la superstición, que después fue incluido en la religión cristiana. En sus instalaciones muestra amuletos utilizados para proteger la casa, el individuo y la comunidad, así como los ganados y los campos. Ejemplos conocidos son los espantabrujas, situados en la parte alta de las chimeneas, o los cardos y patas de animales colocados en las puertas de las casas.
Desde tiempos ancestrales hubo personas con poderes especiales que con sus conjuros eran capaces de que las tormentas se alejaran de la población a la que debían proteger. Su poder podía llegar a controlar el lugar donde descargar todo su potencial. Estas tradiciones de origen pagano que tenían por objeto el control de la naturaleza por parte del ser humano fueron cristianizadas poco a poco por la Iglesia, incorporándose a la liturgia católica. La oración y los conjuros eran las únicas herramientas para luchar contra los efectos devastadores del tiempo. A pesar del desarrollo de la ciencia, en la actualidad el hombre no ha sido capaz de controlar eficazmente sus efectos, aunque sí predecirlas con cierta precisión.

Tradicionalmente se repicaban las campanas para combatir las tormentas. Todos los campanarios solían contar con una campana dedicada a Santa Bárbara, abogada contra las tormentas. A partir del siglo XVI ya aparecen documentados los esconjuros practicados en los pórticos, ventanas o campanarios de las iglesias. Entre los siglos XVI y XVII surgieron además pequeñas construcciones cubiertas desligadas de ellas, pero a escasa distancia. Su función era celebrar los rituales para ahuyentar las tormentas, aunque también las plagas y otros peligros para las cosechas. Su ubicación ofrecía amplias panorámicas desde donde los sacerdotes practicaban los conjuros.

En Aragón, y en concreto en la comarca del Sobrarbe se concentra la mayor parte de estas construcciones. Aquí son conocidas con el nombre esconjuraderos, que deriva del término aragonés esconchurar o esconjurar*. También hay algunos ejemplos en Cataluña llamados comunidors, con similares funciones. Y puede encontrarse algún ejemplo en la vertiente francesa.
*Esconjurar: Conjurar.

En cuanto a su tipología, los esconjuraderos aragoneses son pequeñas construcciones de planta cuadrada por lo general, con vanos de medio punto abiertos a los cuatro puntos cardinales. Fueron construidos en mampostería y piedra en los arcos. Se cubren con bóveda esquifada, semiesférica o por aproximación de hiladas, recubierta al exterior por losa de piedra en la zona pirenaica o teja árabe en el Prepirineo. En cuanto al pavimento puede ser de lajas de piedra, ladrillo o cantos rodados.
En la comarca del Sobrarbe contamos con ejemplos de esconjuraderos en Asín de Broto, Almazorre, Guaso, San Vicente de Labuerda, Mediano, Burgasé, Campol y El Pueyo de Araguás. En la comarca de la Jacetania en Baraguás. En el Somontano de Barbastro en Adahuesca y Alquézar. Y en la Hoya de Huesca la Cruz Blanca y la Cruz Cubierta en la Sierra de Guara.

El esconjuradero de Guaso está en una ubicación privilegiada. Situado en el barrio del Tozal, el más importante de los que forman la localidad, a escasa distancia de la iglesia parroquial de origen románico. Y cerca de Aínsa/L´Aínsa, a una distancia de unos seis kilómetros. Desde este punto hay magníficas vistas del valle del Ara, así como de la Peña Montañesa/Picón d´o Libro y Tres Serores/Treserols. Se trata de una construcción cuadrada abierta con cuatro arcadas de medio punto y cubierto con tejado cónico de losas.

Remontando el valle del río Ara, y tras pasar Fiscal, parte la carretera local que conduce a la pequeña localidad de Asín de Broto. Su esconjurador, como es conocido aquí, sirve da acceso al recinto formado por la iglesia parroquial y el cementerio. En este caso su estructura difiere del resto ya que cuenta con planta rectangular. Enfrentados se abren dos arcos de medio punto. Cuenta además con otro arco de medio punto completo, y dos más a modo de ventanas. En uno de los costados se encuentra el cementerio en un pleno elevado con lo que no cuenta con abertura. Se cubre con bóveda apuntada, y al exterior con tejado de losetas a dos aguas. Recientemente ha sido restaurado.

Otro espacio para ahuyentar tormentas está situado en San Vicente de Labuerda. Este pequeño pueblo se encuentra a siete kilómetros de Aínsa/L´Aínsa remontando el valle del Cinca, y tomando un desvío desde Labuerda. La única calle deja ya a las afueras en en el recinto formado por la iglesia románica, el cementerio y la casa abacial. El acceso al mismo lo constituye el propio esconjuradero. Un pequeño templete cuadrado con cuatro arcos de medio punto, uno de ellos adosado al cementerio. Se cubre con tejado a cuatro aguas cubierto con losas. En libros antiguos se ha conservado un texto de los que aquí se utilizaban durante los conjuros: «Boiretas en San Bizién y Labuerda: no apedregaráz cuando lleguéz t’Araguás: ¡zi! ¡zas!».

El último de los ejemplares mejor conservados está situado en la cabecera del río Vero, se encuentra la localidad de Almazorre. En el barrio alto, y en un extremo del recinto formado por la iglesia parroquial y la casa abacial, se emplaza otro bello ejemplo de esconjuradero. Tiene planta cuadrada y se accede al interior a través de una puerta de arco rebajado. En el resto de muros se abren vanos rebajados a modo de ventanas. Se cubre con bóveda de aproximación de hiladas y un esbelto tejado cónico a base de losetas al exterior.

Resistiendo no sólo las inclemencias meteorológicas, sino también sumergiéndose todos los años bajo las aguas del embalse de Mediano se encuentra otro de los esconjuraderos. Sólo es visible durante el estío ya que está bajo la cota máxima del pantano, de la cual sí que sobresale la parte alta de la iglesia parroquial de Mediano, situada a escasos metros. Su estructura responde a la misma tipología, con cuatro arcos de medio punto en dirección a los puntos cardinales. Sólo uno de ellos es completo, a modo de puerta, y el resto son ventanas. Se conserva la cúpula por aproximación de hiladas, pero carece del tejado original debido a su regular estado de conservación. Su antigua ubicación, al borde del barranco que perfilaba el casco urbano hace que sea un excelente emplazamiento, a pesar de en la actualidad las aguas represadas del Cinca impidan apreciarlo.

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San Emeterio y San Celedonio, una joya del Sobrarbe

La lista engrosa algunos que están en estado de ruina si no se interviene de manera rápida. Apuntalado se encuentra el esconjuradero de Burgasé. Esta localidad perteneciente al valle de la Solana, se encuentra despoblada como la mayor parte de las aldeas pertenecientes al mismo valle. Todas ellas se emplazan en torno al río Cajol, afluente del Ara por su margen izquierda. En cuanto al esconjuradero es el único en el que figura la fecha de construcción en uno de sus sillares, 1613. Se emplaza a pocos metros de la iglesia parroquial. Tiene planta cuadrada y el acceso de arco de medio punto. En el resto de los muros se abrían vanos rebajados, ahora tapiados. Se cubre con bóveda esquifada y con tejado de loseta a cuatro aguas. En su interior se conserva el pavimento con cantos rodados realizando figuras geométricas. Otra de sus singularidades es que bajo al mismo cuenta con una pequeña cámara abovedada que servía para recoger el agua de la calle y dar servicio a los huertos cercanos.

En el caso del Pueyo de Araguás su singularidad radica en que está situado sobre el cuerpo de campanas de la torre de la iglesia parroquial. Su estructura es similar a los anteriores, con planta cuadrangular y cuatro aberturas, tres de medio punto y un cuarto adintelado. Se cubre con bóveda esquifada al interior, y tejado de cuatro aguas de loseta.

El esconjuradero de Campol sufrió peor destino, ya que tras su ruina fue reconvertido en un almacén, modificando su estructura con dos puertas adinteladas. Es el último de lista de los ubicados en la comarca del Sobrarbe.

En la comarca de la Jacetania se encuentra el esconjuradero de Baraguás, el cual fue recuperado hace algunos años. Fue construido en 1652 y se trata de un edificio exento que tiene aspecto de torre, situado en las inmediaciones de la iglesia parroquial y del cementerio. En su cuerpo alto se abren cuatro vanos adintelados. Se cubre con tejado de madera recubierto con pizarra en forma de chapitel.

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En la Hoya de Huesca se pueden encontrar otros dos ejemplos de esconjuraderos, en plena Sierra de Guara. El primero de ellos conocido como la Cruz Cubierta se emplaza en un cruce de caminos, entre el embalse de Vadiello y la ermita de San Cosme y San Damián. Cuenta con planta cuadrangular y se abre a los cuatro puntos cardinales por arcos de medio punto completos. Se cubre con bóveda semiesférica, y al exterior por cubierta de teja a cuatro aguas.

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Vadiello, el espejo de la Sierra de Guara

En cuanto al segundo, la Cruz Blanca, se trata del esconjuradero de mayores dimensiones, contando con unos seis metros de lado, el doble de lo habitual. Se puede acceder a través de la pista anterior, o también tomando el acceso al embalse de Calcón, y antes de llegar tomando una pista a mano izquierda. Se abre con arcos de medio punto en tres de sus costados, dos de manera completa y otra a modo de ventana. Se cubre con bóveda semiesférica y al exterior con techumbre a cuatro aguas de teja.

Y finalmente en la comarca del Somontano aparecen los dos últimos esconjuraderos aragoneses. En el conjunto de la colegiata de Alquézar aparece semioculto en el recinto amurallado su esconjuradero. La torre central de la muralla alberga en su parte alta el espacio para ahuyentar las tormentas. Fue construida en el siglo XVI y recrecida en el siglo XVIII en ladrillo para albergar este fin. En su origen contaba con tres arcos de medio punto en cada lado, excepto en el costado donde se emplazaba el acceso adintelado. Se cubre la torre con cubierta de teja de cuatro aguas. Recientemente ha sido acondicionado su interior para albergar lavabos públicos. En el caso de Adahuesca, el esconjuradero forma parte del conjunto de la iglesia parroquial, situándose sobre la sacristía.

Miliarios en Aragón, marcando las distancias en las vías romanas

Un miliario, también conocido como piedra miliar, es una columna generalmente cilíndrica que se colocaba al borde de las calzadas romanas. Su función era informar de la ubicación y señalar las distancias a grandes ciudades. También era un instrumento de propaganda política, remarcando el emperador que había realizado la obra. Estaban situados cada milla romana. Esta distancia es igual a mil pasos romanos, con la peculiaridad de que ellos contaban un paso como el ciclo completo de un pie, es decir el movimiento de un pie mientras está apoyado el contrario. Esto equivale a una garrada*, o dos pasos de los contemplados en la actualidad. Esta distancia equivale a unos 1.480 metros aproximadamente.
*Garrada: Zancada.

Su altura oscilaba entre los dos y cuatro metros de altura, y su diámetro variaba entre 50 y 80 centímetros. En ellos aparecen inscripciones siguiendo las mismas pautas. En primer lugar el nombre del emperador bajo el cual se había construido o modificado la vía romana. En segundo lugar la distancia a Roma o a la ciudad más importante de la calzada. En tercer lugar el gobernador o unidad militar encargado de realizar las obras. Y finalmente aparecía el término “refecit” o “reparavit” si se trataba de una obra de reparación. Los primeros miliarios conocidos corresponden al periodo final de la República romana, que finalizó el año 27 a.C. La mayor parte corresponden a los siglos I y II, y en menor medida a siglos posteriores. Con las invasiones bárbaras se produjo la caída el Imperio Romano y dejaron de colocarse debido a la falta del mantenimiento de las calzadas romanas.

Las calzadas fueron esenciales para la conquista romana de nuevos territorios. Por ellas además de personas se introdujeron la cultura y política romana. Aragón fue una cruzillada* de vías romanas del nordeste de Hispania. En la época inicial el sistema de comunicaciones romano en el Valle del Ebro se articuló en torno a Ilerda. Desde allí partían las rutas hacia Osca y Celsa. Ésta última tenía un valor estratégico considerable, ya que contaba con un puente para atravesar el río Ebro. Con la fundación de Caesaraugusta hacia el año 19 a.C. y la construcción de un nuevo puente se modifican todos los esquemas viarios. La nueva colonia romana se convierte en uno de los nudos de comunicación más importantes de Hispania.
*Cruzillada: Encrucijada.

Gracias a las fuentes escritas y arqueológicas se puede componer un esquema del sistema viario romano en Aragón. Una de las primeras calzadas construidas fue la Vía Augusta, entre Ilerda y Celsa, una vez fundada esta colonia en el año 4 a.C. Pero posteriormente la ruta Ilerda-Osca-Caesaraugusta se convirtió en la ruta principal. Atravesaba tierras aragonesas procedente de Ilerda, pasaba por Pertusa en dirección a Osca y cruzaba el Ebro a través del puente situado en Caesaraugusta. Desde la capital del Ebro partían dos vías de comunicación con Pamplona, Caesaraugusta-Pompaelo. Una de ellas atravesaba la comarca de las Cinco Villas en dirección al norte, mientras que la segunda de ellas pasaba por la ciudad de Cara (Santacara, Navarra). En dirección a Las Galias y atravesando el Pirineo estaba la vía Caesaraugusta-Beneharnum. Discurría por el Gállego, y atravesaba la cordillera por el puerto de Palo, en el valle de Hecho, o por el actual puerto de Somport. Aunque otros estudios sitúan el trazado de esta vía por las Cinco Villas coincidiendo con la vía romana hacia Pompaelo, y después recorriendo el valle formado por el río Aragón. Otra de las rutas principales, Asturica-Caesaraugusta, pasaba por Bursau (Borja) y Turiaso (Tarazona). Por la ribera del Jalón pasaba la ruta Caesaraugusta-Emérita Augusta pasando por Bílbilis (Calatayud) y Arcóbriga (Monreal de Ariza). Hacia el sur estaba trazada la Vía Laminium, que conectaba Caesaraugusta con Laminio, en Ciudad Real. Finalmente entre las vías principales cabe también añadir la que discurría por el Bajo Aragón en dirección a la costa levantina, que tenía como punto de partida Contrebia Belaisca (Botorrita) y pasaba por Leonica (Mazaléon). Al conjunto de vías principales se añadían otras secundarias que permitían la organización del resto del territorio, comunicando los pequeños núcleos y villas. Aunque en el interior el transporte fundamentalmente se realizaba por las calzadas romanas, también existió el tráfico de mercancías a través del río Ebro. La existencia de esta vía fluvial queda atestiguada por los restos del puerto fluvial de Caesaraugusta. Esta comunicación en conexión con el Mar Mediterráneo tenía la ventaja de ser más fluida y rápida, y además enlazaba con esta importante ciudad en el nudo de comunicación terrestre más importante del noreste de Hispania.


Los restos arqueológicos de la calzada romana propiamente dicha son escasos en Aragón. Sin embargo son abundantes los restos de miliarios, que permiten confirmar el paso de las vías, pero sólo en algunos de los tramos. La mayor concentración de miliarios en Aragón tiene lugar en las Cinco Villas, perteneciente a la vía que comunicaba Caesaragusta y Pompaelo. El primero de ellos es el Miliario de Tiberio, encontrado cerca de Castejón de Valdejasa. Figura en su inscripción la mención a Tiburio quién reparó la vía, que fue trazada por su padre César Augusto. Corresponde la milla XXXV. Se encuentra el Museo Provincial de Zaragoza. El Miliario de Augusto, fue encontrado en el barranco de Valdecarro, cerca del castillo de Sora. En su inscripción menciona a César Augusto y a la legión X Gemina. Corresponde a la milla XXXIIX. Se encuentra en dependencias del ayuntamiento de Ejea de los Caballeros. La tercera piedra miliar de la zona, el Miliario de Tiberio, fue encontrado muy cerca del anterior, y nombra a Tiberio. Se encuentra el Museo Provincial de Zaragoza. Avanzando en la vía romana se alcanza el tramo más abundante en cuanto a restos. El Miliario de Layana fue encontrado cerca de la localidad. Se conserva sólo una parte del mismo donde se puede leer la inscripción referente el emperador Treboniano Galo. Está depositado en el Museo Provincial de Zaragoza. Avanzando por la vía, se alcanza la zona más abundante en restos arqueológicos hallados. Los Miliarios de Sádaba, Castiliscar, Sofuentes y Sos del Rey Católico son un conjunto de una veintena de piedras miliares. Buena parte de ellos fueron cedidos en depósito al Castillo de Javier, y después trasladados al Museo de Navarra. En ellos se nombra Augusto, Adriano, Tiberio, Treboliano Galo, Numeriano, Valeriano, Victorino, Caracalla, Carino, Constantino, Constancio Cloro y Licino. Debido a su estado de deterioro, y al no encontrarse íntegros, sólo se han podido ubicar la posición de cuatro de ellos, correspondientes a las millas LXV, LXIIX, LXX y LXXV. Y según algunos estudios el trazado de la vía Caesaraugusta-Beneharnum coincidía con este trazado, recorriendo el valle del Aragón y después atravesaba el puerto de Palo. A los pies de este dificultoso paso pirenaico, en el monasterio de Siresa, se conserva una lápida conmemorativa en mármol blanco fechada en el año 383. En ella se relata los problemas de mantenimiento de la vía romana, “Viam Famosam” que atravesaba el puerto de Palo “Summo Pyreneo”. Sin embargo el actual puerto del Somport era un paso mucho más fácil, y su actual nombre parece derivar de este término. A escasos metros de la frontera fue encontrado el Miliario de Somport que se conserva en un museo de Olorón.

En la vía romana procedente de Ilerda y en dirección a Osca se han encontrado tres piedras miliares. El Miliario de Tamarite de Litera fue encontrado en la partida Valbona, muy cerca de tierras catalanas. En la inscripción hace referencia a Tiberio, y marca la milla 246. Se encuentra en el Museo Arqueológico de Estudios Ilerdenses. El Miliario de Binaced fue hallado en la partida Torredella. Es de la época de Valeriano. Se encuentra en los jardines de una finca particular de la localidad. El tercero de ellos fue encontrado cerca de la carretera que une Ilche y Berbegal, y aporta escasa información ya que son escasas las letras esculpidas que se pueden leer, aunque sirve para localizar el paso de la calzada romana. Se conserva en el Museo Provincial de Zaragoza.

En el trazado de la vía Augusta que conectaba Ilerda con Celsa se han encontrado restos de varios miliarios. En Torrente de Cinca fueron encontrados tres de ellos por Juan Bautista Labaña en 1611. También encontró otra piedra miliar en la ermita de San Bartolomé en Candasnos. Se sabe de su existencia por los dibujos realizados, aunque estén desaparecidos los miliarios. En Cardiel fue hallado otro, el cual lo conserva su descubridor Aurelio Izquierdo. Y en Peñalba fue encontrado otro más, que también está desaparecido. A todos ellos se ha añadido más recientemente uno que con toda probabilidad fuera encontrado en las inmediaciones de Villa Fortunatus, en Fraga. Se conserva una pequeña parte y está depositado en una vivienda de La Iglesuela del Cid.

Otros miliarios encontrados de manera aislada son el Miliario de Domiciano, en Lucena de Jalón, cerca de Nertóbriga (La Almunia de Doña Godina). Y finalmente el Miliario de Augusto, hallado en Gallur. Este último es un fragmento que no está localizado en la actualidad.

Del sistema viario romano en Aragón, además de los restos de los miliarios, todavía se conserva la huella dejada en el topónimo de unas cuantas localidades. De los términos latinos “tertius”, “quartus”, “quintus”, “septimus”, “octavus” y “nonus” han derivado los nombres de algunos pueblos aragoneses. Están ubicados en torno a las dos ciudades romanas más importantes. En los alrededores de Huesca, la antigua Osca romana, se encuentran Tierz, Cuarte, Siétamo y Nueno. En la vía secundaria que comunicaba Osca con Barbastro estaban situadas dos de ellos. El topónimo de Tierz proviene de «tertium milliarium». Esta ubicada la localidad a tres millas de Osca, a unos cuatro kilómetros y medio distancia. En la actualidad este pequeño pueblo ha sufrido un aumento demográfico notable debido a la cercanía de la capital oscense, con la construcción de un buen número de viviendas unifamiliares, acompañadas de otros equipamientos. El núcleo principal cuenta con una pequeña plaza donde se alza la modesta iglesia de la Asunción.

Más adelante, en la misma calzada romana, está Siétamo que hace referencia al “septimum milliarium” de los romanos, a unos 10 kilómetros y medio de Huesca. En este lugar estuvo el palacio-castillo del conde de Aranda, lugar de nacimiento en 1718 Pedro Pablo Abarca de Bolea, noveno Conde de Aranda, y ministro de Carlos III. Se trata de uno de los personajes más importantes de la Ilustración española. Se conservan escasos restos del palacio, y parte de la muralla del castillo. En el centro de la localidad se abre una gran plaza donde se alza la iglesia de San Vicente, la Casa Almudévar y el nuevo ayuntamiento construido tras el paso de la guerra civil.

Partiendo de Osca y siguiendo el curso del río Isuela, una vía secundaria la conectaba con los Pirineos. A una distancia de unos trece kilómetros y medio, es decir, nueve millas romanas, se localiza Nueno. Su topónimo procede de “nonum milliarium”. Las viviendas de la localidad se alojan en una ladera orientada al sur, ofreciendo una bella estampa desde la autovía mudéjar. En la parte alta sobresale la iglesia de San Martín, con su torre mudéjar.

La última de las localidades cuyo nombre describe su distancia en millas a la capital oscense es Cuarte, el “quartum milliarium”, a una distancia de unos seis kilómetros. Se trata de un pequeño enclave situado al sur de Huesca y cerca de la alberca de Loreto. De la modesta iglesia parroquial de la Natividad despunta una torre de planta cuadrangular de sillería.

Alrededor de la antigua Caesaraugusta aparecen otras tres poblaciones con topónimo de un numeral romano: Cuarte de Huerva, Utebo y Quinto. En el “quartum milliarium” de la vía Laminium está la localidad de Cuarte de Huerva. Se ubica a una distancia de seis kilómetros de la ciudad romana de Caesaraugusta. El nombre de esta vía procede de su destino, la ciudad de Laminio, que estuvo situada en la provincia de Ciudad Real. Esta pujante población del valle del Huerva sobresale por su desarrollo urbanístico, ligado a la actividad industrial. Su centro neurálgico es una moderna plaza porticada, en cuyo extremo se alza el moderno edificio del ayuntamiento.

En la vía romana principal que remonta la ribera derecha del río Ebro está situada la población de Utebo. La “octavum milliarium” marca una distancia de ocho millas, es decir, doce kilómetros a la capital del Ebro. Esta localidad ha sufrido un importante crecimiento demográfico gracias a su excelente ubicación en el corredor del Ebro. De su casco antiguo destaca la magnífica torre mudéjar de su iglesia parroquial, uno de los ejemplos más bellos ejemplos de Aragón.

Y para finalizar el recorrido hay que trasladarse a unos cuarenta kilómetros de Zaragoza. El topónimo de Quinto procede del “quintum milliarium” que marca la distancia entre Celsa, una colonia romana enclavada junto al pueblo de Velilla de Ebro, y Caesaraugusta. A siete kilómetros y medio de Celsa se levantó un pequeño campamento militar, origen del actual pueblo. En su traza urbana destaca la calle principal en cuyos extremos conserva los tradicionales portales-capilla. Y en la parte alta conserva el Piquete, la antigua iglesia que tras la restauración se ha convertido la sede del Museo de Momias de Quinto. La fábrica de ladrillo se culmina con una tradicional galería de arcos de medio punto. Y la torre de planta cuadrada se embellece con el trabajo mudéjar de decoración a base de ladrillo.

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Meandros del Ebro, el tramo más sinuoso del río

Ciervo de Chimiachas, fiel retrato de un cérvido milenario

Desde Alquézar, una de las localidades más bellas de Aragón, parten multitud de itinerarios para disfrutar de la naturaleza tan agreste que rodea su casco urbano. En la parte alta de la localidad, junto a las piscinas hay un aparcamiento. Bordeando las instalaciones por la izquierda parte una calle que enseguida se convierte en sendero. Es necesario tomar las indicaciones hacia las balsas de Basacol, o de los Abrigos de Quizans y Chimiachas. El recorrido avanza y se interna en el barranco de Payuala. En unos veinte minutos se alcanza una zona con paredes verticales, que se atraviesa gracias a una pasarela metálica. Más adelante, en un pequeño desfiladero se cambia de margen gracias al puente de Payuela, que servía para el paso del agua y ahora es utilizado para el paso de los senderistas. Mediante unas escaleras se alcanzan las antiguas balsas de Basacol, después de media hora de caminata. Sirvieron como lugar de almacenamiento para el agua potable de la localidad de Alquézar hasta hace unos años. Ahora constituyen un punto de recogida de aguas para la extinción de incendios. El entorno ha sido acondicionado embelleciéndolo y ofreciendo un lugar de recreo dotado de bancos y mesas. En la balsa superior aparece un pequeño templete que emplaza en uno de los costados.

Por este punto pasa una pista que debe tomarse en sentido ascendente, y más tarde se coge un sendero. Tras hora y veinte minutos de recorrido se alcanza el cruce señalizado que conduce en pocos minutos a los corrales donde están los Abrigos de Quizans. Están compuestos por dos covachos. En ellos aparecen representaciones de estilo esquemático, en un entorno de gran belleza. Volviendo a la senda principal, se alcanza una nueva pista. En un nuevo cruce, junto a una caseta pastoril, se toma una pista en fuerte descenso. Más abajo se convierte en senda y rodeada de pinos y encinas se adentra en el angosto barranco. Se pasa junto a dos abrigos rocosos de grandes dimensiones y recorre el fondo del barranco. Al final un ramal en ascenso conduce definitivamente hasta el Abrigo de Chimiachas, en un lugar que parece inaccesible, tras dos horas de caminata.

El primer hallazgo del conjunto pictórico del Vero se debió a Antonio Beltrán en febrero de 1969 en Lecina. Con la llegada de Vicente Baldellou a la dirección del Museo de Huesca en junio de 1978 comenzó una primera campaña intensiva para la rechira* de pinturas rupestres en la cuenca del Vero. En estos trabajos le acompañó un grupo vinculado al Museo de Huesca, algunos vecinos de Alquézar y estudiantes del Colegio Universitario de Huesca. El gran volumen de abrigos descubiertos, 60 en total, así como la riqueza y cantidad de las pinturas rupestres lo convierten en un auténtico museo al aire libre de la Prehistoria. La singularidad de este conjunto recae en la agrupación en un espacio tan reducido de los estilos principales de arte rupestre europeo. En ellos se representan el arte paleolítico (estilo naturalista desarrollado en cuevas en torno al 18.000 a.C.), el arte levantino (estilo naturalista propio desarrollado en el arco mediterráneo entre el 6.000 y el 4.000 a.C.) y el arte esquemático (estilo basado en el simbolismo y la abstracción correspondiente a una sociedad agraria y ganadera y entre el 5.000 y el 1.500 a.C.).

*Rechira: Búsqueda, investigación.

En el año 1998 llegó su reconocimiento internacional, al ser integrados en la declaración del Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica como Patrimonio de la Humanidad. En total, son 727 los conjuntos situados en distintas zonas de Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Cataluña, Comunidad Valenciana y Murcia. Se trata del conjunto rupestre más grande de Europa. En las representaciones se muestran imágenes de la vida cotidiana en un periodo fundamental de la evolución cultural de la humanidad, entre el 10.000 y el 3.500 a.C. Se emplazan en abrigos rocosos en los que se narran las primeras escenas de narradas de la Prehistoria en Europa. A través de signos e imágenes figurativas se representan animales y seres humanos en escenas de caza, de plega*, danza o guerra en las que predominan los colores rojo, el negro y el blanco.

Plega*: Recolección, recaudación.

En el año 2001 fue declarado el Parque Cultural del Río Vero. Ocupa una superficie perteneciente a nueve municipios: Bárcabo, Colungo, Alquézar, Adahuesca, Santa María de Dulcis, Pozán de Vero, Azara, Castillazuelo y Barbastro. En esta figura de protección aragonesa se agrupan el patrimonio cultural y natural en su más amplio sentido: paleontológico, arqueológico, arquitectónico, etnográfico, paisajístico, geológico, museístico, gastronómico…

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Cañón del río Vero, naturaleza y arte en estado puro

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Dentro de este conjunto destaca el Ciervo de Chimiachas, una pintura rupestre ubicada en la margen derecha del barranco homónimo, afluente del río Vero. El abrigo se encuentra elevado sobre el cauce habitualmente seco, y emplazado en una oquedad alargada de 18 metros de longitud y 5 metros de profundidad, orientada al sureste. Se accede al mismo por un sendero y en su tramo final por unas escaleras metálicas. Contiene una única y espectacular representación de un ciervo, protegida por una reja. El majestuoso cérvido aparece pintado en solitario en posición estática. Su excelente estado de conservación permite apreciar la técnica utilizada en su ejecución. La silueta está pintada en rojo, con líneas gruesas, y la figura se rellena con tintas planas en diferentes tonalidades que oscilan del rojo vinoso a tonos más ocres. El resultado es una pintura realista de pequeño tamaño, que sorprende por su excelente factura, fuerza expresiva y belleza. Constituye la mejor muestra de arte levantino del Parque Cultural del Río Vero, así como el ciervo mejor conservado y más impactante de los existentes en el Alto Aragón.

En cuanto a su ejecución, se estima que fuera realizado entre el 6.000 y el 4.000 a.C., Perteneciente a la corriente naturalista del arte levantino dentro del arco mediterráneo de la Península Ibérica. La representación de ciervos en el arte rupestre levantino forma parte según algunos estudiosos de un ritual ceremonial. Aparte de las escenas de caza junto con otros animales, suelen aparecer en solitario o acompañados de otros ciervos o ciervas en actitud reposada. Se piensa que fueran considerados como animales sagrados debido a la insistencia en su representación. Pero también existen otras interpretaciones que hacen pensar que fueran simplemente elementos informativos de cara a otros pobladores, como para señalar lugares donde se pudiesen encontrar estos animales, con el fin de facilitar la caza de los mismos.

Universidad Sertoriana de Huesca, la primera universidad aragonesa

La primera universidad creada en Aragón fue la Universidad de Huesca. Y fue una de las pioneras en España, tan sólo después de Palencia (1208), Salamanca (1255) y Lérida (1300). El 12 de marzo de 1354 Pedro IV de Aragón en Alcañiz declaraba su creación. El denominado por aquel entonces Estudio General ofrecía la enseñanza de Teología, Cánones, Letes, Medicina y Filosofía. El privilegio le fue concedido a Huesca a pesar de la exclusividad con la que contaba la Universidad de Lérida. Ésta fue creada por Jaime II de Aragón medio siglo antes dictando que no se podrían crear universidades nuevas en la Corona de Aragón. La rivalidad entre ambas hizo que no se reconocieran los recíprocos títulos y grados que otorgaban.
Sin embargo los orígenes de los estudios en la capital oscense se remontan varios siglos antes. Quinto Sertorio fue el protagonista durante el siglo I a.C. de las guerras sertorianas en Hispania. Llegó a dominar la Península Ibérica estableciendo su capital en la ciudad íbera de Bolskan, denominada por los romanos Osca. Dentro de su estrategia decide crear una escuela en la que educaba según los fundamentos griegos y romanos a los hijos de los íberos aliados. Con ello se aseguraba la fidelidad de los padres. Gracias a la obra “Vidas Paralelas” se conocen todos estos hechos. Fue escrita en griego por el célebre autor Plutarco entre los siglos I y II d. C. Ésta permaneció oculta hasta finales del siglo XIV, cuanto se tradujo al aragonés con el patrocinio de Juan Fernández de Heredia en medio de la corriente humanista de la época. A partir del siglo XV se comienza a afianzar la fundación latina de la universidad, y se generaliza el nombre de Universidad Sertoriana de Huesca. La escuela latina sobrevivió a la muerte de su fundador, alcanzando la etapa más brillante bajo el mandato de Julio César y el emperador César Augusto, decayendo progresivamente después.
Al norte de la ciudad de Huesca, cerca de las murallas, estuvo ubicado el Palacio Real, destinado a residencia de los reyes aragoneses. El conjunto estaba formado por varios edificios en un gran patio rodeado por un muro. Se construyeron a finales del siglo XII y principios del XIII. De ellos se conservan los dos más importantes. Por una parte una gran torre hexagonal que en su origen pudo ser más alta y estuvo rematada con almenas. En su interior cuenta con dos plantas, en cada una de las calles cuenta interiormente con un ábside. La inferior es conocida como la sala de la Campana de Huesca, en la cual no pudo llevarse a cabo este afamado hecho ya que se construyó después de tener lugar. La leyenda cuenta que el rey Ramiro II el Monje mandó decapitar a los nobles desobedientes y con ello quiso dar ejemplo a todos los demás. En la parte superior está la sala de Doña Petronila, rodeada de arcos ciegos sostenidos por capiteles. El otro edificio, más grande y alargado, fue transformado profundamente en el siglo XVI. El resto de edificios de menor tamaño no se conservan en la actualidad.

Los inicios de la Universidad de Huesca fueron precarios, siendo gobernada y patrocinada por los jurados de la ciudad. Para el comienzo de la actividad posiblemente fueron adaptadas aulas en las dependencias del Palacio Real, momento en que ya era poco utilizado por los reyes. Hubo numerosos problemas económicos que incluso provocaron la suspensión temporal de las clases en el año 1450. Su refundación fue impulsada en la década siguiente por el rey Juan II de Aragón, que realizó reformas encaminadas a su impulso. En el año 1464 la universidad fue avalada con la bula del Papa Paulo II. Posterior a esta fecha es el escudo de la universidad, en el cual se representa las figuras de un Cristo crucificado y a ambos lados los titulares de los santuarios oscenses de gran devoción de Pedro IV, Santa María de Salas y San Martín de la Val de Onsera. En la parte inferior aparecen representados el escudo real con las barras de Aragón, y los escudos de la Santa Sede y de la ciudad de Huesca.
Durante el siglo XVI tuvo lugar uno de los episodios más destacables. El duro conflicto entre Huesca y Zaragoza ante el surgimiento de una nueva universidad duró muchos años. Los oscenses se aferraban al privilegio real de exclusividad de los estudios en territorio aragonés, que por otra parte ya se habían violado en el conflicto anterior con Lérida. En el año 1542 el Emperador Carlos V otorgó el privilegio de creación de la Universidad de Zaragoza. Sin embargo la precaria situación económica dilató el proceso hasta el año 1583, gracias el empeño de Pedro de Cerbuna. En este momento el pleito entre ambas universidades llegó al momento más álgido. Desde Huesca se hacían valer de su antigüedad rememorando los estudios de Sertorio.
Respecto a las instalaciones, a principios del XVI, se reformaron los espacios que servían para la enseñanza. Las clases se impartían también en varios edificios de la ciudad. Durante este siglo la Universidad de Huesca se dotó de dos colegios mayores, a imitación de los de Salamanca. Se trataba de instituciones que daban formación universitaria de grados mayores (licenciatura y doctorado). Además de dar alox*, estaban destinados a los estudiantes de mérito pero con pocos medios económicos. En el año 1534 se fundó el Colegio Imperial y Mayor de Santiago, con trece plazas. Y en 1587 se fundó el Colegio Mayor de San Vicente Mártir. Tras la visita del rey Felipe II dos años antes, se reforma la provisión de las cátedras, estableciendo el sistema de concursos con una lección pública desarrollada ante bachilleres y estudiantes que al menos lleven tres años cursados.
*Alox: Alojamiento.

A fines de ese siglo XVI entra en grave decadencia académica. Ligado a ello la entidad carecía de aulas suficientes, así como de espacios adecuados como un teatro, teniendo que usar la cercana iglesia del Hospital. Para paliar esta situación a principios del siglo XVII comenzaron las obras de reforma de uno de los edificios del Palacio Real. Fueron suprimidas las plantas y se convirtió en una gran sala, cuyas obras terminaron en 1638. El espacio principal era un gran salón, paraninfo o teatro, utilizado para los actos más solemnes de la institución académica. Presidiendo la sala desde el año 1768 hubo un cuadro de grandes dimensiones en el cual se presentaba a Quinto Sertorio montado a caballo, y al fondo la ciudad amurallada de Osca. En la parte inferior aparece la leyenda en latín que identifica al militar romano como fundador de la universidad oscense.

La Universidad Sertoriana de Huesca había alcanzando gran prestigio a finales del siglo XVII. Contaba con numerosos alumnos y los edificios donde se desarrollaba la actividad eran insuficientes. Fue necesario proyectar un nuevo edificio que fue diseñado por el arquitecto oscense Francisco de Artiga en 1690. Se ubicó sobre el gran patio del Palacio Real derribando algunos edificios y conservando el edificio palaciego que había sido transformado en teatro. La construcción de planta octogonal se disponía en torno a un patio porticado descubierto, alrededor del cual se estaban las cambras*. Francisco de Artiga fue un polifacético personaje que desarrolló dos proyectos principales en su vida: el edificio de la Universidad de Huesca y la presa de Arguis. En su proyecto original para el edificio académico no se llegó a materializar la monumental fachada que plasmó en un grabado. Al estilo clásico planteaba dos niveles separados por columnas y coronados por un frontón en cuya parte más alta estaba la figura ecuestre de Quinto Sertorio, afianzando el mito sertoriano de su fundación. En su lugar se realizó una más austera, en la línea de los edificios de la ciudad. Se trata de una portada barroca con piedra de arenisca. El resto de los muros exteriores no presenta decoración.
*Cambra: Estancia, sala, habitación.


Con la nueva sede, en el siglo XVIII, tiene lugar la época más floreciente de la Universidad de Huesca. En aquellos años acudían numerosos alumnos catalanes tras el cierre de la universidades catalanas ordenado por Felipe V. Esta medida fue tomada por su postura durante la Guerra de Sucesión. Años después se creó una nueva universidad catalana en la localidad leridana de Cervera que sí había guardado fidelidad al nuevo rey. Sin embargo al acercarse el final del siglo se agrava la situación de la universidad, con una situación económica muy compleja. El plan universitario de Caballero en 1807 dio lugar a la desaparición de la mitad las universidades españolas, aunque la de Huesca superó esta prueba. Sin embargo el plan universitario de Calomarde en 1824 eliminó la enseñanza de Medicina de la universidad sertoriana. El motivo es que no se adaptó a la reforma académica que propugnó la utilización de la medicina práctica y el estudio de la anatomía. La Guerra de la Independencia supuso el golpe final a la universidad oscense. En el año 1845 cierra definitivamente sus puertas.


A partir del año 1850 se valora la posibilidad de crear un museo aprovechando los fondos universitarios. Uno de sus promotores, el pintor Valentín Carderera, donó gran parte de su colección privada. En el año 1873 tiene lugar la inauguración oficial. De manera paralela el edificio mantuvo su labor educativa convirtiéndose en Instituto de Segunda Enseñanza. Casi cien años después de su supresión, en 1940, el Patronato Provincial para el Fomento de los Archivos, Bibliotecas y Museos acordó solicitar el traslado de los fondos documentales de la universidad al Archivo Histórico Provincial de Huesca, donde se encuentran en la actualidad. Respecto a las instalaciones de la antigua universidad fueron adaptadas como sede del Museo Provincial de Huesca en 1968. En los años 1993 y 1999 se llevaron a cabo sucesivas reformas de las instalaciones museísticas.


En el año 1967 surgió una nueva universidad en Huesca. En ese año comienza la andadura de la Universidad Laboral “Quinto Sertorio” de Huesca. Fue una de las veintiuna que se crearon en toda España durante el régimen franquista. Eran calificadas como universidades para los hijos de obreros, y fueron diseñadas para acoger a la población rural en éxodo a las ciudades. El resultado eran grandes centros educativos de alumnos internos donde se les dotaba de formación integral, primando las enseñanzas de química, mecánica y electricidad. También se crearon universidades laborales femeninas, como la de Zaragoza, inaugurada el mismo año. Con ello se reconocía el derecho de las mujeres trabajadoras a una adecuada educación laboral. El edificio de la Universidad Laboral del Huesca se levantó en una parcela situada cuatro kilómetros al sur del casco urbano, cerca de la carretera de Zaragoza. Los autores del proyecto fueron los arquitectos José López y Luis Laorga. Los edificios de escasa altura, a excepción de la residencia y el edificio principal, ocupan 30 hectáreas. Su elemento más significativo es la pirámide, situada al frente del acceso de las instalaciones. En su interior alberga un gran salón de actos con capacidad para 1.200 personas. El bloque educativo está compuesto por aulas interconectadas por pasillos y separadas por patios interiores. La capacidad de la universidad fue de 1.800 alumnos, de los cuales 1.200 tenían régimen de internado. Las enseñanzas que se impartieron fueron Formación Profesional Industrial (rama química), Ingeniería Técnica Industrial (rama química) y Curso Preparatorio. Con la transición política tras la muerte de Franco este modelo educativo es cuestionado, y se cierran todas las universidades laborales siendo el 1977-1978 el último curso. Se reconvierten en centros de enseñanzas integradas. En la actualidad las antiguas instalaciones en Huesca albergan el Instituto de Enseñanza Secundaria Pirámide.

Tras la disputa entre las universidades de Huesca y Zaragoza con motivo de la creación de ésta última, 128 años después de la desaparición de la universidad sertoriana volvieron los estudios universitarios a la capital oscense. La paradoja hizo que fuera de la mano de la Universidad de Zaragoza. En octubre de 1973 nace el Colegio Universitario de Huesca, adscrito a la universidad zaragozana. En ella se impartían Filosofía y Letras y Medicina, ocupando diferentes edificios en la ciudad. Con la transferencia de las competencias educativas a Aragón, en 1996 se transforma en la Facultad de Huesca, albergando el primer ciclo de Medicina y la Licenciatura de Humanidades. En el año 2001 se reestructura el Campus de Huesca y se crean la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación, y la Facultad Ciencias de la Salud y del Deporte. En esta última se han ido ampliando las licenciaturas y a día de hoy cuenta con Grado de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, Grado de Odontología, además del Grado de Medicina. Y finalmente la Facultad de Empresa y Gestión Pública. A las facultades se suman la Escuela Politécnica Superior en la cual se imparten los Grados de Ciencias Ambientales e Ingeniería Agroalimentaria. Y también la Escuela Universitaria de Enfermería.


La tradición universitaria oscense no termina ahí, ya que más recientemente se ha creado una nueva universidad. La Universidad Ciudadana de Huesca no se basa en las enseñanzas regladas. Versa sobre el intercambio del conocimiento entre personas. En el año 2012 nace esta escuela abierta y cívica con la idea de servicio a los ciudadanos. El fundamento tiene como base la certeza de que todas las personas tienen conocimientos singulares que aportar, inquietudes que mostrar, sentimientos y emociones que transmitir, solidaridades que realizar y también acciones que llevar a cabo. Nuestros vecinos nos pueden enseñar mil cosas: desde cómo tejer un lienzo hasta cómo construir un circuito electrónico, una casa, un generador de viento o cómo modelar nuestra mente o saber cuándo hay que sembrar o plantar hortalizas. En las actividades propuestas un día uno puede enseñar y otro día aprender, o todo al mismo tiempo. Esta manera de enseñar es completamente diferente a la enseñanza reglada, ya que el coste para los asistentes es nulo o escaso. Y por ello la financiación no es un problema, basándose en la autosuficiencia sin necesidad de la petición de subvenciones. Entre las propuestas que en la actualidad ofrecen destacan cursos y talleres de diferentes temas, como literatura, fotografía. Y también senderismo con paseos por los alrededores de Huesca. Una visión diferente de la universidad, basada en el mismo fundamento, aprender conocimientos.

Bibliografía:

Carlos Garcés Manau. Quinto Sertorio, fundador de la Universidad de Huesca. El mito sertoriano oscense.

Anabel Bonsón Aventín. 25 años de un centro universitario en Huesca. 1999. Ed. Universidad de Zaragoza.

Enrique Satué Oliván. Una pirámide en el carrascal.
«Huesca siglo XVIII», de Antonio y Joaquín Naval Más.

Alabastro, el mineral aragonés más internacional

El alabastro tiene su origen etimológico en el término αλάϐαστρος, procedente del griego antiguo. Con este nombre, Alabastron, los griegos renombraron una ciudad egipcia cercana a Tebas donde se extraía este material. Se utilizó éste para elaborar a partir del siglo XI a.C. unas pequeñas vasijas, que tomaron el nombre los alabastrones. Generalmente eran estrechas y de cuerpo redondeado, y no tenían ansas*. En ellas se portaban perfumes o ungüentos. Inicialmente se hacían con calcita, el alabastro de los antiguos, aunque después se fabricaron con terracota. Su uso se extendió a la Antigua Grecia a partir del siglo VII a. C, y también a otros puntos del mundo antiguo y de la cultura clásica. Desde su origen, se denomina alabastro a dos minerales totalmente diferentes: la calcita y el yeso. Sin embargo su composición y sus propiedades físicas no tienen nada en común. El alabastro calcáreo está constituido fundamentalmente por calcita (CaCO3) y se presenta en masas fibrosas, translúcidas, formadas por capas de crecimiento paralelas o concéntricas. Su dureza ronda el valor 3 en la escala de Mohs. En cuanto al alabastro yesoso, es el conocido en la actualidad como alabastro. Se trata de una rara variedad de yeso (CaSO4.2h2O). Tiene una dureza de 1,5 a 2 en la escala de Mohs, es decir, se raya con la uña. Su aspecto es compacto y está constituido por diminutos cristales de yeso, de entre 10 y 80 micras. Este tipo de yeso se presenta en masas compactas y homogéneas, de grano fino, y color blanco o ligeramente gris. Los alabastros más puros y constituidos por cristales más finos son los de mayor calidad.
*Ansa: Asa.
Sus propiedades físicas (translucidez, densidad, dureza, color, etc.) le confieren unas peculiares características ornamentales. Sus tonalidades entre blanquecinas y grisáceas, además de permitir el paso de la luz son los motivos por los cuales el alabastro es valorado como piedra decorativa. Debido a la textura que le confiere el pequeño tamaño de grano, similar al mármol pulimentado, es apreciado para el uso en la construcción así como en numerosos trabajos de arte. Además su blandura permite tallarlo con formas muy elaboradas con cierta facilidad. Sin embargo también tiene propiedades que han limitado su empleo. El alabastro es menos resistente a compresión (200 kg/cm2) que otras piedras naturales de uso equiparable como el mármol (de 600 a 1000 kg/cm2). Además cuando se expone a altas temperaturas, pierde moléculas de agua, y por lo tanto su translucidez. Debido a ello se aconseja para la decoración de interiores. También es soluble con el agua, por lo que puede sufrir serias erosiones superficiales el alabastro expuesto a este agente.
Una de las peculiaridades es su procedencia. La mayor parte de la producción mundial procede de Aragón. Esta variedad de yeso se extrae en menor medida en otras canteras españolas así como de Italia, Grecia, Inglaterra, Alemania, Libia o Egipto. Los yacimientos aragoneses se concentran en dos zonas: en el entorno del valle del Ebro, en la Ribera Baja del Ebro y Bajo Martín, y en la zona de Calatayud, en concreto en la cuenca baja del Jiloca. En la actualidad son 8 las empresas que llevan a cabo la extracción de este mineral en 10 explotaciones activas que ocupan una superficie cercana a las 180 hectáreas. El sector emplea de manera aproximada a unos 200 trabajadores. La formación de este mineral comenzó en la Era Terciaria, gracias a depósitos que tienen una antigüedad de entre veinte y treinta millones de años. En la zona del valle del Ebro las capas de alabastro suelen ser de entre uno y dos metros de espesor, cuyos estratos horizontales se intercalan con capas de arcilla, areniscas y margas. También en forma de grandes bolos rodeados de arcillas. En la zona de Calatayud los bancos de yesos tienen espesores de entre 4 y 12 metros. Uno de los inconvenientes es el impacto medioambiental que provoca su extracción. La explotación se realiza a cielo abierto y de todo el material extraído sólo se aprovecha el 10% una vez eliminadas las impurezas. La actividad de las sernas* causa un grave impacto en el paisaje, difícil de restaurar en un clima tan árido. A ello se añade que el mineral es muy soluble en agua y el relieve se erosiona con facilidad.
*Serna: Cantera de piedra.
Aragón cuenta con seis centros de tratamiento para la elaboración industrial y artesanal. Se ubican en las localidades de Quinto, Sástago y Zaragoza, en esta provincia, y Azaila, Albalate del Arzobispo y La Puebla de Híjar, en Teruel. La producción que es apta para su comercialización, oscila entre las 25.000 y las 40.000 toneladas al año. Tras la extracción se procede a su tratamiento. La piedra en bruto es limpiada y cortada en placas de distintas medidas y grosores. Es necesario un dispositivo especial de enfriamiento para impedir que durante el corte las láminas se vuelvan opacas bajo el efecto del calor. También se prepara el alabastro en cilindros tubulares para su comercialización. Aragón está a la cabeza de la producción mundial y su alabastro se comercializa en diferentes mercados como el de Estados Unidos o países asiáticos.
El Gobierno de Aragón, a través del Departamento de Industria e Innovación y de su Dirección General de Energía y Minas, ha apoyado durante los últimos años la promoción, el desarrollo y la expansión de la producción de alabastro. En diciembre de 1999 se creó la Asociación para el Desarrollo del Alabastro en Aragón. El objetivo es la mejora de las técnicas empleadas, la restauración de los terrenos afectados, la transformación en nuestro territorio y la comercialización en busca de nuevos mercados. De igual modo, entre los objetivos públicos compartidos con el sector empresarial y la Universidad de Zaragoza se encuentra obtener una certificación para el alabastro de la Asociación Española de Normalización y Certificación (AENOR) con el fin de permitir la exportación del alabastro como material de construcción y abrir de esta forma nuevos mercados en el extranjero.

Por otra parte, desde hace años se lleva a cabo en Albalate del Arzobispo el Simposio Internacional de Escultura en Alabrastro el cual atrae a artistas reconocidos a nivel nacional e internacional. El Centro Integral para el Desarrollo del Alabastro (CIDA), cuyas instalaciones radican en esta localidad, es quién se encarga de su organización. Es además la sede del Proyecto Alabastro. Su objetivo es busca desarrollar y potenciar este mineral precioso, con grandes posibilidades económicas, sociales y culturales. El fomento de creación artística, uso en la arquitectura y la joyería son las líneas de actuación generales. En sus instalaciones además se organizan diferentes cursos formativos y se están promoviendo residencias artísticas.

El alabastro ha sido considerado la piedra del arte por excelencia desde la antigüedad clásica hasta hoy en día siendo uno de los materiales más utilizados por arquitectos y escultores debido a sus peculiares características geológicas. En cuanto a Aragón, debido a disponer de abundante material, ha tenido un uso muy amplio. Su empleo se remonta a la época romana, con la reconstrucción de las murallas de Zaragoza sobre el siglo III d. C. En época musulmana este material fue empleado tanto en la muralla del Palacio de la Aljafería como en la decoración interior. El arte románico lo aplica fundamentalmente en ventanas de iglesias y ermitas, aprovechando su propiedad traslúcida. Sin embargo la utilización del alabastro toma mayor impulso durante el periodo gótico y renacentista, no sólo en la arquitectura religiosa sino también en la arquitectura civil e institucional. En cuanto al alabastro aragonés ya gozaba de prestigio fuera de nuestras fronteras en el siglo XVI, siendo entonces citadas las canteras de Gelsa y Fuentes de Ebro, sin olvidar otras situadas en Fuentes de Jiloca y Borja.

aljaferia_alabastroLa lista de obras en las que se ha utilizado el alabastro en Aragón es interminable. Una de las ejecuciones más tempranas y sobresalientes es el sepulcro del arzobispo Lope Fernández de Luna (1382), en la Seo de Zaragoza. Un siglo después en la misma catedral se llevó a cabo el gran retablo mayor (1488), una de las mejores y más influyentes obras góticas aragonesas. En ella participaron Pere Johan, Hans de Suabia, Francisco Gomar y Gil Morlanes el Viejo. Sus dimensiones son de 16 metros de alto por 10 metros de ancho. El alabastro en esta ocasión fue policromado, con detalles en color dorado, dejando zonas con la blancura de este material, estableciendo un bello contraste. Precisamente Gil Morlanes fue el encargado de llevar cabo el retablo del monasterio de Montearagón (1509), el cual ahora se encuentra depositado en la catedral de Huesca. Unas décadas después fue encargado a Damián Forment el retablo del altar mayor de la entonces colegiata de Nuestra Señora del Pilar (1518) de Zaragoza. Su única condición era que fuera tan bueno o mejor que el de la Seo. Por aquel entonces también se culminaba otra de las joyas del renacimiento aragonés, la portada del monasterio de Santa Engracia de Zaragoza (1517). Fue iniciada por Gil Morlanes El Viejo y terminada por su hijo Gil Morlanes El Joven. Calatayud también cuenta con la magnífica portada de la colegiata de Santa María (1528) ejecutada por Esteban de Obray y Juan de Talavera. Ambas portadas tuvieron que protegerse de las inclemencias meteorológicas, ya que el alabastro es sensible a la lluvia.

portadacolegiatasantamariacalatayud_alabastroDamián Forment también ejecutó el encargo del retablo mayor de la catedral de Huesca (1534), nada menos que por cinco mil ducados de oro.  Pero el alabastro también dejó la huella en la arquitectura civil, con uno de los conjuntos artísticos más representativos del arte renacentista aragonés, el Patio de la Infanta (1550). Formaba parte del Palacio de Gabriel Zaporta, que fue desmontado por la ruina del edificio. Tras ser comprado y trasladado a París por un anticuario, volvió a Zaragoza instalándose en la sede central de Ibercaja, cerca de su anterior ubicación. El retablo de la Catedral de Santa María de la Asunción de Barbastro fue encargado a Damián Forment y su discípulo Juan de Liceyre dejando terminada la parte inferior en 1560. Hasta 1602 no se completó el retablo en un estilo completamente distinto. Uno de los últimos retablos de esta floreciente etapa es el retablo del monasterio de Rueda (1609) ejecutado por los maestros Esteban y Borunda. Tras la desamortización de Mendizábal el retablo cruzó el Ebro, y se trasladó a la iglesia parroquial de Escatrón.

patioinfanta_alabastro

En los últimos años este material ha sido utilizado en Aragón en obras tan emblemáticas como el antiguo Pabellón de Aragón en la Expo de Sevilla (1992), o en el Auditorio de Zaragoza (1994). Pero el alabastro aragonés también ha sido utilizado fuera de nuestras fronteras formando parte del Museo de la Fundación Miró de Palma de Mallorca (1992), el edificio de la Asamblea de Madrid (1998) o la Catedral de Los Ángeles (2002), en Estados Unidos, obra del afamado arquitecto Rafael Moneo. No sólo los arquitectos lo incorporan a sus obras, también es la materia prima para escultores como Eduardo Chillida. Un ejemplo de ello es la obra de “Homenaje a la mar” (1984).

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Y también José Miguel Abril, escultor turolense con diversas obras realizadas con alabastro, entre ellas “Velocitauro” (2009).

velocitauro_alabastroFoto cedida por José Miguel Abril

Además de toda la obra artística, en el siglo XX el alabastro comenzó a ser utilizado en el diseño de interiores residenciales por diseñadores del Art Deco y Art Nouveau. El resultado es crear espacios personales y únicos aportando una iluminación agradable y acogedora tanto con luz artificial como con luz natural. También se ha incorporado al diseño de mobiliario, como muebles para baños, dormitorios, puertas, mesas e incluso sillas realizadas en su totalidad con alabastro. Todo ello añadido a la tradicional fabricación de aparatos de luz decorativos, como tulipas y plafones.