Ibón de Escalar, kilómetro cero del río Aragón

El término Aragón tiene un origen incierto aunque existen varias teorías. Dio nombre al río que nace y surca los valles más occidentales del Pirineo Aragonés. La hipótesis del origen vasco se basa en la traducción del actual término “arago”, que significa “más allá” o “hacia allá”. Esta definición sería coherente para definir un territorio que lindaba con el de los vascones, pero no para dar nombre a un río. Además choca con la ubicación temporal de esta palabra, ya que no hay constancia de que en aquella época existiese dicho término. Incluso puede proceder de otras lenguas (celta, latín, español o el íbero) de las cuales el vasco ha recibido numerosas aportaciones. La segunda hipótesis se basa en el poblamiento íbero de la comarca de la Jacetania. Muchas de las palabras de este idioma comienzan por “ara”, “are” y “ari”, cuyo significado es “ahí” o “aquí”. Y la influencia vasca sobre esta zona podría modificar esta traducción como “tierra de aquí”, “el país”. La tercera hipótesis busca el origen en lenguas indoeuropeas: celta, sánscrito o el védico. En ellas las raíces “ar” y “ara” significan “agua”, “río”. Precisamente hay hidrónimos que vendrían a ratificar esta teoría como el río Arga, en Navarra, el río Aare en Suiza o el río Argun en el Cáucaso.

Con el avance de las tropas musulmanas y la ocupación de la Península Ibérica los carolingios necesitan proteger su frontera al sur. Designan en el año 802 como jefe militar a Aureolo. El territorio del cual estaba encargado correspondía a los valles de Echo, Ansó y Canfranc, surcado por los ríos Aragón y Aragón Subordán. Se le atribuye el título de primer conde de Aragón, aunque las escasas fuentes escritas no aseguran un auténtico dominio jurisdiccional sobre esta zona. Su muerte en el año 809 fue aprovechada por los musulmanes para recobrar plazas fuertes. Entonces fue designado por los reyes francos el conde Aznar I Galíndez. En el año 820 fue depuesto por su yerno, convirtiéndose García Galíndez en el nuevo conde de Aragón. Con este cambio se produjo un desvinculamiento con los francos y un acercamiento al reino de Pamplona. Hasta 1035 Aragón y Pamplona estuvieron unidos. A la muerte de Sancho III el Mayor en ese año, su hijo Ramiro I toma las riendas de Aragón. Con la muerte de su hermanastro en 1045 añadió los territorios de Sobrarbe y Ribargorza. Con esta incorporación se le considera el primer rey de Aragón. Con el avance de la reconquista se tomaron las tierras que dieron lugar a Aragón. Más adelante se creó la Corona de Aragón, producto de la confederación de varios reinos y condados que llevaron el nombre de Aragón recorriendo el Mar Mediterráneo hasta el mismo Partenón de Atenas, en Grecia.

El río Aragón dio nombre al condado, reino, corona y actual comunidad autónoma, una tierra con entidad propia desde hace doce siglos hasta la actualidad. Es el segundo afluente más caudaloso del Ebro, después del Cinca, y nace en el ibón de Escalar. En sus inicios se le incorporan las aguas del barranco de Astún y de varios arroyos, conformando el valle de Astún. Este pequeño valle de alta montaña pertenece paradójicamente al término municipal de Jaca, a pesar de estar situado a unos treinta kilómetros de la ciudad. El Puerto Astún pertenece a Jaca por lo menos desde el siglo XIV. En esta época se llegó a un acuerdo con el valle del Aspe para el aprovechamiento común de este valle y de terrenos comunales del valle francés bajo unas determinadas normas. Este tratado se mantuvo entre ambos valles incluso en épocas políticamente inestables entre ambos países. En la actualidad todavía se siguen celebrando arrocladas* para ratificar estos acuerdos de manera festiva. El valle limita al sur por el Pico La Raca (2.277 m), al este por la Punta Mala Cara (2.268 m) y por el Pico de Astún (2.283 m). Al norte haciendo frontera con Francia se alzan la Punta del Escalar (2.283 m), el Pico Escalar o Pic de Belonseiche (2.297 m) y el Pic Bénou (2.267 m).
*Arroclada: Reunión.

Debido a las buenas condiciones meteorológicas el ayuntamiento de Jaca promovió el establecimiento de una estación invernal, gracias al empeño de un grupo de pirineístas, entre los que se encontraba Santiago Marraco y José Manuel Pantoja. En diciembre de 1976 se puso en marcha la Estación de Astún. Ocupa terrenos situados entre los 1.700 y los 2.300 metros de altitud. La Casa de Astún, bloque en forma de pirámide, fue durante muchos años el único edificio. En él había apartamentos, dependencias de la estación y un pequeño comercio. Posteriormente se fue ampliando la oferta hostelera con más apartamentos. En cuanto a las instalaciones propias para el esquí alpino, cuentan con 16 remontes y 50 kilómetros de pistas balizadas.

La construcción de la estación de esquí ha supuesto un gran impacto medioambiental en un ecosistema de alta montaña, en el fondo de un precioso valle pirenaico. A pesar de que no se trata de una gran estación, sus edificios alcanzan una docena de plantas, ocupando una superficie de 10.000 m2. Su tono rojizo contrasta con el verde de sus laderas, salpicadas por arbolado en el costado norte. Mayor afección suponen las áreas de aparcamiento, ya que no existe una alternativa al automóvil o autobús para acudir a este enclave, con el consiguiente efecto de contaminación y de ruido. Ocupan una superficie de 4 hectáreas de superficie y la mayor parte del mismo se disponen a cielo raso. Y para acondicionar toda esta superficie de asfalto fue necesario cubrir parte de las galoxas* que descienden de los ibones de Escalar y Astún, cuyas aguas se unen bajo los aparcamientos, y que discurren ocultas 600 metros hasta abandonar las instalaciones. Pero el mayor daño medioambiental fue la construcción de los numerosos kilómetros de pistas que surcan las laderas del valle, acribilladas por los postes de los remontes, los postes de tendidos eléctricos, los puntos de innivación artificial, así como de otras pequeñas construcciones. Una realidad oculta por el rendimiento económico para el valle y disfrute de los esquiadores que se deslizan por sus laderas en invierno cuando hay nieve, unos cuatro meses al año. El resto del año el precioso manto blanco deja paso al degradante aspecto de unas instalaciones vacías y sin prácticamente actividad.
*Galoxa: Arroyo.

El ascenso hasta el nacimiento del río Aragón es una excursión clásica. Tras dejar el vehículo en el aparcamiento, hay que aproximarse al arranque de la senda. Ésta parte junto al desagüe donde se introducen las cristalinas aguas del barranco de Escalar en el túnel que atraviesa las instalaciones. Un sendero con pronunciado desnivel en su primer tramo y que discurre cerca del cauce. Tras unos veinte minutos la pendiente se suaviza y se atraviesa una zona cubierta por pastizales salpicados de flores. Más adelante el ascenso se vuelve más acentuado, a la vez que el cauce se encaja en un tramo más angosto con sucesivos saltos. Tras una hora de caminata se alcanza la cuenca donde se asienta el Ibón del Escalar, también conocido como Ibón de las Ranas. Sus aguas turbias y anaranjadas son debidas a la presencia de oxido de hierro disuelto en sus aguas, en claro contraste con las praderas tapizadas de color verde a su alrededor. La lámina de agua está a 2.078 metros de altitud. Ocupa una superficie de 3,6 hectáreas y su profundidad no supera los tres metros. En su extremo derecho, en alto, termina una pista que sirve de conexión con el segundo ibón. Poco más de un kilómetro sin desnivel que ofrece una vista amplia de las cumbres que bordean el valle de Astún y la zona de Candanchú, así como otros vértices más altos, el Pico Anayet y el Pico Aspe. Se alcanza el final del telesilla de los Lagos, a donde se puede ascender desde la estación de Astún en verano. A escasos metros se divisa a una cota inferior el Ibón de Astún, también conocido como Ibón de Astún. Se asienta a 2.144 metros de altitud. Con una superficie de 2 hectáreas, cuenta con una profundidad de casi cinco metros. El nombre hace referencia a las truchas que lo habitan debido a su introducción para la pesca, que amenazan el hábitat original de este lago pirenaico. Sus aguas alimentan el cauce del barranco de Astún que junto a las del barranco de Escalar dan forma al joven río Aragón.

El precioso letargo invernal del Moncayo

El otro día me apetecía tocar algo de nieve, y pensé en el Moncayo. Esa montaña tan emblemática para los aragoneses, y que es visible desde lugares tan lejanos. Cuando imaginamos un paisaje nevado siempre pensamos en los Pirineos. Bueno pues aquí esta Chorche para acercaros a otros rincones tan bellos e incluso más cercanos. El Sistema Ibérico, esta cordillera montañosa que marca los límites occidentales aragoneses, alcanza su tuca* en el Moncayo, con sus 2.314 metros de altura. En invierno siempre tiene nieve en su parte alta, y dependiendo de la climatología podemos alcanzarla fácilmente. La carretera que asciende desde Agramonte hasta el Santuario de la Virgen del Moncayo sirve de acceso atravesando un precioso bosque de hayas y pinos. Los últimos kilómetros de la pista son de tierra, y poco antes de llegar al santuario se recomienda hacer el trazado a pie. A 1.610 metros de altitud se emplaza el edificio del santuario, con excelentes vistas de las comarcas de Tarazona y el Moncayo y de Borja, que se completa con un amplísimo horizonte que dependiendo del día puede alcanzar a los Pirineos. Un lugar ideal para visitar en cualquier época del año.

*Tuca: Cumbre.

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Yo decidí acudir en invierno para contemplar el paisaje nevado, y no llegué al santuario con mi vehículo ya que la nieve complicaba el ascenso. Las boiras* que arropaban la gran montaña no dejaban ver la cumbre, e incluso me regalaron un pequeña sorpresa. Copos de nieve tiñeron el cielo azul, cayendo de nubes lejanas gracias a la ligera brisa. Pude así disfrutar de un paisaje más invernal. A pesar del letargo invernal la vegetación del Parque Natural del Moncayo ofrece estampas bien bonitas.

*Boiras: Nubes.

Rosales silvestres desprovistos de hojas pero cargados de escaramujos, sus frutos de color rojo anaranjado.

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Viejos troncos de hayas rodeados de acebos de brillantes hojas verdes y bayas de color rojo.

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Y preciosos suelos tapizados de brezo y cubiertos de nieve.

Conoce más sobre esta zona de la mano del dragón Chorche

Somontano del Moncayo, a los pies de la mítica montaña

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