Momias de Quinto, de camino a la eternidad

Quinto es un pueblo situado en la Ribera Baja del río Ebro cuya población supera ligeramente los dos mil habitantes. Su topónimo proviene del término romano “quinto” que hace referencia al quinto miliario de la vía romana entre Celsa y Caesaragusta. A siete kilómetros y medio de la colonia romana de Celsa se estableció un punto de control militar, origen de la población. Ocupado después por los musulmanes, su primera mención documental tiene lugar con la toma cristiana por parte de Alfonso I el Batallador, en 1118. Durante la guerra civil el pueblo quedó seriamente afectado por la luita* entre los dos bandos, lo que obligó a una severa reconstrucción. Tomó el nombre de Quinto de Ebro tras la contienda, con el que es más conocido. Sin embargo hace poco más de una década recuperó su nombre histórico, Quinto, tras la decisión de la corporación municipal.

*Luita: Lucha.

Uno de los lugares más importantes de la historia de Quinto es el Cerro de la Corona. Es también conocido por sus vecinos como El Piquete, diminutivo de pequeña elevación de forma puntiaguda. En este lugar estuvo ubicado un punto de defensa musulmana y después fue elegido para levantar la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. La construcción del edificio, en el siglo XV, se le atribuye al maestro Mahoma Ramí, arquitecto del célebre Papa Luna. En su primera etapa se levantó la nave, en cuyo ábside se abren ventanales góticos de gran belleza. El acceso original está ubicado en un lateral, con portada que luce dos escudos, uno del arzobispo de Zaragoza Francisco Clemente y el otro de Fadrique de Aragón, conde de Luna al cual perteneció la localidad. La torre fue erigida bajo un carácter marcadamente mudéjar. Destaca la decoración lazos de ocho así como los arcos apuntados encuadrados. El último cuerpo corresponde a una ampliación del siglo XVI y se culmina con almenas. En el mismo siglo se amplió la nave y se abrió una nueva portada a los pies. También se añadió a la nave, por el exterior, una galería de arquillos apuntados y de medio punto. Y finalmente en el siglo XVIII se construyó la capilla barroca en advocación a Santa Ana.

Durante la guerra civil sirvió de refugio para un grupo numeroso de vecinos, y la toma militar de la misma supuso una muerte masiva. También fue utilizado como punto de observación y defensa. Todo ello provocó la destrucción de parte del edificio. Se continuó empleando de manera puntual para ceremonias religiosas. El culto habitual fue trasladado a la iglesia situada en la plaza Vieja, y en los años sesenta a la nueva iglesia de la Asunción, construida junto a la carretera. Ya desacralizada estuvo abandonada, aunque fue empleada de manera temporal como zía* debido a la necesidad de almacenamiento de grano en años de excedentes. Finalmente pasó a manos del ayuntamiento de Quinto. Gracias a las ayudas de la Diputación de Zaragoza, a lo largo de más tres décadas de restauración, se recuperó el exterior del templo. Entonces se decidió intervenir en su interior para ser acondicionado como centro socio-cultural. Esa era la intención del ayuntamiento. Para ello fue levantado el pavimento de la nave principal donde se sabía que aparecerían restos de huesos, ya que fue habitual el enterramiento en las iglesias hasta mediados del siglo XIX. Sin embargo lo que no se sabía es de los más de mil enterramientos documentados en esta iglesia, iban a aparecer algunos cuerpos momificados en un estado excepcional de conservación. En ellos no se había realizado ningún tratamiento de embalsamiento, es decir, se trataba de momificación natural. Un largo proceso de evaporación del agua de los tejidos de los cuerpos que impide el desarrollo de bacterias y la putrefacción de los mismos. Durante el mismo son imprescindibles varios factores: la falta de humedad y una temperatura constante en el subsuelo del edificio. El primer factor es primordial y para ello es muy importante que los difuntos sufrieran procesos de deshidratación previa a la muerte debido fundamentalmente a sus enfermedades; y ello se complementa con la sequedad en el lugar de enterramiento favorecida por el tipo de tierra de la zona. El resultado es el hallazgo de unos setenta enterramientos, entre los cuales una treintena de momias en un buen estado.

*Zía: Almacén de grano.

Los restos encontrados en el interior corresponden a personas pudientes o relacionadas con la Iglesia, siendo relegadas todas los demás al espacio exterior situado en torno al templo. Así ocurría de manera general hasta que a mediados del siglo XIX se terminó de aplicar la orden del rey Carlos III que regulaba esta práctica debido a su insalubridad y se culminaba con la construcción y uso de los cementerios.

Tras las campañas arqueológicas en el interior del templo que comenzaron en 2011 se fueron almacenando los restos. En 2014, después de la difusión de las momias en el programa de televisión Cuarto Milenio, se interesó por ellas Mercedes González. Ella es la directora del Instituto de Estudios Científicos en Momias y lleva décadas dedicada a estudiar cuerpos momificados en España, Egipto, Perú o Chile. Desde entonces ha liderado el equipo científico para la conservación preventiva de los cuerpos realizando las tareas de limpieza minuciosa de los cuerpos y de su indumentaria eliminando todos los elementos externos como polvo, piedras e insectos. Pero también analizando todos los detalles en busca de la identidad y causas de fallecimiento de los cadáveres. Un largo y complicado proceso de investigación y documentación en el que también han participado documentalistas como Antonio Jardiel, además de otros muchos arqueólogos, antropólogos, restauradores, médicos y científicos. La investigación llegó al punto de que varias momias fueron trasladadas al Hospital Royo Villanova de Zaragoza para ampliar el conocimiento sobre la patológica de los fallecidos. El último de los pasos para su conservación fue la adquisición de unas urnas acristaladas. Disponen de una tecnología avanzada dotada de un sistema de clima pasivo que no requiere de corriente eléctrica en su funcionamiento permaneciendo su interior completamente aislado de fenómenos exteriores como bacterias y hongos así como de los elementos nocivos de la luz.

En el verano de 2015 se expusieron por primera vez seis momias con una acogida magnífica, más de dos mil personas. El consistorio recabó ayudas para la creación del museo que llegaron a través de los fondos del Centro para el Desarrollo de las Comarcas del Mar de Aragón y Ribera Baja (CEDEMAR), Diputación de Zaragoza y del Ayuntamiento de Quinto. Finalmente el museo fue inaugurado el 1 de junio de 2018. En su primer año ha acogido más de 8.000 visitantes, superando todas las expectativas.

El Museo de las Momias de Quinto es el museo más importante de momias de España por la cantidad y estado de conservación de sus momias, con el valor añadido de exponer los cuerpos en el mismo lugar de su inhumación. Es un proyecto que se basa en el trabajo científico y en la divulgación de un proceso natural, la muerte. En todo momento la visita se aleja del simple morbo, motivo que pudiera atraer a algunos visitantes. Durante las explicaciones se hace énfasis en la historia que cuentan las momias, su vida y los motivos que le llevaron a la muerte. Pero además es muy respetuoso con los restos humanos y sus historias. Al fin y al cabo buena parte de los enterrados son vecinos de Quinto y posiblemente los antepasados de algunos quintanos. Por ello, y a pesar de conocer la identidad completa de tres de ellos, no se desvela a los visitantes.

El proyecto sigue avanzando y es mucho el trabajo que queda por delante. La investigación continúa con los cuerpos ya expuestos. Se está a la espera del pase de varias momias más por el scanner del hospital para averiguar más datos sobre las dolencias que les llevaron al fallecimiento. Enfermedades que dan muestra de las patologías que se sufrían hace dos siglos y que en la actualidad ya no se dan debido a los avances en la medicina. Pero hay otras vías de investigación abiertas como la posible germinación de una pepita de uva ingerida por una fallecida, que podría determinar qué tipo de uvas había en la zona hace dos siglos. A corto plazo también se trabaja en la conservación del resto de momias que se encontraron para seguir con su investigación. También se podría ampliar la zona de catas arqueológicas en el interior de la iglesia, ya que todavía queda por examinar el subsuelo de la capilla de Santa Ana. El trabajo divulgativo se pretende ampliar al ámbito científico, debido al interés a nivel internacional que está suscitando el descubrimiento de las momias de Quinto. De hecho ya han acudido científicos interesados por el proyecto.

El descubrimiento de las momias hace ya ocho años está marcando la historia reciente de la localidad de Quinto. Y quizás su gran impulsor ha sido el joven alcalde, Jesús Morales. Desde su posición en el ayuntamiento se dio cuenta de la importancia de este hallazgo y ha trabajado duro con mucha ilusión y esfuerzo para sacar el proyecto adelante. Desde hace un año es habitual encontrar “turistas” en la localidad, algo impensable hace años. Grupos de familias o amigos vienen a ver el museo, y de paso dan un paseo por la localidad. El pueblo cuenta con tres portales de origen medieval que sirven de buen complemento a la visita. Tres antiguos portales que se encuentran en perfecto estado tras la restauración y cuentan con paneles informativos. Por la localidad hay indicaciones para los visitantes en dirección al Piquete, objetivo final de la visita. Y de camino la población cuenta con una red de comerciantes comprometidos que ofrecen sus servicios al visitante. La sinergia producida por la apertura del museo influye de manera paulatina en la actividad comercial y económica de la población. Y desde el Ayuntamiento de Quinto se debe trabajar en afianzar los beneficios para dar mayor vitalidad al comercio de la localidad. En esta línea de trabajo se está trabajando también con la restauración de la casa parroquial situada en pleno centro de la localidad. Se trata de un típico palacio aragonés con una fachada de ladrillo culminada con galería de arquillos. El acondicionamiento interior con otro espacio museístico añadiría valor a la visita a la localidad siendo un fundamento más para la llegada de más visitantes. Un motivo de alegría para la localidad que celebró el primer aniversario de su apertura con circo al aire libre, actuaciones pirotécnicas y el concierto de Carmen París, además de una conferencia sobre momias a cargo de Mercedes González.

  

Sus momias yacen expuestas camino de la eternidad en el Piquete. Mientras tanto Quinto y los quintanos acogen con esperanza e ilusión todo lo relacionado con el hallazgo y los nuevos proyectos que están revitalizando social y económicamente su pueblo. Una oportunidad como ésta que no deben desaprovechar sus representantes municipales en el ayuntamiento de Quinto.

Conoce más sobre esta zona de la mano del dragón Chorche

Meandros del Ebro, el tramo más sinuoso del río

7ª Excursión Joréate por Aragón a la Ribera Baja

Con el arranque del otoño llegaba la séptima Excursión de Joréate por Aragón. A pesar de la amenaza de lluvia, que al final no se cumplió, de nuevo pudieron disfrutar de una jornada en buena compañía, y en esta ocasión más cerca de la capital del Ebro. Eso es precisamente lo que sorprendió a los seguidores del dragón Chorche, que tan cerca de Zaragoza pudiera haber lugares con cosas tan interesantes que ver.
La quedada tuvo lugar en el ayuntamiento de Quinto, que no Quinto de Ebro. Históricamente el nombre oficial no ha contado con apellido, pero tras la guerra civil se comenzó a utilizar el nombre de Quinto de Ebro. Hace más de una década volvió a su nombre original debido a los problemas con el nuevo nombre y con el escudo, siendo aprobado por la corporación municipal. Tras la aclaración, poco a poco llegaron la veintena de asistentes a la excursión. Un café en el bar de la plaza esperando los rezagados, y con todos ya junticos tenían preparada una degustación de coca* de cabello de ángel y de nueces, miel y canela.
*Coca: Torta.

Comenzó el paseo por las calles del pueblo, adentrándose en el casco antiguo por el portal de San Antón, uno de los tres con los que conserva la localidad. Enseguida se llegó a la plaza Vieja, desde donde se apreciaba la Casa Rectoral, palacio renacentista aragonés en obras, y el portal de San Roque. Esta plaza fue el epicentro de la vida de los vecinos de Quinto, donde estaba el ayuntamiento y la iglesia parroquial. El paso de la guerra civil lo cambió todo. La casa consistorial desapareció y a la iglesia le cambiaron la fachada y la torre más tarde.

Continuaron el paseo por la calle Mayor, por que la antiguamente pasaba todo el tránsito entre Zaragoza y Alcañiz. Ahora paseaban plácidamente en grupo, con los chiquillos garimboliando*. Alcanzaron el portal de San Miguel. Otro bello portal en perfecto estado, ofreciendo al visitante un patrimonio cuidado con esmero y en el que no faltaba la placa informativa. Tomaron la calle Morería, haciendo referencia a la población morisca de la población, y alcanzaron el Piquete. Este monte es conocido así por los vecinos por tener forma de pequeño pico, en cuya parte más alta está la iglesia de la Asunción.
*Garimboliar: Corretear.

La iglesia muestra su mejor aspecto tras la restauración. Un edificio de ladrillo con su magnífica torre de ladrillo de preciosa decoración y la galería de arquillos de tradición aragonesa coronando la parte alta de la iglesia. Dentro les estaban esperando para comenzar con la visita guiada. Comenzó con un pequeño vídeo de introducción sobre la historia reciente de la creación del museo de momias. Y acto seguido el relato por una de las guías. Una hora y media de visita que no defraudó a nadie y eso que había mucha expectación previa por conocer las momias de Quinto. Las explicaciones comenzaron con la historia del pueblo. Después llegó el relato de la construcción del edificio y del por qué de su estado interior. La conservación de sus muros en muy mal estado, sin mobiliario religioso, eran la mejor manera de comprender el paso de la guerra civil por la iglesia y por el pueblo.

Y entonces llegó el momento de ver de cerca al primer cuerpo momificado. Su conservación sorprendió a todos y enseguida surgieron las dudas de cómo habían llegado así hasta nuestros días después de permanecer en un ataúd unos doscientos años. Los factores: fallecimiento por enfermedad de alta deshidratación, falta casi absoluta de humedad y conservación de temperatura constante. Tres causas que se dieron sólo en una treintena de cadáveres de los más de mil enterramientos documentados en el interior de esta iglesia. Una característica única en toda España y que lo convierte en el primer museo de momias y que cuenta con el mejor conjunto, con 15 cuerpos momificados de manera natural.

El resto de la visita fue dedicada a cada una de las momias, contando toda la información sobre los restos, la vida de los fallecidos, el ropaje que llevaban, así como de las características de los enterramientos. Mientras tanto se podían ver a escasos centímetros todos los detalles, depositadas en unas vitrinas de cristal para preservar los restos.

El trabajo de investigación había sido tan intenso que todo lo contado era capaz de saciar la curiosidad de los visitantes, que aún así tuvieron numerosas preguntas que hacer. Todos al final salieron muy satisfechos con la visita, en la que aprendieron mucho. Y otro aspecto a valorar era el respeto con el que contaba la historia de los fallecidos, muchos de ellos vecinos del pueblo, preservando su identidad.

Tras la visita todos ya habían hecho apetito, con lo que descendieron por las calles del pueblo en dirección a los coches. El siguiente destino era Fuentes de Ebro. El lugar elegido para comer era el parque de Santa Bárbara, que toma el nombre de la ermita allí situada, junto al colegio público. Desplegando toda la logística montaron un merendero provisional donde poder depositar las viandas que habían traído y que fueron compartiendo entre todos. Productos de huerta se mezclaron alegremente con otros manufacturados haciendo las delicias de los comensales. En el postre no faltaron los clásicos como las palmeritas de Massiel, que al final no pudo venir, hojaldre de cabello de ángel y de mermelada de melocotón de Marta, o el bizcocho de Bea, entre otros.

Y mejor postre para los más pequeños fueron los juegos infantiles situados en el parque. Ellos no se preocupaban de su digestión, y sus padres tampoco y decidieron dejarlos jugar bien tranquilos.


La tarde estaba fresca y apetecía un café bien calentito, un batido e incluso algún carajillo. Así que dieron un paseo por las calles del pueblo hasta llegar a la calle Mayor. Mientras la mayor parte de los vecinos todavía estaban comiendo ellos tomaron el bar Baden Baden como un tornado. Allí nos atendieron de maravilla. Mientras los niños jugaban a las cartas, los mayores templaban el cuerpo al ritmo de una animada conversación. Hasta la camarera pudo saborear los postres que habían elaborado.

De camino a los coches no faltó una visita a los edificios más importantes de la población: la iglesia de San Miguel, con su preciosa torre, y la plaza de Constitución cubierta con sus modernos toldos y su Casa de la Villa presidiéndola.
Ahora había que tomar de nuevo los vehículos para acercarse hasta la pequeña localidad de Rodén, situada a escasos kilómetros. Tras atravesar el puente del AVE, era necesario pasar por el pueblo nuevo. Una pista asfaltada remontaba la ladera hasta llegar a un lugar improvisado de aparcamiento. Un pequeño sendero les llevó hasta los restos de Rodén el Viejo. El dragón Chorche se encargó entonces de hacer de guía, contando la historia del pueblo, que albergaba unos doscientos habitantes justo antes de la guerra civil. En siete días el pueblo quedó arrasado, afortunadamente sin víctimas entre los vecinos ante su huída. A la vuelta la vida fue muy difícil, y los pocos que se quedaron se trasladaron al pueblo nuevo en la parte baja.

Visitaron las ruinas de la iglesia, que conservaba los muros recientemente afianzados para evitar su caída. También la torre, único elemento completamente restaurado. Y detrás estaba el castillo, apuntalado para evitar su ruina. Alrededor las ruinas de las casas que se apiñaban en las escarpadas laderas de monte elevado. Una de las peculiaridades del núcleo era su construcción a base de piedra de alabastro, irregular en el caso de las viviendas, unidas con argamasa y lucidas con yeso. Mientras la torre lucía sus piedras ligeramente talladas, con aspecto recio y sencillo a la vez.

La visita al lugar se completó con la explicación de la importancia del alabastro para esta zona. Su extracción a día de hoy convierte a Aragón como el primer productor mundial de este mineral muy característico de nuestra tierra. Un mineral usado desde la época de los griegos. Un material muy utilizado a lo largo de los siglos como así lo demuestran las murallas de Zaragoza, la fachada de Palacio de la Aljafería o los retablos de la Seo y el Pilar entre otros muchos otros. Hoy en día sigue siendo muy utilizado tanto en la construcción, así como elemento decorativo.

Un buen punto y final para una excursión más de Joréate por Aragón. Una escusa para pasar un buen día de excursión conociendo rincones de nuestra tierra en buena compañía.

Conoce más sobre esta zona de la mano del dragón Chorche

Meandros del Ebro, el tramo más sinuoso del río

Miliarios en Aragón, marcando las distancias en las vías romanas

Un miliario, también conocido como piedra miliar, es una columna generalmente cilíndrica que se colocaba al borde de las calzadas romanas. Su función era informar de la ubicación y señalar las distancias a grandes ciudades. También era un instrumento de propaganda política, remarcando el emperador que había realizado la obra. Estaban situados cada milla romana. Esta distancia es igual a mil pasos romanos, con la peculiaridad de que ellos contaban un paso como el ciclo completo de un pie, es decir el movimiento de un pie mientras está apoyado el contrario. Esto equivale a una garrada*, o dos pasos de los contemplados en la actualidad. Esta distancia equivale a unos 1.480 metros aproximadamente.
*Garrada: Zancada.

Su altura oscilaba entre los dos y cuatro metros de altura, y su diámetro variaba entre 50 y 80 centímetros. En ellos aparecen inscripciones siguiendo las mismas pautas. En primer lugar el nombre del emperador bajo el cual se había construido o modificado la vía romana. En segundo lugar la distancia a Roma o a la ciudad más importante de la calzada. En tercer lugar el gobernador o unidad militar encargado de realizar las obras. Y finalmente aparecía el término “refecit” o “reparavit” si se trataba de una obra de reparación. Los primeros miliarios conocidos corresponden al periodo final de la República romana, que finalizó el año 27 a.C. La mayor parte corresponden a los siglos I y II, y en menor medida a siglos posteriores. Con las invasiones bárbaras se produjo la caída el Imperio Romano y dejaron de colocarse debido a la falta del mantenimiento de las calzadas romanas.

Las calzadas fueron esenciales para la conquista romana de nuevos territorios. Por ellas además de personas se introdujeron la cultura y política romana. Aragón fue una cruzillada* de vías romanas del nordeste de Hispania. En la época inicial el sistema de comunicaciones romano en el Valle del Ebro se articuló en torno a Ilerda. Desde allí partían las rutas hacia Osca y Celsa. Ésta última tenía un valor estratégico considerable, ya que contaba con un puente para atravesar el río Ebro. Con la fundación de Caesaraugusta hacia el año 19 a.C. y la construcción de un nuevo puente se modifican todos los esquemas viarios. La nueva colonia romana se convierte en uno de los nudos de comunicación más importantes de Hispania.
*Cruzillada: Encrucijada.

Gracias a las fuentes escritas y arqueológicas se puede componer un esquema del sistema viario romano en Aragón. Una de las primeras calzadas construidas fue la Vía Augusta, entre Ilerda y Celsa, una vez fundada esta colonia en el año 4 a.C. Pero posteriormente la ruta Ilerda-Osca-Caesaraugusta se convirtió en la ruta principal. Atravesaba tierras aragonesas procedente de Ilerda, pasaba por Pertusa en dirección a Osca y cruzaba el Ebro a través del puente situado en Caesaraugusta. Desde la capital del Ebro partían dos vías de comunicación con Pamplona, Caesaraugusta-Pompaelo. Una de ellas atravesaba la comarca de las Cinco Villas en dirección al norte, mientras que la segunda de ellas pasaba por la ciudad de Cara (Santacara, Navarra). En dirección a Las Galias y atravesando el Pirineo estaba la vía Caesaraugusta-Beneharnum. Discurría por el Gállego, y atravesaba la cordillera por el puerto de Palo, en el valle de Hecho, o por el actual puerto de Somport. Aunque otros estudios sitúan el trazado de esta vía por las Cinco Villas coincidiendo con la vía romana hacia Pompaelo, y después recorriendo el valle formado por el río Aragón. Otra de las rutas principales, Asturica-Caesaraugusta, pasaba por Bursau (Borja) y Turiaso (Tarazona). Por la ribera del Jalón pasaba la ruta Caesaraugusta-Emérita Augusta pasando por Bílbilis (Calatayud) y Arcóbriga (Monreal de Ariza). Hacia el sur estaba trazada la Vía Laminium, que conectaba Caesaraugusta con Laminio, en Ciudad Real. Finalmente entre las vías principales cabe también añadir la que discurría por el Bajo Aragón en dirección a la costa levantina, que tenía como punto de partida Contrebia Belaisca (Botorrita) y pasaba por Leonica (Mazaléon). Al conjunto de vías principales se añadían otras secundarias que permitían la organización del resto del territorio, comunicando los pequeños núcleos y villas. Aunque en el interior el transporte fundamentalmente se realizaba por las calzadas romanas, también existió el tráfico de mercancías a través del río Ebro. La existencia de esta vía fluvial queda atestiguada por los restos del puerto fluvial de Caesaraugusta. Esta comunicación en conexión con el Mar Mediterráneo tenía la ventaja de ser más fluida y rápida, y además enlazaba con esta importante ciudad en el nudo de comunicación terrestre más importante del noreste de Hispania.


Los restos arqueológicos de la calzada romana propiamente dicha son escasos en Aragón. Sin embargo son abundantes los restos de miliarios, que permiten confirmar el paso de las vías, pero sólo en algunos de los tramos. La mayor concentración de miliarios en Aragón tiene lugar en las Cinco Villas, perteneciente a la vía que comunicaba Caesaragusta y Pompaelo. El primero de ellos es el Miliario de Tiberio, encontrado cerca de Castejón de Valdejasa. Figura en su inscripción la mención a Tiburio quién reparó la vía, que fue trazada por su padre César Augusto. Corresponde la milla XXXV. Se encuentra el Museo Provincial de Zaragoza. El Miliario de Augusto, fue encontrado en el barranco de Valdecarro, cerca del castillo de Sora. En su inscripción menciona a César Augusto y a la legión X Gemina. Corresponde a la milla XXXIIX. Se encuentra en dependencias del ayuntamiento de Ejea de los Caballeros. La tercera piedra miliar de la zona, el Miliario de Tiberio, fue encontrado muy cerca del anterior, y nombra a Tiberio. Se encuentra el Museo Provincial de Zaragoza. Avanzando en la vía romana se alcanza el tramo más abundante en cuanto a restos. El Miliario de Layana fue encontrado cerca de la localidad. Se conserva sólo una parte del mismo donde se puede leer la inscripción referente el emperador Treboniano Galo. Está depositado en el Museo Provincial de Zaragoza. Avanzando por la vía, se alcanza la zona más abundante en restos arqueológicos hallados. Los Miliarios de Sádaba, Castiliscar, Sofuentes y Sos del Rey Católico son un conjunto de una veintena de piedras miliares. Buena parte de ellos fueron cedidos en depósito al Castillo de Javier, y después trasladados al Museo de Navarra. En ellos se nombra Augusto, Adriano, Tiberio, Treboliano Galo, Numeriano, Valeriano, Victorino, Caracalla, Carino, Constantino, Constancio Cloro y Licino. Debido a su estado de deterioro, y al no encontrarse íntegros, sólo se han podido ubicar la posición de cuatro de ellos, correspondientes a las millas LXV, LXIIX, LXX y LXXV. Y según algunos estudios el trazado de la vía Caesaraugusta-Beneharnum coincidía con este trazado, recorriendo el valle del Aragón y después atravesaba el puerto de Palo. A los pies de este dificultoso paso pirenaico, en el monasterio de Siresa, se conserva una lápida conmemorativa en mármol blanco fechada en el año 383. En ella se relata los problemas de mantenimiento de la vía romana, “Viam Famosam” que atravesaba el puerto de Palo “Summo Pyreneo”. Sin embargo el actual puerto del Somport era un paso mucho más fácil, y su actual nombre parece derivar de este término. A escasos metros de la frontera fue encontrado el Miliario de Somport que se conserva en un museo de Olorón.

En la vía romana procedente de Ilerda y en dirección a Osca se han encontrado tres piedras miliares. El Miliario de Tamarite de Litera fue encontrado en la partida Valbona, muy cerca de tierras catalanas. En la inscripción hace referencia a Tiberio, y marca la milla 246. Se encuentra en el Museo Arqueológico de Estudios Ilerdenses. El Miliario de Binaced fue hallado en la partida Torredella. Es de la época de Valeriano. Se encuentra en los jardines de una finca particular de la localidad. El tercero de ellos fue encontrado cerca de la carretera que une Ilche y Berbegal, y aporta escasa información ya que son escasas las letras esculpidas que se pueden leer, aunque sirve para localizar el paso de la calzada romana. Se conserva en el Museo Provincial de Zaragoza.

En el trazado de la vía Augusta que conectaba Ilerda con Celsa se han encontrado restos de varios miliarios. En Torrente de Cinca fueron encontrados tres de ellos por Juan Bautista Labaña en 1611. También encontró otra piedra miliar en la ermita de San Bartolomé en Candasnos. Se sabe de su existencia por los dibujos realizados, aunque estén desaparecidos los miliarios. En Cardiel fue hallado otro, el cual lo conserva su descubridor Aurelio Izquierdo. Y en Peñalba fue encontrado otro más, que también está desaparecido. A todos ellos se ha añadido más recientemente uno que con toda probabilidad fuera encontrado en las inmediaciones de Villa Fortunatus, en Fraga. Se conserva una pequeña parte y está depositado en una vivienda de La Iglesuela del Cid.

Otros miliarios encontrados de manera aislada son el Miliario de Domiciano, en Lucena de Jalón, cerca de Nertóbriga (La Almunia de Doña Godina). Y finalmente el Miliario de Augusto, hallado en Gallur. Este último es un fragmento que no está localizado en la actualidad.

Del sistema viario romano en Aragón, además de los restos de los miliarios, todavía se conserva la huella dejada en el topónimo de unas cuantas localidades. De los términos latinos “tertius”, “quartus”, “quintus”, “septimus”, “octavus” y “nonus” han derivado los nombres de algunos pueblos aragoneses. Están ubicados en torno a las dos ciudades romanas más importantes. En los alrededores de Huesca, la antigua Osca romana, se encuentran Tierz, Cuarte, Siétamo y Nueno. En la vía secundaria que comunicaba Osca con Barbastro estaban situadas dos de ellos. El topónimo de Tierz proviene de «tertium milliarium». Esta ubicada la localidad a tres millas de Osca, a unos cuatro kilómetros y medio distancia. En la actualidad este pequeño pueblo ha sufrido un aumento demográfico notable debido a la cercanía de la capital oscense, con la construcción de un buen número de viviendas unifamiliares, acompañadas de otros equipamientos. El núcleo principal cuenta con una pequeña plaza donde se alza la modesta iglesia de la Asunción.

Más adelante, en la misma calzada romana, está Siétamo que hace referencia al “septimum milliarium” de los romanos, a unos 10 kilómetros y medio de Huesca. En este lugar estuvo el palacio-castillo del conde de Aranda, lugar de nacimiento en 1718 Pedro Pablo Abarca de Bolea, noveno Conde de Aranda, y ministro de Carlos III. Se trata de uno de los personajes más importantes de la Ilustración española. Se conservan escasos restos del palacio, y parte de la muralla del castillo. En el centro de la localidad se abre una gran plaza donde se alza la iglesia de San Vicente, la Casa Almudévar y el nuevo ayuntamiento construido tras el paso de la guerra civil.

Partiendo de Osca y siguiendo el curso del río Isuela, una vía secundaria la conectaba con los Pirineos. A una distancia de unos trece kilómetros y medio, es decir, nueve millas romanas, se localiza Nueno. Su topónimo procede de “nonum milliarium”. Las viviendas de la localidad se alojan en una ladera orientada al sur, ofreciendo una bella estampa desde la autovía mudéjar. En la parte alta sobresale la iglesia de San Martín, con su torre mudéjar.

La última de las localidades cuyo nombre describe su distancia en millas a la capital oscense es Cuarte, el “quartum milliarium”, a una distancia de unos seis kilómetros. Se trata de un pequeño enclave situado al sur de Huesca y cerca de la alberca de Loreto. De la modesta iglesia parroquial de la Natividad despunta una torre de planta cuadrangular de sillería.

Alrededor de la antigua Caesaraugusta aparecen otras tres poblaciones con topónimo de un numeral romano: Cuarte de Huerva, Utebo y Quinto. En el “quartum milliarium” de la vía Laminium está la localidad de Cuarte de Huerva. Se ubica a una distancia de seis kilómetros de la ciudad romana de Caesaraugusta. El nombre de esta vía procede de su destino, la ciudad de Laminio, que estuvo situada en la provincia de Ciudad Real. Esta pujante población del valle del Huerva sobresale por su desarrollo urbanístico, ligado a la actividad industrial. Su centro neurálgico es una moderna plaza porticada, en cuyo extremo se alza el moderno edificio del ayuntamiento.

En la vía romana principal que remonta la ribera derecha del río Ebro está situada la población de Utebo. La “octavum milliarium” marca una distancia de ocho millas, es decir, doce kilómetros a la capital del Ebro. Esta localidad ha sufrido un importante crecimiento demográfico gracias a su excelente ubicación en el corredor del Ebro. De su casco antiguo destaca la magnífica torre mudéjar de su iglesia parroquial, uno de los ejemplos más bellos ejemplos de Aragón.

Y para finalizar el recorrido hay que trasladarse a unos cuarenta kilómetros de Zaragoza. El topónimo de Quinto procede del “quintum milliarium” que marca la distancia entre Celsa, una colonia romana enclavada junto al pueblo de Velilla de Ebro, y Caesaraugusta. A siete kilómetros y medio de Celsa se levantó un pequeño campamento militar, origen del actual pueblo. En su traza urbana destaca la calle principal en cuyos extremos conserva los tradicionales portales-capilla. Y en la parte alta conserva el Piquete, la antigua iglesia que tras la restauración se ha convertido la sede del Museo de Momias de Quinto. La fábrica de ladrillo se culmina con una tradicional galería de arcos de medio punto. Y la torre de planta cuadrada se embellece con el trabajo mudéjar de decoración a base de ladrillo.

Conoce más sobre esta zona de la mano del dragón Chorche

Meandros del Ebro, el tramo más sinuoso del río

Alabastro, el mineral aragonés más internacional

El alabastro tiene su origen etimológico en el término αλάϐαστρος, procedente del griego antiguo. Con este nombre, Alabastron, los griegos renombraron una ciudad egipcia cercana a Tebas donde se extraía este material. Se utilizó éste para elaborar a partir del siglo XI a.C. unas pequeñas vasijas, que tomaron el nombre los alabastrones. Generalmente eran estrechas y de cuerpo redondeado, y no tenían ansas*. En ellas se portaban perfumes o ungüentos. Inicialmente se hacían con calcita, el alabastro de los antiguos, aunque después se fabricaron con terracota. Su uso se extendió a la Antigua Grecia a partir del siglo VII a. C, y también a otros puntos del mundo antiguo y de la cultura clásica. Desde su origen, se denomina alabastro a dos minerales totalmente diferentes: la calcita y el yeso. Sin embargo su composición y sus propiedades físicas no tienen nada en común. El alabastro calcáreo está constituido fundamentalmente por calcita (CaCO3) y se presenta en masas fibrosas, translúcidas, formadas por capas de crecimiento paralelas o concéntricas. Su dureza ronda el valor 3 en la escala de Mohs. En cuanto al alabastro yesoso, es el conocido en la actualidad como alabastro. Se trata de una rara variedad de yeso (CaSO4.2h2O). Tiene una dureza de 1,5 a 2 en la escala de Mohs, es decir, se raya con la uña. Su aspecto es compacto y está constituido por diminutos cristales de yeso, de entre 10 y 80 micras. Este tipo de yeso se presenta en masas compactas y homogéneas, de grano fino, y color blanco o ligeramente gris. Los alabastros más puros y constituidos por cristales más finos son los de mayor calidad.
*Ansa: Asa.
Sus propiedades físicas (translucidez, densidad, dureza, color, etc.) le confieren unas peculiares características ornamentales. Sus tonalidades entre blanquecinas y grisáceas, además de permitir el paso de la luz son los motivos por los cuales el alabastro es valorado como piedra decorativa. Debido a la textura que le confiere el pequeño tamaño de grano, similar al mármol pulimentado, es apreciado para el uso en la construcción así como en numerosos trabajos de arte. Además su blandura permite tallarlo con formas muy elaboradas con cierta facilidad. Sin embargo también tiene propiedades que han limitado su empleo. El alabastro es menos resistente a compresión (200 kg/cm2) que otras piedras naturales de uso equiparable como el mármol (de 600 a 1000 kg/cm2). Además cuando se expone a altas temperaturas, pierde moléculas de agua, y por lo tanto su translucidez. Debido a ello se aconseja para la decoración de interiores. También es soluble con el agua, por lo que puede sufrir serias erosiones superficiales el alabastro expuesto a este agente.
Una de las peculiaridades es su procedencia. La mayor parte de la producción mundial procede de Aragón. Esta variedad de yeso se extrae en menor medida en otras canteras españolas así como de Italia, Grecia, Inglaterra, Alemania, Libia o Egipto. Los yacimientos aragoneses se concentran en dos zonas: en el entorno del valle del Ebro, en la Ribera Baja del Ebro y Bajo Martín, y en la zona de Calatayud, en concreto en la cuenca baja del Jiloca. En la actualidad son 8 las empresas que llevan a cabo la extracción de este mineral en 10 explotaciones activas que ocupan una superficie cercana a las 180 hectáreas. El sector emplea de manera aproximada a unos 200 trabajadores. La formación de este mineral comenzó en la Era Terciaria, gracias a depósitos que tienen una antigüedad de entre veinte y treinta millones de años. En la zona del valle del Ebro las capas de alabastro suelen ser de entre uno y dos metros de espesor, cuyos estratos horizontales se intercalan con capas de arcilla, areniscas y margas. También en forma de grandes bolos rodeados de arcillas. En la zona de Calatayud los bancos de yesos tienen espesores de entre 4 y 12 metros. Uno de los inconvenientes es el impacto medioambiental que provoca su extracción. La explotación se realiza a cielo abierto y de todo el material extraído sólo se aprovecha el 10% una vez eliminadas las impurezas. La actividad de las sernas* causa un grave impacto en el paisaje, difícil de restaurar en un clima tan árido. A ello se añade que el mineral es muy soluble en agua y el relieve se erosiona con facilidad.
*Serna: Cantera de piedra.
Aragón cuenta con seis centros de tratamiento para la elaboración industrial y artesanal. Se ubican en las localidades de Quinto, Sástago y Zaragoza, en esta provincia, y Azaila, Albalate del Arzobispo y La Puebla de Híjar, en Teruel. La producción que es apta para su comercialización, oscila entre las 25.000 y las 40.000 toneladas al año. Tras la extracción se procede a su tratamiento. La piedra en bruto es limpiada y cortada en placas de distintas medidas y grosores. Es necesario un dispositivo especial de enfriamiento para impedir que durante el corte las láminas se vuelvan opacas bajo el efecto del calor. También se prepara el alabastro en cilindros tubulares para su comercialización. Aragón está a la cabeza de la producción mundial y su alabastro se comercializa en diferentes mercados como el de Estados Unidos o países asiáticos.
El Gobierno de Aragón, a través del Departamento de Industria e Innovación y de su Dirección General de Energía y Minas, ha apoyado durante los últimos años la promoción, el desarrollo y la expansión de la producción de alabastro. En diciembre de 1999 se creó la Asociación para el Desarrollo del Alabastro en Aragón. El objetivo es la mejora de las técnicas empleadas, la restauración de los terrenos afectados, la transformación en nuestro territorio y la comercialización en busca de nuevos mercados. De igual modo, entre los objetivos públicos compartidos con el sector empresarial y la Universidad de Zaragoza se encuentra obtener una certificación para el alabastro de la Asociación Española de Normalización y Certificación (AENOR) con el fin de permitir la exportación del alabastro como material de construcción y abrir de esta forma nuevos mercados en el extranjero.

Por otra parte, desde hace años se lleva a cabo en Albalate del Arzobispo el Simposio Internacional de Escultura en Alabrastro el cual atrae a artistas reconocidos a nivel nacional e internacional. El Centro Integral para el Desarrollo del Alabastro (CIDA), cuyas instalaciones radican en esta localidad, es quién se encarga de su organización. Es además la sede del Proyecto Alabastro. Su objetivo es busca desarrollar y potenciar este mineral precioso, con grandes posibilidades económicas, sociales y culturales. El fomento de creación artística, uso en la arquitectura y la joyería son las líneas de actuación generales. En sus instalaciones además se organizan diferentes cursos formativos y se están promoviendo residencias artísticas.

El alabastro ha sido considerado la piedra del arte por excelencia desde la antigüedad clásica hasta hoy en día siendo uno de los materiales más utilizados por arquitectos y escultores debido a sus peculiares características geológicas. En cuanto a Aragón, debido a disponer de abundante material, ha tenido un uso muy amplio. Su empleo se remonta a la época romana, con la reconstrucción de las murallas de Zaragoza sobre el siglo III d. C. En época musulmana este material fue empleado tanto en la muralla del Palacio de la Aljafería como en la decoración interior. El arte románico lo aplica fundamentalmente en ventanas de iglesias y ermitas, aprovechando su propiedad traslúcida. Sin embargo la utilización del alabastro toma mayor impulso durante el periodo gótico y renacentista, no sólo en la arquitectura religiosa sino también en la arquitectura civil e institucional. En cuanto al alabastro aragonés ya gozaba de prestigio fuera de nuestras fronteras en el siglo XVI, siendo entonces citadas las canteras de Gelsa y Fuentes de Ebro, sin olvidar otras situadas en Fuentes de Jiloca y Borja.

aljaferia_alabastroLa lista de obras en las que se ha utilizado el alabastro en Aragón es interminable. Una de las ejecuciones más tempranas y sobresalientes es el sepulcro del arzobispo Lope Fernández de Luna (1382), en la Seo de Zaragoza. Un siglo después en la misma catedral se llevó a cabo el gran retablo mayor (1488), una de las mejores y más influyentes obras góticas aragonesas. En ella participaron Pere Johan, Hans de Suabia, Francisco Gomar y Gil Morlanes el Viejo. Sus dimensiones son de 16 metros de alto por 10 metros de ancho. El alabastro en esta ocasión fue policromado, con detalles en color dorado, dejando zonas con la blancura de este material, estableciendo un bello contraste. Precisamente Gil Morlanes fue el encargado de llevar cabo el retablo del monasterio de Montearagón (1509), el cual ahora se encuentra depositado en la catedral de Huesca. Unas décadas después fue encargado a Damián Forment el retablo del altar mayor de la entonces colegiata de Nuestra Señora del Pilar (1518) de Zaragoza. Su única condición era que fuera tan bueno o mejor que el de la Seo. Por aquel entonces también se culminaba otra de las joyas del renacimiento aragonés, la portada del monasterio de Santa Engracia de Zaragoza (1517). Fue iniciada por Gil Morlanes El Viejo y terminada por su hijo Gil Morlanes El Joven. Calatayud también cuenta con la magnífica portada de la colegiata de Santa María (1528) ejecutada por Esteban de Obray y Juan de Talavera. Ambas portadas tuvieron que protegerse de las inclemencias meteorológicas, ya que el alabastro es sensible a la lluvia.

portadacolegiatasantamariacalatayud_alabastroDamián Forment también ejecutó el encargo del retablo mayor de la catedral de Huesca (1534), nada menos que por cinco mil ducados de oro.  Pero el alabastro también dejó la huella en la arquitectura civil, con uno de los conjuntos artísticos más representativos del arte renacentista aragonés, el Patio de la Infanta (1550). Formaba parte del Palacio de Gabriel Zaporta, que fue desmontado por la ruina del edificio. Tras ser comprado y trasladado a París por un anticuario, volvió a Zaragoza instalándose en la sede central de Ibercaja, cerca de su anterior ubicación. El retablo de la Catedral de Santa María de la Asunción de Barbastro fue encargado a Damián Forment y su discípulo Juan de Liceyre dejando terminada la parte inferior en 1560. Hasta 1602 no se completó el retablo en un estilo completamente distinto. Uno de los últimos retablos de esta floreciente etapa es el retablo del monasterio de Rueda (1609) ejecutado por los maestros Esteban y Borunda. Tras la desamortización de Mendizábal el retablo cruzó el Ebro, y se trasladó a la iglesia parroquial de Escatrón.

patioinfanta_alabastro

En los últimos años este material ha sido utilizado en Aragón en obras tan emblemáticas como el antiguo Pabellón de Aragón en la Expo de Sevilla (1992), o en el Auditorio de Zaragoza (1994). Pero el alabastro aragonés también ha sido utilizado fuera de nuestras fronteras formando parte del Museo de la Fundación Miró de Palma de Mallorca (1992), el edificio de la Asamblea de Madrid (1998) o la Catedral de Los Ángeles (2002), en Estados Unidos, obra del afamado arquitecto Rafael Moneo. No sólo los arquitectos lo incorporan a sus obras, también es la materia prima para escultores como Eduardo Chillida. Un ejemplo de ello es la obra de “Homenaje a la mar” (1984).

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es chilllida_homenajealamar_alabastro.jpg

Y también José Miguel Abril, escultor turolense con diversas obras realizadas con alabastro, entre ellas “Velocitauro” (2009).

velocitauro_alabastroFoto cedida por José Miguel Abril

Además de toda la obra artística, en el siglo XX el alabastro comenzó a ser utilizado en el diseño de interiores residenciales por diseñadores del Art Deco y Art Nouveau. El resultado es crear espacios personales y únicos aportando una iluminación agradable y acogedora tanto con luz artificial como con luz natural. También se ha incorporado al diseño de mobiliario, como muebles para baños, dormitorios, puertas, mesas e incluso sillas realizadas en su totalidad con alabastro. Todo ello añadido a la tradicional fabricación de aparatos de luz decorativos, como tulipas y plafones.