Venasque y Benasque, ligadas por su topónimo

Nuestro dragón Chorche no pierde oportunidad en sus viajes para relacionar sus visitas con Aragón. En su último viaje por la Provenza francesa, una región con muchísimos atractivos, no dudo en visitar la pequeña población de Venasque, atraído por su semejanza toponímica con la localidad pirenaica de Benasque.

En cuanto a su situación geográfica Venasque se emplaza en la región francesa de Provence-Alpes-Côte d´Azur. Y dentro de ella en el departamento de Vauclause, cuya capital es Aviñón, de la cual dista unos treinta kilómetros. Respecto a Benasque, pertenece a la comunidad autónoma de Aragón, dentro de la provincia de Huesca, situado a 143 kilómetros de la capital. Sin embargo es más equiparable entre ambas poblaciones la unidad administrativa inferior, en el caso de la población aragonesa. Benasque pertenece a la comarca de la Ribagorza, cuya capital es Graus, situada a unos sesenta kilómetros. En cuanto a superficie el departamento de Vauclause tiene unos 3.500 km2, frente a los casi 2.500 km2 de la comarca de la Ribagorza. Entre ambas sin embargo hay una gran diferencia de población. El departamento francés cuenta con más de medio millón de habitantes, frente a los poco más de doce mil habitantes de la comarca de la Ribagorza. Como curiosidad Venasque y Benasque distan unos 600 kilómetros por carretera.


Venasque está situado en la vertiente mediterránea francesa, a menos de cien kilómetros de la costa. El departamento está marcado por llanura situada entre los ríos Ródano y Durance, la zona más fértil y poblada. La localidad está en el piedemonte de las últimas estribaciones del Mont Ventoux. Conocido como el Gigante de la Provenza, esta mole calcárea es bistera* a gran distancia gracias a su posición dominante y aislada en la región, elevándose a 1.912 metros. La falta de vegetación en la cumbre, unido a sus materiales blanquecinos favorece su visión, acrecentada por la nieve en invierno. Se trata de una de las cumbres más suroccidentales de los Alpes. El casco urbano se emplaza a 425 metros de altitud sobre un espolón rocoso de fácil defensa, a cuyos pies discurre el río Nesque, tras dejar atrás las gargantas del mismo nombre. En el paisaje se mezcla la masa forestal con los campos de viñedo, donde se produce la Muscat de Venasque perteneciente a la denominación de origen vinícola de Ventoux, y los cerezos, con la afamada Cerise de Venasque.
*Bistero/a: Visible.


Por el contrario, Benasque es una población enclavada en el corazón de los Pirineos. Dentro de sus límites se levantan las más altas cumbres pirenaicas con el Aneto que alcanza los 3.404 metros. De ellas se descuelgan los últimos glaciares peninsulares, y gran cantidad de bosques, ibones y praderas, formándose un conjunto de paisajes idílicos. El casco urbano se emplaza a 1.138 metros de altitud en la parte central del valle de Benasque, más conocido por sus habitantes como Ball de Benás. Esta depresión está surcada por el río Ésera, que nace en las montañas pirenaicas y surca el territorio en dirección al sur. La complicada orografía lo ha mantenido aislado tanto del resto de la provincia oscense, a la cual se accede por el congosto de Ventamillo, como de tierras francesas. Tradicionalmente la economía se ha basado en la actividad ganadera, con el aprovechamiento natural de los pastos, y en menor grado de la agricultura.


Desde época prehistórica está poblado el territorio en torno a Venasque como así lo atestiguan los restos encontrados en las cuevas del valle Nesque. Vindasca fue uno de los bastiones de la tribu galesa Memini. Durante el Bajo Imperio romano, sus defensas fueron mejoradas. Su etapa histórica más importante va ligada al Comtat Venaissin. Estas tierras pertenecían a los condes de Toulouse desde 1125. Durante la cruzada contra los albigenses, Raymond VII de Toulouse fue derrotado en 1219. Finalmente son cedidas por el rey francés al papado. En 1274 el papa Gregorio X crea el Comtat Venaissin, historia que se prolongó hasta septiembre de 1791. En este año fueron incorporados definitivamente a Francia los territorios pontificios del estado de Avignon y el Comtat Venaissin, tras más de un siglo de intentos por parte de los reyes franceses. Después de superar el millar de habitantes en aquella época, su población fue descendiendo hasta alcanzar los 371 en 1946. La tendencia se invirtió y poco a poco se ha recuperado de nuevo el millar de habitantes, siendo de 1.058 en el censo de 2015.
También en el entorno de Benasque existen vestigios de la época prehistórica, aunque son escasos. La ocupación romana fue larga y cruenta y de aquella época se piensa que puedan datar los actuales baños de aguas sulfurosas. Los habitantes del valle fueron acosados también por visigodos y francos por el norte, y se acercaron los musulmanes al sur, con la frontera en Roda de Isábena. La historia del condado de Ribagorza se remonta a principios del siglo IX, primero unido al condado catalán de Pallars, separándose a finales del mismo siglo. Su topónimo aparece documentado por primera vez a principios del siglo X, en el Rótulo de Benasque. Entre los años 1000 y 1025 Sancho Mayor de Navarra se apodera del condado de la Ribagorza. A su muerte pasa a su hijo Gonzalo, y tras su muerte a Ramiro I reagrupa los condados aragoneses dando lugar al recién nacido Reino de Aragón. Durante la Edad Media el valle de Benasque disfruta de un auge comercial derivado de su situación fronteriza y de las explotaciones mineras. Tras el paso a la corona española, en siglo XVII comenzó el declive. Una grave sequera*, la peste y un terremoto, a lo que se añaden las sucesivas guerras. La población alcanzó un máximo en 1870, con 1.750 habitantes. Le sucedió la pérdida de más del 65% del censo durante el siglo XX, con un mínimo de 574 habitantes en 1970. En las últimas décadas ha sufrido una milagrosa recuperación gracias al despegue económico producido por el turismo, alcanzado los 2.121 habitantes en 2015.
*Sequera: Sequía.
Venasque está incluida en la lista de las poblaciones más bonitas de Francia, le Plus Beaux Villages de Francia. Un buen punto de partida para su visita es una de sus imponentes puertas de acceso. Su emplazamiento protegido por los escarpes rocosos fue reforzado ya en la época romana. Debieron consolidarse después durante el período merovingio, entre los siglos V y VIII. Las puertas actuales proceden de una restauración de principios del siglo XX.  
Ya dentro de la trama urbana, las calles estrechas forman un casco urbano surcado por calles irregulares, con bellas fachadas de casas donde se combina la piedra y el enlucido.


En el centro de la población confluyen varias calles dando lugar a una recoleta plaza, en cuyo centro se alza una pequeña fuente.


La calle principal avanza, atravesando la zona más activa del enclave, con pequeñas tiendas y alojamientos hosteleros, donde también se alza el Hotel de Ville, o ayuntamiento.


Al final se alcanza la iglesia de Notre-Dame. La construcción puede datar del siglo VI, y en el año 1258 se tiene constancia de la reconstrucción del edificio. Posteriormente fue reformada en los siglos XVII y XVIII. En su interior llama la atención que el ábside de la cabecera no está alineado con el eje de la nave, debido a las sucesivas reformas del templo. En cuanto a las portadas, una de ellas es románica, a los pies de la nave, y la otra barroca, en un lateral. La torre de planta cuadrada está coronada por una balaustrada y se culmina con chapitel piramidal de piedra.


Rodeando la iglesia se accede al baptisterio de San Juan Bautista, uno de los edificios religiosos más antiguos de Francia. Ello se debe a que procede de la época merovingia (siglo VI), aunque fue reformado en diferentes ocasiones hasta la etapa románica. El baptisterio era utilizado para bautizar por inmersión a catecúmenos adultos, de ahí las dimensiones del edificio. Aparece oculto desde el exterior por los edificios levantados en el siglo XIII. Su interior está compuesto de planta de cruz griega, con cuatro ábsides en los extremos. Se decoran con arcos ciegos que descansan sobre columnas romanas reutilizadas. En la zona central se alza pila bautismal original, de forma octogonal.


Benasque es uno de los pueblos más bellos de los Pirineos, con un gran potencial turístico gracias a la estación de esquí de Cerler, así como por sus grandes atractivos naturales, artísticos y gastronónimos que atesora en los pueblos que conforman el valle. Se accede a villa por la avenida de los Tilos.


Su casco urbano se estructura en torno a la calle Mayor, que recorre el pueblo de sur a norte. En ella están situados los edificios más notables. El antiguo Palacio de los Condes de la Ribagorza fue erigido en el siglo XVI, de ruda arquitectura montañesa pero con influencias renacentistas italianas. En la fachada principal se abre la puerta y cuenta además con ventanas rectangulares decoradas con buen gusto. En una de las esquinas se conserva un garitón de mampostería.


Al final se alza la plaza del del ayuntamiento en la que están situadas la Casa Fauré, el ayuntamiento y la iglesia parroquial, todos ellos alrededor de un gran tilo. Es conocida como la tellera de la plaza, y su copa se eleva hasta los 17 metros. Alrededor de ella cada 30 de junio tiene lugar el tradicional Ball de Benás, cuya música sirvió posteriomente de base al Himno de Riego.


La Casa Fauré destaca por su soberbia fachada, en una de cuyas esquinas luce una torre con un solo cuerpo de cuatro pisos. También está situado el ayuntamiento cerrando uno de los lados de la plaza. Se trata de un edificio reciente pero guardando las características constructivas del valle.


La iglesia de Santa María es un edificio renacentista, que recoge elementos anteriores románicos que datan finales del siglo XII. La entrada está compuesta de una portada de cuatro arquivoltas. Sobre ella un amplio rosetón con variada iconografía de la primera época románica. En su interior presenta planta cruz latina cubierta con bóveda de cañón ligeramente apuntada. La torre se halla adosada a los pies, compuesta de planta cuadrangular que se remata con chapitel piramidal.


Después de salir a la plaza y callejeando se llega a la calle Antón Cornel en la que se alza la Casa Juste del siglo XV, una de las casas fuertes de mayor interés arquitectónico de la villa. Junto a la vivienda sobresale la torre de aspecto defensivo, con remate de vistosas almenas. Presenta al exterior vanos cuadrados moldurados, y bajo las almenas dos vanos pequeños de medio punto, además de una fila de aspilleras.

Mongay, un pueblo desdichado

Hace unos fines de semana conseguí dar un paso adelante en mi propósito de terminar de conocer todos los pueblos de Aragón, habitados y deshabitados. En mis aventuras por estos pueblos estoy conociendo muchas historias, y algunas de ellas, las que me parecen más interesantes os las voy contando. He visto pueblos de todo tipo: de raso* arruinados, habitados por gente que los está reconstruyendo, en regular estado pero que merecerían una segunda oportunidad, destrozados por actuaciones urbanísticas impropias, utilizados como segunda residencia, etc. Cada uno de ellos tiene su propia historia, aunque todos ellos tienen algo en común: que quedaron despoblados. La gente que en ellos vivía se fue de allí en busca de mejores condiciones de vida, en cuya decisión influyeron diferentes factores sociales, económicos e incluso políticos.

*De raso: Totalmente.
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Mongay/Montgai es uno de ellos. Está situado a poco más de 20 kilómetros de Benabarre/Benavarri, muy cerca de la frontera con Cataluña. El paisaje que lo rodea es tan abrupto como bello, en plena sierra del Montsec. Ello marcó la dificultad evidente de accesos a este lugar. Incluso en la actualidad la pista de acceso construida después de la marcha de sus habitantes está intransitable. El pueblo estaba formado por seis viviendas a las que hay que añadir las construcciones secundarias necesarias para las diferentes faenas agrícolas y ganaderas. Todavía se conservan algunas de ellas adosadas a la roca lo cual hace imaginar lo pintoresco del enclave, al abrigo de los farallones que le dan cobijo. Sus habitantes lo dejaron en la década de los sesenta. Pero llegó una segunda oportunidad de mano de un comprador. Una persona ajena al lugar, con mucho dinero y algo más. Se aprovechó de la circunstancia de que esta parte del congost de Mont-Rebei, la aragonesa, careciera de la catalogación de parque natural, como sí ocurre en tierras catalanas. Ello le permitió hacer y deshacer sin problemas. Aparte de las limitaciones ambientales, en este caso inexistentes, también debería haber limitaciones urbanísticas. En este caso este núcleo depende del ayuntamiento de Viacamp-Litera. Sin tener en cuenta estos aspectos las fotos dejan de manifiesto el dantesco resultado. El pueblo está de nuevo abandonado a su suerte. En este caso el proyecto de ejecución de las obras no se ha llegado a culminar por circunstancias que desconozco, y las obras es difícil que continúen ya que el nuevo propietario falleció hace muy poco tiempo.

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Nada más llegar al enclave enseguida el viajero advierte una intervención con criterios urbanísticos poco adecuados. Quedan escasos restos de los antiguos edificios, alguna vivienda y otras edificaciones, las cuales están adosadas a la roca. Se salvaron de la esferra*, quizás por que no se adecuaban a su proyecto, y son el último testimonio del pueblo de Mongay/Montgai. También la iglesia, que todavía conserva en pie su estructura. El resto se ha reconvertido en tres grandes inmuebles de gran altura. El primero de ellos sólo cuenta con un armazón metálico de tres plantas en total contraste con el bello entorno que le rodea. El segundo edificio, Casa Ibarz, tiene terminada su estructura, aprovechando una pared de una antigua vivienda, siendo el resto transformada en una edificación de piedra y forja, con cierto gusto pero completamente ajena a la construcción tradicional.

*Esferra: Destrucción.

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Finalmente en la parte baja hay otro edificio de mayores dimensiones, Casa Pere Antoni, de similar aspecto al anterior, el cual combina piedra y forja con elementos decorativos.

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En los alrededores y a la intemperie hay restos extraídos de las antiguas viviendas como cubas de vino. Y junto a ellas materiales de obra, herramienta y maquinaria esparcidos por todos lados. Todo ello ante la invasión de la vegetación que día tras día va ganando su lenta batalla. Un paraje desolador que se añade al despoblamiento humano del enclave.

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Mongay/Montgai ha sido desafortunado en las últimas décadas por factura triple. En primer lugar la despoblación que afectó a toda esta comarca hizo que sus habitantes dejasen el pueblo. En segundo lugar un comprador sin escrúpulos reconstruyó el pueblo, haciendo desaparecer la arquitectura tradicional levantada durante siglos por sus antiguos moradores. Con esta actuación ha logrado arrebatar la identidad a esta localidad. Y en tercer lugar su proyecto no se ha terminado con lo que el pueblo ha sufrido un nuevo varapalo, tras ser abandonado por segunda vez en apenas cincuenta años. Lo peor de todo es que su futuro es poco prometedor. Quizás dentro de muchas décadas, el paso del tiempo haga que estas nuevas construcciones de nuevo se desplomen, la naturaleza vaya engullendo poco a poco este pueblo y así desaparezca completamente. Quizás éste sea el mejor destino para este desdichado pueblo.

Montañana, marcando el territorio

Montañana, Montanyana en el habla local, es una bella población que poco a poco va recuperando su explendor. En el siglo X formaba parte de la frontera cristiana y recibió las embestidas de los musulmanes sin llegar a tomarla. Con la reconquista marcó el límite aragonés frente a tierras catalanas, con el río Noguera Ribagorzana como muga*. Y en la actualidad esta frontera administrativa pretende ser modificada por el avance expansionista catalán. Ahora no se recurre a la guerra para este tipo de operaciones. Para ello se utiliza un arma aparentemente inofesiva: el idioma. En zona limítrofe de Aragón con Cataluña se ha hablado históricamente el catalán, una de las tres lenguas que se usan en Aragón y que son parte de nuestro patrimonio histórico y cultural. Antaño fue conocido como el castellano mal hablado o chapurriau. Y hace poco se ha convertido en lengua aragonesa propia del área oriental (LAPAO) por obra y gracia de los políticos del PP y el PAR. Todo por no reconocer que en Aragón se hablan variantes del catalán, lo cual se asume con normalidad por sus propios hablantes aragoneses que se encuentran abandonados a su suerte por nuestros políticos. Nuestros representantes en vez de intentar ocultar el uso del catalán deberían prestar más atención a la zona limítrofe aragonesa, que sin embargo es acogida por los vecinos catalanes con los brazos abiertos, con una relación de vecindad histórica. Utilizan los servicios sanitarios y educativos de Cataluña, previo pago del Gobierno de Aragón. Y al compartir una lengua común, reciben la información en su lengua materna de los medios de comunicación catalanes, cuyas ondas se introducen kilómetros y kilómetros en Aragón. ¿Para qué sirve una televisión autonómica si no es capaz de ofrecer a los aragoneses información en su lengua materna? Y en el tema educativo la cosa todavía es más preocupante. Una educación que se manipula una y otra vez en el aspecto histórico ante la dejadez del Gobierno de Aragón. ¿Quién garantiza a estos jóvenes que tienen que estudiar en Cataluña que no se les engañe, cuando en la propia ciudad de Zaragoza se está estudiando con libros de editoriales catalanas que en castellano hablan de la corona catalano-aragonesa? ¿Cuándo nuestros representantes políticos van a defender los derechos de los aragoneses que viven en tierras de frontera, para que sean considerados aragoneses de primera respetando su lengua materna?

*Muga: Límite.

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Y mientras tanto el avance catalanista no se detiene. En los «països catalanes» ya se incluye desde hace décadas la Franja del Ponent, las tierras aragonesas situadas a «poniente» de Cataluña. Un zona en la que se habla catalán desde hace siglos, situación que no quiere decir que el catalán se haya expandido en Aragón, sino que el catalán siempre se ha hablado aquí. Confundir esto con que esta zona pertenece a Cataluña es simplemente una táctica usada por los políticos catalanes, y en cuya trampa están cayendo torpemente los políticos aragoneses. Y mientras tanto los aragoneses de estas zonas viven el día a día sin dar importancia a la frontera, abandonados por el Gobierno de Aragón y acogidos por la Generalitat de Cataluña.

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Mi última visita fue a la Ribagorza, cuyo antíquísimo condado se unió con los condados de Aragón y Sobrarbe creando el reino de Aragón. En la población medieval de Montañana/Montanyana pude ver los lentos avances en su recuperación. En el año 2009 se creó la Fundación Montanaña Medieval, un sistema de gestión que otras localidades aragonesas ha supuesto un modelo de desarrollo fundamental para la conservación del patrimonio. En cinco años nuestros políticos dijeron que se invertirían 12 millones de euros. Precisamente hace cinco años visité por última vez esta bella localidad, y desde entonces la única mejora que he encontrado ha sido la reforma de la carretera de acceso de poco más de un kilómetro, y la restauración del interior de la iglesia de Nuestra Señora de Baldós. No me cuadran las cuentas.

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En esta ocasión pude disfrutar de una visita a cargo de un guía. Un paseo por las calles empedradas con Javier me descubrió muchos detalles de la historia de esta población, vital en la defensa de las tierras aragonesas, y que desde finales de siglo X hasta nuestros días sigue marcando el territorio aragonés. Un detalle que me llamó la atención fue un capitel de la magnífica portada románica de la iglesia de Nuestra Señora de Baldós. Representa la avaricia, en la que un personaje lleva un bolsa que agafa* con una de sus manos mientras tres figuras intentan arrebatarle sus posesiones. Enseguida me imaginé esculpido a Artur Mas, como representante de la avaricia catalana. Son capaces de manipular la historia para convertir su condado de Barcelona en la corona catalano-aragonesa, son capaces de retener los bienes religiosos de la franja que pertenecen a las parroquias aragonesas, son poseedores de otros bienes que fueron extraídos sin permiso alguno de las instituciones aragonesas, son capaces de dibujar mapas eliminando las fronteras con el fin de ampliar su territorio amparados por un mismo idioma, y su avaricia hace que vayan a Madrid exigiendo constantemente más y más dinero. Son incluso capaces de pedir financiación al gobierno nacional para sufragar los gastos de la consulta por su independencia. Esta avaricia es el motor del movimiento independentista catalán, que como vecinos nos afecta y mucho.

*Agafar: Agarrar.

capitelavaricia_montanyanaY en la cercana población de Pont de Montanyana pude ver cómo poco a poco se van sucediendo los pasos de su avance territorial. Me quedé perplejo al ver un cartel editado por el Parlamento de Cataluña, colocado en Aragón. Vamos, como si ya fuera territorio catalán, y con la permisividad del Ajuntament de Pont de Montanyana. Habla de un camino que une las tierras donde se habla catalán. El texto, íntegramente en catalán, es correcto en todo su contenido, aunque teniendo en cuenta que se encuentra en Aragón debería tener una traducción al castellano.  Pero la frase que me parece más alarmante es la siguiente: » El catalán es la lengua habitual del 73% de la gente de la Franja del Ponent según un estudio de la Generalitat de Cataluña». Analizando la frase estoy de acuerdo en que el catalán se habla de manera general y tradicional en esta zona ¿Y por qué la Generalitat de Cataluña realiza estudios de este tipo fuera de su territorio? ¿Y por qué no lo hace el Gobierno de Aragón, que por otra parte es incapaz de reconocer esta realidad? ¿Y lo más importante, cómo se atreven a hablar de la Franja del Ponent en Aragón, con la autorización del ayuntamiento aragonés de Pont de Montanyana? cartelpontmontanyana2

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Analizando la composición política de esta corporación municipal se aclaran algunas dudas. En las elecciones del 2011 el partido Convergència Democràtica de la Franja, con sede en Fraga, obtuvo cuatro de los cinco concejales obteniendo la alcaldía de este municipio. Se trata de un partido satélite de Convergencia Democrática de Cataluña. Uno de sus objetivos es la defensa y dignificación del uso del catalán en esta zona aragonesa, empeño muy justificable. Y precisamente eso es lo que hay que exigir al Gobierno de Aragón y luchar por ello. Pero la solución no es crear un partido dependiente de Cataluña que evidencia la vinculación con este territorio, reconociendo la pertenencia a la Franja del Ponent, incluyendo el dominio cat de su página web o permitiendo las ingerencias administrativas de las administraciones catalanas en suelo aragonés. Es decir abriendo las puertas de par en par al avance catalán en este territorio.

Sin duda alguna la situación social de las zonas limítrofes aragonesas con Cataluña debería analizarse a fondo, y tomar las medidas oportunas para potenciar su desarrollo cultural y económico desde Aragón. El culpable más importante de esta lamentable y preocupante situación es el Gobierno de Aragón, que con su cerrazón está dejando el camino libre al afán independentista catalán.

Conoce más sobre esta zona de la mano del dragón Chorche

Montsec de L´Estall, la Ribagorza en estado puro

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Dos atalayas naturales en el valle del Isábena

A pesar de llevar diecinueve años recorriendo Aragón esta tierra nunca deja de sorprenderme. En este puente de la Constitución estuve en Roda de Isábena, que puede presumir de ser el pueblo más pequeño de España que posee una catedral. Tanto este edificio como el resto del casco urbano son una joya que atesora mucha historia. No en vano este lugar fue capital del condado de la Ribagorza y sede episcopal hasta el año 1149, año en que se trasladó a Lérida tras su reconquista. Y precisamente éste fue el motivo por el cual un gran número de bienes eclesiásticos aragoneses fueron trasladados a dicha ciudad a lo largo de ocho siglos de pertenencia de las parroquias aragonesas a la diócesis de Lérida. Pero en 1995 se llevó a cabo la separación territorial de las sedes episcopales con la creación de la diócesis Barbastro-Monzón. Desde entonces el obispo de Lérida, apoyado por los poderes políticos catalanes, sigue incumpliendo los mandatos de Roma y las sentencias favorables a su devolución a Aragón. Y con ello los catalanes siguen desafiándonos con su soberbia que no hace sino separar y distinguir la manera de actuar de Aragón y Cataluña, del Reino de Aragón y el Condado de Barcelona, ambas regidas por el rey de Aragón, y ahora separadas por la avaricia expansionista y afán de protagonismo histórico de Cataluña.

Dejando de abentar* fuego por mi boca vuelvo a esta bella localidad situada en la zona central del valle del Isábena. En sus alrededores había algunos lugares que no conocía y que tenía apuntados en mi libreta desde hace tiempo. Dos atalayas naturales desde donde poder contemplar el valle de otra manera, desde lo alto pero sin perder contacto con la tierra.

*Abentar: Echar.

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Desde La Puebla de Roda, cruzando su puente medieval una pista primero asfaltada y después de tierra alcanza San Esteban de Mall. Desde este lugar otra pista conduce a Casa Solana, y desde allí continua el ascenso suave con otra pista hasta otra casa en ruinas. Poco a poco las vistas se van ampliando. Sólo resta el último tramo, una senda que salva sin dificultad los últimos farallones rocosos para alcanzar el objetivo: la ermita del Tozal. Un sencillo nombre para un lugar espectacular. Un lugar ideal para colocar un castillo, y tras ser arrasado por los musulmanes, una ermita románica. Sin embargo la empresa fue fallida y quedó inacabada. Así el resultado actual no es una construcción en ruinas, sino una fábrica sin terminar. Un gran proyecto de una iglesia de treinta metros de longitud del cual sólo se levantó el muro sur, parte de la cabecera y la torre defensiva. Ahora la vegetación ocupa su interior, y oculta en parte la cripta, único resto de la construcción inicial. Un bello lugar donde las piedras se dan la mano con la naturaleza dando lugar a una bella combinación. Y todo ello acompañado de una magnífica panorámica. Muy cerca de la Sierra de Sis, algo más lejos los Morrones de Güell, y al fondo el imponente Macizo del Turbón. Y en medio de todo ello, en el fondo, el valle del río Isábena.

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La otra atalaya natural descubierta en mi último viaje está situada muy cerca de la anterior, en la margen opuesta del río. No se trata de una cumbre bien visible, pero las vistas nuevamente me dejaron impresionado. Para ello tomé una pista de casi cinco kilómetros que partía de La Puebla de Roda nuevamente, esta vez en la salida de la carretera hacia Serraduy. Como no estaba en buen estado tuve que realizarla en su mayor parte andando, con buena subida en el tramo final. Arriba fui en busca de la aldea despoblada de Rin de la Carrasca, sin senda evidente. El pueblo yace enmarañado por la vegetación, y rodeado de grandes carrascas que hacen honor a su apellido. Sin embargo la ubicación escogida por sus primeros habitantes seguía intacta, al borde de unos farallones rocosos verticales, que delimitan al sur el modesto arroyo de Villacarli.  Y a escasa distancia la gran mole granítica de Turbón, con una de las mejores vistas de esta montaña mágica envuelta en numerosas leyendas. Una de ellas habla del home granizo*, haciendo referencia a un gigante petrificado que junto a los duendes que en ella habitan son los causantes de los males de toda la comarca. Precisamente la mitología ubica allí una gran fragua, de la cual salen rayos, relámpagos y tormentas a los pueblos de alrededor. Y para terminar un refrán: «Cuando la boira cubre el Turbón, habrá tormenta en todo Aragón». Una de las montañas más impresionantes y más enigmáticas de todo Aragón.

*Granizo: Enorme.

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Remontando el río Ésera

Al nombrar el río Ésera, muchos tendrán dificultad para ubicarlo en Aragón. No es muy conocido a pesar de ser uno de los ríos pirenaicos más importantes, que recorre casi cien kilómetros entre el Macizo de la Madaleta y su desembocadura en el río Cinca una vez atravesado el Congosto de Olvena. Pero si digo que pasa por Graus, Campo y Benasque seguro que es más fácil de localizar.

El pasado fin de semana estuve remontando el río y realicé una primera parada en Graus, capital de la Ribagorza. Me encanta esta localidad y cada vez que la visito es inevitable visitar su comercio tradicional, con excelentes manjares en embutidos y lamines*, cuyo máximo exponente es la longaniza de Graus. Pero también me gusta pasear por sus calles que guardan el sabor de antaño, y llegar a la plaza Mayor. En esta ocasión lo hice de noche. Es uno de esos lugares que me fascina; una amalgama de fachadas irregulares, todas diferentes, que dan lugar a un conjunto único por la singularidad de las pinturas que ofrecen. También me pasé por el Espacio Pirineos, en la plaza de la Compañía, donde había una exposición de fotos antiguas de Benasque en tres dimensiones muy interesante. En Graus hay mucho más que ver, que ya había visitado. Los portales medievales de Linés y Chinchín, el puente de Abajo y sobre todo la basílica de la Virgen de la Peña, con sus magníficas vistas de la localidad.

*Lamines: Dulces.

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Remontando el valle llegué hasta Santaliestra y San Quílez. Esta localidad estuvo amenazada por la construcción de un pantano durante décadas. En esta ocasión los pantaneros no consiguieron su objetivo y el sentido común hizo que se desechase esta opción en favor del embalse de San Salvador. Para poder contemplar la belleza de este tramo del valle y celebrar que todavía sigue virgen subí hasta la ermita de Santiago. Para ello tomé una pista que sale desde la carretera, muy cerca del desvío al pueblo y que conduce a la aldea despoblada de La Corona. Tanto por la pista, algo más larga, como por senda, se puede subir a la parte alta, atravesando un bello bosque de pinos, bojes y quejigos. Tras el esfuerzo por la subida, arriba todo son recompensas. Un pueblo deshabitado más en mi mochila, que la vegetación ya ha atrapado en parte, y la visita a la ermita situada a diez minutos. Está ubicada al borde de un acantilado vertical de trescientos metros de altura. Ni que decir tiene que las vistas son espectaculares, con el río Ésera surcando un precioso valle, en cuyo fondo se contempla la localidad de Santaliestra.

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También aproveché para visitar algún despoblado más en los alrededores de Campo, otra de las poblaciones por las que pasa el río Ésera. Aldeas como Bacamorta, Terraza y Esterún, donde todavía hay algo de vida, pero ya poca. Con ellos ya me quedan sólo 44 pueblos en mi lista. Y para terminar el fin de semana subí hasta la cabecera del valle, quizás el enclave más conocido. Hace cuatro meses esta localidad estuvo en las portadas de los informativos por una riada cuyo protagonista fue precisamente el río Ésera. Debido a las fuertes lluvias se produjo una avenida extraordinaria, cuyos desperfectos todavía se pueden apreciar en sus márgenes. Benasque, Benás en patués, una variedad del aragonés, es una de las joyas del Pirineo. Su casco urbano aglutina un conjunto arquitectónico con bellos ejemplos de casas en las que destacan los detalles de sus portadas. Entre todas ellas destacan Casa Fauré, junto a la Casa La Bila (ayuntamiento), Casa Juste, con su torreón, y el palacio de los Condes de la Ribagorza, recientemente restaurado. El domingo por la tarde el paseo fue muy tranquilo. Habían llegado las primeras nevadas pero los esquiadores todavía no tenían a su disposición las pistas de esquí con lo que las calles estaban desiertas. Disfruté de manera intensa de lo pintoresco de esta localidad que hacía años que no visitaba. Todavía había restos de la nieu* caída hace unos días, la primera nevada de la temporada, que sí teñía de blanco las montañas se alrededor. Culminé mi estancia con un café caliente en uno de los pocos bares abiertos, saboreando lo visitado en este fin de semana por tierras ribagorzanas, junto al río Ésera.

*Nieu: Nieve.

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