9º Excursión Joréate por Aragón a Peracense

9º Excursión Joréate por Aragón a Peracense

En esta ocasión el dragón Chorche nos invitó a descubrir un pequeño rincón de Teruel, una provincia con multitud de lugares sorprendentes. Tras un verano excesivamente caluroso nos salió un día estupendo, soleado y con una temperatura perfecta para disfrutar de un día de excursión. Hacía ya un año de nuestra visita a Malanquilla pero todos conservaban el buen sabor de boca que nos dejó aquella jornada. Esta vez tuvimos caras nuevas, que llevaban ya tiempo esperando poder asistir a una excursión de Joréate y que desde ahora ya forman parte de la familia viajera del dragón.

El punto de encuentro fue el castillo de Peracense. A pesar de ser uno de los castillos más bellos y singulares de Aragón, todavía hay muchos que no lo conocen. Tras aparcar nos agrupamos todos en el interior y pudimos abrir boca con las reproducciones de los aparatos empleados en las guerras medievales que allí estaban expuestos. El guía nos acompañó en la visita del primer y segundo recinto defensivo. El primero era el destinado a los campesinos y los animales domésticos. Tras atravesar una de las murallas por otra puerta se pasaba al segundo, más elevado y protegido. En su época era el utilizado por los caballeros y donde estaban los establos de los caballos. Tres cuartos de hora de entretenida explicación que sirvieron para comprender los entresijos de la historia del recinto y la complicada estructura de esta fortaleza tan bien conservada gracias a la completa restauración llevada a cabo ya hace décadas. Ya por libre el grupo fue recorriendo todos sus rincones. Torres a las que se ascendía por estrechas escaleras de piedra y madera. Interior de las caballerizas donde había una exposición de los restos arqueológicos encontrados. El aljibe, la cárcel, la capilla….

Y finalmente la parte más alta y espectacular enclavada sobre una gran roca. Una escalera metálica ahora servía de cómodo ascenso. Se accedía así al tercer recinto donde una nueva torre servía de nuevo mirador sobre el resto de la fortaleza. Pero todavía había un cuarto recinto protegido por otra puerta. Dos estancias cubiertas y un pequeño aljibe daban la entrada al corazón del castillo. Una nueva puerta que daba acceso a la vivienda del alcaide, el gobernador del castillo. En su interior una estancia abovedada y el aposento donde se conservaba la chimenea. En la parte trasera se conservaba un aljibe cuadrado para abastecer al lugar más inaccesible de la fortaleza. El colofón era el acceso a la parte más alta, la cubierta de las estancias, acondicionada como mirador con magníficas vistas de todo el castillo y su entorno natural, el pueblo de Peracense y el valle del Jiloca al completo.

Dos horas disfrutando de todos los rincones, donde los más peques se lo pasaron estupendamente y los mayores quedaron sorprendidos de su belleza. Lo más sorprendente era su capacidad de mimetismo del castillo. Construido en piedra de rodeno por piedras regulares, que se asentaban sobre la roca del mismo color rojizo. Como un camaleón, la construcción se confundía con las rocas que cubrían el paisaje de su entorno.

Ya fuera dimos un paseo conocer el exterior. Tomamos una estrecha senda que arrancaba cerca de la entrada y que pasaba bajo las verticales rocas en las que se asentaba la fortaleza. En la solana quedamos prendados de un espectáculo natural. Cientos de pájaros de pequeño tamaño, el avión común, pegados en la roca tomando el sol. De vez en cuando algunos de ellos rompían a volar dotando estos instantes de una magia especial.

El sendero descendía hasta el poblado medieval. Tras las catas arqueológicas se podían ver los restos de algunas viviendas y de una ermita. El paisaje formado por enormes rocas de color rojizo conformaba un paisaje de los más bellos de Aragón, escoltando y ocultando al mismo tiempo el castillo. En el recorrido pasamos por una pequeña cueva de la cual salieron dos murziacalos* espantados por presencia de los más pequeños. Solo restaba ir ascendiendo entre jaras y rocas para llegar de nuevo al aparcamiento.

*Murziacalo: Murciélago.

Se acercaba la hora de comer y nos trasladamos a Rodenas. En el merendero de la Isilla situado a las afueras del casco urbano encontramos un lugar ideal para la tradicional comida de campo. Unas mesas, una chopera con buena sombra y unas buenas viandas que compartir entre todos para pasar un rato estupendo.

A su término desmontamos el campamento y nos acercamos al pueblo a echar un café. Junto al bar con merendero exterior estaba el parque y las pistas polideportivas. La charrada, los cafés, incluso las copas hicieron pasar un rato distendido mientras los más peques estuvieron entretenidos jugando en los columpios.

¿Y quién dice que no se puede hacer shopping en el medio rural? Nos acercamos a la quesería de la localidad donde pudimos elegir entre una variada oferta de quesos artesanos elaborados con leche de oveja.

Todavía quedaban muchas cosas que ver así que continuamos ruta. Atravesamos el barrio minero de Ojos Negros cercano a las antiguas minas de hierro. El mineral extraído fue transportado por la antigua vía de ferrocarril, ahora vía verde, hasta el puerto de Sagunto donde estaban los hornos donde se procesaba el material. Antes de llegar al pueblo del mismo nombre hicimos una nueva parada. Sobre una pequeña loma se asentaba una de las construcciones más singulares de Aragón. ¿Quién dijo que en Aragón no había molinos como los del Quijote? Pues tenemos dos reconstruidos de estilo manchego. En la excursión anterior vimos el otro, el de Malanquilla. Esta vez nos acompañó de nuevo la guía de Malanquilla Rechita que repasó la lección. Algunos no estuvieron en aquella clase y otros sí pero había que cosas que habían olvidado. En pocos minutos todos ya lo teníamos otra vez claro. Para qué servía el molino, cómo se ponía en funcionamiento su maquinaria, la estructura interior… Todo para valorar nuestro patrimonio y con lo que contábamos en Aragón.

Para el final de la tarde el dragón Chorche nos había preparado la visita a Blancas, el pueblo de las dos sabinas. Un paisaje formado por amplias parameras con escaso desnivel y tapizadas por campos de cereal. En medio de este inhóspito paisaje sobrevivía una sabina milenaria. Desde la carretera un camino en buen estado servía de acceso a este pequeño árbol que contaba con una edad que rondaba los dos mil años. A pesar de sus discretas dimensiones, 6 metros de altura y 15 metros de su copa, sorprendía por su edad y por su buen porte.

La conexión entre la sabina y nosotros fue tan fuerte que decidimos darle un abrazo milenario. Todos en círculo rodeamos el tronco intercambiando emociones. Tantas que comenzamos a bailar espontáneamente. Un momento mágico para compartir entre el árbol y nosotros, y que recordaremos para siempre.

La tardada* iba acechando y nos trasladamos al pueblo de Blancas. Coronando una ladera salpicada de pajares estaba la “Sabina de Metal 2.0”. Esta segunda sabina apenas tenía tres años de existencia. Sin embargo ya se había convertido en el segundo icono del pueblo gracias a la campaña realizada en la presentación al concurso del Árbol Europeo del Año de la sabina de Blancas. Un concurso que no ganaron pero que sirvió para dar a conocer uno de los árboles singulares de Aragón más longevos y un pueblo con muchos motivos para ser visitado.

*Tardada: Atardecer.

La obra de Jesús Guallar, un artista local, es una reproducción a escala natural realizada gracias a materiales metálicos recogidos por los vecinos del pueblo, piezas de arados para el tronco, vigas y chapa enrollada para ramas y 2.800 chapas simulando las hojas. Sorprendente el trabajo colaborativo y la idea de un artista que dio lugar a esta obra de arte.

Solo restaba dar un paseo por el parque escultórico situado en las inmediaciones y con vistas el casco urbano de Blancas. Más de un centenar de obras de arte realizadas por el mismo escultor de todo tipo con el único nexo en común del origen de sus materiales, todos ellos reciclados. Fundamentalmente metálicos, pero también de piedra, madera y de todo tipo. Los motivos elegidos muy variados, donde la imaginación del artista queda de manifiesto. Un punto final a una excursión que no dejó indiferente a nadie.

Y para cerrar la excursión fuimos al bar de la plaza del pueblo para poder tomar un descanso y poder echar la última charradica. Mientras unos reposaban un día intenso en emociones, los chavales todavía tenían energías para seguir corriendo por la plaza.

Un día completo, que había salido conforme al guión propuesto. El objetivo estaba cumplido, descubrir un rincón de la provincia de Teruel, fronterizo con Castilla, que no era muy conocido. Un poco de todo: un impresionante castillo de color rojizo, un molino de viento manchego-aragonés, una sabina milenaria y otra de metal recién nacida. ¿Qué más se podía pedir a una nueva excursión de Joréate por Aragón? Lo mejor sin duda, la sintonía y buen ambiente entre todos los participantes, viejos conocidos y nuevas incorporaciones que formaban parte de la familia del dragón Chorche. La guinda del pastel a esta excursión esperamos ponerla el 22 de diciembre próximo. Será el día de la recogida del premio de las participaciones que hemos comprado y repartiremos entre todos. Y si no nos toca siempre tendremos la próxima cita del Joréate pendiente para el año que viene.