11ª Excursión Joréate por Aragón a Maella y Fabara

11ª Excursión Joréate por Aragón a Maella y Fabara

En esta ocasión el dragón Chorche eligió visitar el extremo oriental de la provincia de Zaragoza, ya cerca de tierras catalanas. El lugar de encuentro fue Maella, localidad apenas conocida a excepción de alguna rápida parada para descansar de camino a la playa. Ese era su objetivo, descubrir un pueblo donde poder pasar una entretenida mañana. Y para ello organizó un “free tour” por el pueblo. ¿O es que sólo se pueden hacer estas rutas turísticas por grandes ciudades como Lisboa, Toledo o Salamanca? Pues en Maella también se puede y para ello contamos con una guía local de excepción, Roser. Ella nos descubrió y contagió su entusiasmo por el patrimonio y la historia local, pero sobretodo por su hijo más ilustre. Y como buen “free tour” no faltó un elemento identificativo para que los turistas no se pierdan, el paraigües* rojo.

*Paraigües, Bateaguas: Paraguas.

Después de tomar el café y pasar por la panadería para degustar los dulces locales comenzamos la ruta turística atravesando la plaza de España en dirección al castillo. Muchos vecinos se quedaron sorprendidos por ver un numeroso grupo de turistas detrás de un paraguas rojo. Y mientras tanto la gente de grupo se quedó sorprendida al pasar junto a la bella torre del reloj, que más tarde visitaría. Subiendo por la calle del Penal, en referencia a las penas* en las que se asienta la parte alta de pueblo, llegamos al castillo. En primer lugar nos adentramos en las bodegas del antiguo castillo. Lo primero que nos quedó claro es que el castillo debe su esplendor a los Pérez de Almazán. Que los condes de Aranda, sus últimos propietarios, no hicieron otra cosa que echarlo a perder. Tras esta puntualización pudimos descubrir los avatares a lo largo de siglos de esta construcción. En la parte subterránea vimos las bodegas y los aljibes de las diferentes épocas. Subimos a la parte superior para poder ver los restos de la residencia de los señores. Un palacio en el que a pesar de su ruina conserva una fachada monumental, cuya portada está coronada por las armas de los Pérez de Almazán, con elementos defensivos muy relevantes. En el interior también cuenta con varias portadas monumentales y aún se puede intuir la distribución de las estancias. En nuestra visita no molestamos a una cigüeña y sus polluelos, únicos habitantes del castillo en la actualidad.

*Pena: Peña.

Continuamos la visita en descenso hasta la llegar al ayuntamiento. Antonio, el alguacil, nos enseñó su interior. En primer lugar el salón de actos, más arriba, llegamos a la terraza almenada desde donde pudimos disfrutar de buenas vistas del casco urbano. Pero también ascendimos por la escalera de caracol hasta lo más alto de la torre, que se eleva a 48 metros de altura. Allí está alojada la gran campana que da las horas del reloj. También los altavoces a través de los cuales se dan los bandos municipales al uso tradicional, con canciones diferentes para cada uno de ellos. Y como curiosidad todos los días laborables a mediodía suena la “bendita”, la jaculatoria de la Virgen del Pilar, también aquí en Maella. A lo que las mujeres del lugar suelen exclamar: —uy, la bendita…men vaic a fer lo dinar— como un recordatorio de que ya es mediodía y es la hora de hacer la comida. Tras bajar a la calle nuestra guía nos mostró las “manos” que hay por todos los costados del arco de la torre atravesado, por la calle Mayor. Gustó mucho a todos la leyenda de la “Ma de ella” que dio lugar al nombre del pueblo.

Aún quedaban más cosas y tomamos rumbo a la casa natal Pablo Gargallo. En efecto y aunque muchos no lo sepan aquí nació uno de los más célebres escultores aragoneses. El museo que aglutina buena parte de su obra, gracias a la donación de la familia, está ubicado en el palacio de los Argillo, en Zaragoza. Pero Maella cuenta con su casa natal, edificio que fue adaptado como espacio museístico. Roser durante la visita fue capaz de darnos a conocer aquel humilde vecino del pueblo, con numerosas anécdotas de Pablo y su familia. Con ello y a través numerosas fotografías nos acercó a su persona. En la planta alta el museo cuenta con cuatro obras del escultor, suficientes para transmitir la delicadeza de sus obras, en especial la de su madre Petra, a la que arroparon las mujeres.

Tras la calurosa y emotiva despedida a Roser nos fuimos a comer. El parque de Fabara, situado junto a las piscinas, fue el lugar elegido. Una preciosa arboleda ideal para una comida campestre que tanto nos gustaba. Después de la sobremesa con buena charrada nos tomamos el café en el bar del pueblo.

Por la tarde retomamos la visita. Este fue un gran descubrimiento para todos y es que nuestra tierra tiene mucho con qué sorprender. A unos dos kilómetros del pueblo, en plena huerta del río Matarraña, está el mausoleo de Fabara. Se trata del mejor conservado y más monumental mausoleo romano de Hispania. Y está en Aragón. Tras recoger las llaves accedimos al interior del recinto ajardinado. El dragón Chorche fue el encargado de hacer de guía turístico en esta ocasión. Nos acercamos a ver el magnífico edificio, un templete clásico con cuatro columnas al frente y la inscripción en la parte superior que nombra al difunto, Lucio Emilio Lupo. Pudimos entrar al interior accediendo por la escalinata. Una gran sala superior donde se realizaban las ofrendas y unas escaleras descienden a una estancia inferior donde se depositaron los restos del fallecido. Allí invocamos a Lucio pero su espíritu no apareció.

Volvimos al pueblo ya con la calorina de un día de verano. En la calle mayor está la Casa de los Hierros. Allí nos esperaba Jesús Guallar, el artista que había acondicionado esta vieja vivienda como lugar para exponer muchas de sus obras. Entramos en el zaguán y enseguida nos dio la bienvenida acompañado de su mujer. Fuimos recorriendo las estancias de la vivienda que conserva su estructura original a lo largo de tres plantas. En la parte baja pesebres y patio interior; una escalera comunica la plantas, con la cocina en la primera planta y alcobas en la segunda planta, desde donde se vislumbra la falsa bajo el tejado. Todas las salas cuentan con obras del escultor fundamentalmente en metal, pero también con piedra y madera. Tampoco faltan cuadros de pintura abstracta. Una manera de definir su estilo: —yo hago lo que me apetece— así dijo Jesús. Pero también había aglutinado cualquier otro objeto que le había llamado la atención para ser almacenado y ahora está expuesto allí. Nos fue acompañando durante la visita, a medida que disfrutábamos de la originalidad de las piezas. Un paseo por su obra de la mano del propio autor, un auténtico lujo. Terminamos la visita con una foto familiar en la que manifestó lo mucho que habíamos disfrutado de la visita.

Para completar la jornada no faltó un paseo por Fabara. Pasamos por Ca la Villa, un elegante edificio con lonja inferior que alberga el ayuntamiento, frente a la antigua casa consistorial. Y poco más adelante la amplia plaza ante la iglesia de San Juan Bautista cuyas almenas aportan aspecto defensivo a la construcción. Allí pusimos el punto final a la onceava excursión de Joréate por Aragón, ya pensando en la siguiente.