Chodes, doce lados tiene su plaza

El río Jalón, el mayor afluente del Ebro por su margen derecha, nace en tierras castellanas y recorriendo Aragón conduce sus aguas al valle del Ebro. En el tramo medio debe atravesar el Sistema Ibérico dando lugar a un trazado agreste y sinuoso, conocido como las Fozes* del Jalón. Enclavado en este paisaje está Chodes, junto a una de las vegas más amplias de esta zona montañosa, lo que favorece el cultivo de frutales.

*Foz: Hoz, desfiladero.

Sin embargo su asentamiento fue otro hasta tan sólo trescientos años. El origen estuvo en una fortaleza situada en la peña de Lodos, a un kilómetro de distancia del actual enclave. Desde este punto estratégico se controlaba el estrecho valle del río Jalón. La primera cita documental del castillo se remonta al año 1131. Alrededor de la fortaleza se forjó una pequeña población, que en 1495 contaba con 17 fuegos o familias. La población era fundamentalmente morisca, quedando muy mermada tras el decreto de expulsión de los moriscos en 1610. En cuanto a la construcción defensiva, se ubica en un peñasco de difícil acceso, de forma ovalada con 30 metros de eje mayor. De su estructura sólo se conservan restos de una torre cuadrada, en el lado que mira al río, así como de pequeños lienzos de la muralla.

En el siglo XVII el antiguo pueblo estaba en una situación decadente. Viviendas en mal estado y con escasos vecinos situados lejos de las tierras de cultivo lo que hacía peligrar la población. El Conde de Morata, Francisco Sáenz de Cortes decidió construir un pueblo de nueva planta en la vega, en la partida de Capurnos. Para ello contrató al arquitecto Juan de Marca, el cual también estaba llevando a cabo la obra de su palacio situado en Morata de Jalón, a menos de dos kilómetros de distancia. Entre 1675 y 1681 se levantó por el mismo arquitecto el puente de Capurnos, que servía para salvar el río Jalón y comunicar ambas localidades. En el año 1676 se firmaron los documentos para llevar a cabo la obra de la plaza, y dos años después ya estaba terminada. Se trata de un conjunto urbanístico de gran importancia, tanto por su diseño planificado previamente como por su singularidad. En el año 2001 fue declarada Bien de Interés Cultural, con la categoría de Conjunto Histórico.

La plaza de Chodes tiene forma poligonal de doce lados. Ocho de ellos son iguales y los cuatro restantes ligeramente más largos. En su perímetro interior se encajan las fachadas de las 24 viviendas formando un puzzle perfecto y armónico. Cada uno de los lados se corresponde con dos viviendas, excepto los lados mayores que albergan dos viviendas y un pasadizo que sirve de acceso al interior. Estos pasos se ubican en disposición ortogonal. Todos ellos menos uno, cuyo espacio se reservó inicialmente para albergar la iglesia parroquial. Estos accesos se abren con arcos de ladrillo tanto al interior como al exterior, ocupando dos tercios de la altura de los edificios, lo que permite un espacio habitable entre el arco y el tejado. Los pasadizos se cubrían con bóveda de lunetos, cuya estructura sólo se conserva en uno de ellos, siendo los restantes cubiertos por techumbre. Los dos accesos enfrentados, fueron durante muchos años el paso de la carretera autonómica A-2302 que conecta Morata de Jalón con el valle del río Isuela. Afortunadamente en el año 2021 se puso en marcha la travesía que evita el paso del tráfico rodado por la plaza, en especial de los camiones de alto tonelaje. Su volumen fue motivo de desperfectos de manera habitual en los arcos de ladrillo de los pasos. El tercer acceso conduce a la huerta. Tiene la singularidad de contar con un sencillo frontón triangular con un óculo central. Se ubica en la fachada interior, rompiendo la línea del tejado. Enfrentado a éste se alza la iglesia de San Miguel.

El diseño planteaba 24 viviendas de similares características, y para ello se tomó como patrón la vivienda que Juan de Yarza tenía en Morata de Jalón, uno de los técnicos que participó en la construcción de la obra. Contaban con dos alturas, acceso de arco de medio punto, balcón y pequeños ventanucos en la parte alta. Su fachada está delimitada por pilastras de ladrillo desde el suelo hasta el tejado, rematadas con bolas de piedra decorativas. Los tejados se cubren a dos aguas, unidos entre sí, y dando lugar a la misma forma poligonal. Al interior todas tenían la misma configuración, contando con las estancias, chimenea, bodega y corral.

La estructura planteada inicialmente se ha conservado casi en su totalidad. Sólo dos de las viviendas fueron ampliadas en altura con dos solanares*, rompiendo la línea del tejado. Curiosamente las dos bolas situadas en el tejado fueron recolocadas en la parte baja de la fachada, a ambos lados del acceso a una de las viviendas. Otra modificación fue la conversión de una de las viviendas en el ayuntamiento de la localidad. En su fachada luce reloj y sobre el tejado un pequeño campanil. Finalmente, y con el paso del tiempo, han sido modificados los vanos de buena parte de las viviendas, adaptándolos al uso de las viviendas y de sus propietarios. En la planta baja es donde son más evidentes estas modificaciones, con las puertas de las viviendas y las cocheras. Destacan otros detalles como dos relojes de sol, uno de ellos sobre uno de los arcos de acceso, y el otro en la vivienda contigua a la iglesia.

*Solanar: Solana, galería orientada al sol.

En cuanto a la iglesia de San Miguel, no se sabe exactamente el año de su construcción. Su estrecha fachada de ladrillo cuenta con portada de arco de medio punto elevada respecto a la plaza, a la que se accede por una sencilla escalinata. Encima una hornacina y más alto un óculo. Sobre el tejado y alineado con la fachada se alza la torre, con dos arcos de medio punto cegados, y en la parte alta dos más que albergan las campanas. Se culmina con un sencillo frontón triangular. En el  interior se compone de una nave cubierta con bóveda de lunetos, capillas entre los contrafuertes y cúpula sobre el crucero. La cabecera es plana.

Una de las peculiaridades de esta plaza es la celebración de una de las carreras de pollos más famosas de Aragón. Cada año, para las fiestas de San Miguel a finales de septiembre, se celebra esta carrera popular que se remonta documentalmente al año 1907, pero que se celebraría ya en el siglo XIX. Conocida como el “Mundial del Pollo”, debe su nombre al premio que inicialmente se daba en este tipo de carreras, tres pollos al ganador, dos para el segundo, uno para el tercero y una cebolla para el último clasificado. Después fueron sustituidos por premios en metálico. La prueba consiste en completar 120 vueltas a la plaza, realizando entre 10 y 11 kilómetros. La pista discurre entre las fachadas de las viviendas y los alcorques de los árboles. De manera previa se celebra una carrera para corredores menos experimentados de 60 vueltas. La prueba deportiva es amenizada por una banda de música que interpreta melodías tradicionales de carreras de pollos. Y para dar más emoción a la carrera se ofrecen primas, premios a mitad de la prueba, que suponen un aliciente y un complemento a los premios finales.

Entre los corredores que han participado en la prueba cabe destacar la presencia de Mariano Haro (campeón de España de diferentes especialidades), Fermín Cacho (campeón olímpico en 1500 metros) y de Abel Antón (doble campeón  mundial de maratón) que quedó segundo en el año 1985. En el año 2017 se homenajeó a éste último y se le dedicó uno de los arcos de la plaza. El récord lo posee el corredor marroquí Said Aitadi con 35 minutos y 2 segundos, marca conseguida en la carrera de 2011. El mismo corredor ha ganado la prueba en numerosas ocasiones.