Los entresijos del Quijote y su relación con Aragón

Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá de Henares en 1547, y falleció en Madrid en 1616. Su vida fue itinerante, en sus inicios por la profesión de su padre, médico, y después por su azarosa y desdichada vida como soldado, cobrador de deudas, novelista, poeta y dramaturgo. Ello le llevó a realizar largas estancias en Italia, Argelia y Portugal, así como en Andalucía y Castilla principalmente. Sin embargo no se tiene constancia fehaciente de llegase a visitar tierras aragonesas. Quizás en uno de sus viajes hacia el Mediterráneo pudiera alojarse en el Palacio de los Villahermosa de Pedrola. Su única relación documentada con Aragón fue el momento en que ganó el certamen poético convocado por los Dominicos de Zaragoza en 1595 con motivo de la canonización de San Jacinto. El modesto premio, tres cucharillas de plata, no parece que llegara a recogerlo.

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En el año 1605 publicó la primera parte de “ El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha “,  más conocido como Don Quijote de la Mancha, teniendo una gran acogida del público de la época. En el año 1615 salió a la luz la segunda parte. Se trata de la obra cumbre de la literatura española y una de las principales de la literatura universal, siendo el libro más editado y traducido de la historia tras la Biblia. La obra la concibió como una parodia de los libros de caballerías, siendo un retrato de la realidad mísera, como un reflejo de la España imperial de los Austrias. Y terminó convirtiéndose en la primera novela moderna.

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En 1614 aparece impreso el “Segundo tomo del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” también conocido como Quijote de Avellaneda. Su autor fue Alonso Fernández de Avellaneda. La mayor parte de los estudiosos coincide en que se trata de un pseudónimo y tras él se especula entre varios autores sin una teoría que predomine sobre las demás. Incluso se puede distinguir por su redacción que son varios autores los que escriben la obra, diferenciando el prólogo del resto del libro. En todo caso es evidente la descripción de un Quijote anticervantino, completamente loco y desamorado de Dulcinea, lo cual cabreó mucho a Cervantes. Abundan además los aragonesismos lo cual delata a alguno de los autores, y donde seguramente participase Lope de Vega o los lopistas, en su afán de desprestigiar a Cervantes. Entre ellos había una evidente enemistad por motivos profesionales. A pesar de no ser la única imitación de la obra de Cervantes en su época, sí es la más importante siendo incluso citada por el propio autor en su segunda parte que salió un año después. Esta reacción fue contraproducente ya que ha puesto en valor para el lector moderno la obra del Quijote de Avellaneda que quizás ahora estaría casi olvidada. Pero también pudo ser un acicate para que terminase la segunda parte, que debía llevar años detenida.

La publicación del Quijote de Avellaneda tuvo gran popularidad en Zaragoza. Parece ser que en la ciudad abundaba el anticervantismo temiendo que la visita de Don Quijote fuera aprovechada por Cervantes para dejar en mal lugar a las clases altas aragonesas y ridiculizar sus festejos. Se dice incluso que en las fiestas de octubre de 1614 una cabalgata recorrió el Coso ridiculizando a Miguel de Cervantes, así como a Don Quijote y Sancho. A su paso por Aragón Cervantes describe los tópicos aragoneses, acentuados por el desconocimiento de esta tierra que posiblemente nunca pisó. El tratamiento de los duques, los cuales son protagonistas durante numerosos capítulos de la segunda parte y que se dedican a perder el tiempo mofándose de un estorbau*, se contrapone a su función social. Ello se ha interpretado como una burla a la nobleza aragonesa, y puede ser la explicación por la cual el segundo tomo no se publicó en Aragón durante todo el siglo XVII.

*Estorbau: Loco, perturbado.

En el año 1516 Cervantes publica la segunda parte de Don Quijote de la Mancha. A pesar de que el autor expresase en el final del primer tomo la intención del hidalgo de combatir en unas justas celebradas en Zaragoza, la publicación del Quijote de Avellaneda le hace cambiar de opinión. ” No pondré los pies en Zaragoza, y así sacaré a la plaza del mundo la mentira de ese historiador moderno “, dice el propio personaje cuando averigua la existencia de una copia suya.

La ruta de Don Quijote y Sancho Panza por Aragón arranca en la Sierra de Albarracín, y pasando por Daroca llega al río Ebro. En su entorno tendrán lugar los episodios más célebres. Finalmente continuará hacia el este, pasando por Fraga en dirección a Cataluña. Cervantes menciona a Aragón en el 30% de la primera parte y en el 45 % de la segunda parte alto u baxo*. En cuanto a la localización de los lugares en su segundo tomo, éstos no son definidos por el autor en su obra. Pero a día de hoy se ha generalizado la ubicación de la casa de los duques y gobernación de Sancho en Pedrola y la Ínsula Barataria con Alcalá de Ebro. Ello se debe a una interpretación, o más bien una invención, de Juan Antonio Pellicer, cuyas especulaciones son descritas detenidamente en una obra publicada en 1797. Unas décadas antes hubo un intento de localización topográfica llevado a cabo por Tomás López, geógrafo del rey Carlos III. El mapa realizado que acompañó a varias ediciones del Quijote situaba la corte ducal en la localidad de Osera y la Ínsula Barataria en Castejón de Monegros.

*Alto u baxo: Aproximadamente.

Con motivo del IV centenario de muerte de este genial escritor en el palacio de Sástago de Zaragoza tuvo lugar la interesante exposición “Cervantes y Aragón. Zaragoza, Patrimonio de Don Quijote”. Organizada por la Diputación Provincial de Zaragoza, con ella se pretende descubrir la estrecha relación entre el Quijote y la provincia de Zaragoza. Se ha acompañado de diez ilustraciones creadas para la ocasión llevadas a cabo por Arantxa Recio, una dibujante zaragozana. Una excelente manera de acompañar los paneles explicativos en los se desgranan los episodios, lugares y los personajes que aparecen en sus libros relacionados con Aragón.

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Analizando el segundo tomo, en el capítulo 26 habla de una fantasía zaragozana cuyo escenario son las torres del palacio de la Aljafería. El Ebro marca el paisaje cervantino donde tiene lugar una de las aventuras más célebres de la segunda obra, que sucede en el capítulo 29. Se trata de la aventura del barco encantado, que supone una burla a los episodios habituales de los libros de caballerías, y que termina con un naufragio estrellándose con las ruedas de un molino. A partir del capítulo 30 se sucede la larga estancia en el castillo de los duques. Don Quijote y Sancho Panza se encuentran con unos cazadores, entre ellos una duquesa. Son muy bien acogidos por los duques. Supone un primer contacto de los protagonistas con la alta nobleza, y sus anfitriones por otra parte los utilizan como bufones para divertimento propio.

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Entre los capítulos 40 y 41 sucede la aventura de Clavileño, un caballo de madera, al cual los duques les invitan a subir con el fin de volar en busca de una princesa. La aventura acaba en el suelo de manera súbita, todo ello organizado por los duques para pasárselo bien a costa de los infelices protagonistas. Entre los capítulos 45 al 53 se sucede otra de las farsas más memorables. Don Quijote encandiló a Sancho Panza con la posibilidad de ser gobernador y gracias a los duques le fue entregada la Ínsula Barataria. Acudió a la localidad y le fueron entregadas las llaves. Al frente del cargo demostró su inteligencia y su valía por su carácter sencillo y pacífico. Redactó nuevas ordenaciones dando fe de su buen gobierno.  Sin embargo a lo largo de diez días que duró el mandato no tuvo descanso y lo que antes había sido un sueño ahora se había convertido en una tortura.  Así que dejó el puesto y se volvió a reencontrar con su asno y con la vida que hasta entonces tenía de la mano de su hidalgo. Al despedirse de los duques, Don Quijote y Sancho Panza se dirigen a Zaragoza para participar en unas justas que allí se celebran. Se entera de camino que ha sido publicado el Quijote de Avellaneda, en cuya obra presenta al protagonista como como un loco de atar. Entonces decide cambiar de rumbo y dirigirse a Barcelona.

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En resumen, a pesar de que Miguel de Cervantes no llegase a pisar tierras aragonesas, centra buena parte de las aventuras del hidalgo manchego en Aragón. Sin conocer estas tierras realiza una descripción que fue interpretada de manera negativa en su tiempo, y causó malestar en la sociedad aragonesa. La publicación del Quijote de Avellaneda está relacionada tanto con el anticervantismo que se respiraba en Aragón por aquel motivo como por el generado por Lope de Vega y sus seguidores. Una copia que tuvo gran repercusión llegando a ofender tanto a Cervantes como para citarla y criticarla en su segunda parte. Uno de los libros más universalmente conocidos  que tiene una relación con Aragón tanto en el argumento de la propia obra, como en la historia que rodeó en la realidad social en la que se vieron envueltos tanto los autores de la época como sus publicaciones.

Molina de Aragón, entre Castilla y Aragón

La población de Molina de Aragón pertenece a la provincia de Guadalajara, la cual forma parte de Castilla La Mancha. ¿Pero por qué un pueblo castellano tiene como apellido Aragón? La respuesta está en un hecho histórico ocurrido hace casi siete siglos. En plena ocupación musulmana de la Península Ibérica, a principios del siglo XI se desintegra el Califato de Córdoba. Entonces surge un Reino de Taifa en Molina de Aragón y se construye una pequeña fortaleza. Tras la toma de Toledo por las tropas de Alfonso VI de Castilla en el 1085, el castillo molinés pagará tributos a Castilla. Con el avance de la Reconquista el rey aragonés Alfonso I el Batallador en 1129 toma la ciudad aunque después la repoblación corrió a cargo del Reino de Castilla. Ante las disputas de castellanos y aragoneses por el territorio molinés, Manrique Pérez de Lara, hizo de mediador siñándose* la concordia de Carrión de 1137. Entonces Castilla devolvió a Aragón las plazas de Calatayud y Daroca, y todas las tierras de Molina fueron entregadas al nuevo señor, naciendo así en 1138 el señorío de Molina, independiente de ambos reinos durante más de siglo y medio.

*Siñar: Firmar.

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El título fue pasando de padres a hijos hasta que cayó en manos del rey de Castilla. Lo heredó Pedro I en 1350, el cual se enfrentó al rey Pedro IV de Aragón, en la conocida como guerra de los Dos Pedros, en la que el señorío de Molina estuvo profundamente inmerso. Con la muerte de Pedro I en 1369 de manos de su hermanastro, éste se convirtió en el rey Enrique II de Trastámara. El nuevo monarca le entrega el señorío de Molina al monje francés Bertrand du Guesclin, en compensación a su violenta ascensión al trono de Castilla. Los molineses no lo aceptaron como su señor y se entregaron a Pedro IV de Aragón, al que reconocieron como señor de Molina. Hasta entonces la villa siempre que había sido conocida como Molina de los Caballeros pasó a denominarse Molina de Aragón, de donde ha quedado su nombre hasta nuestros días. En 1375 un hijo de Enrique II de Trastámara, el infante don Juan, se casa con Leonor de Aragón. Con ello se firma la Paz de Almazán en el mismo año y el señorío es devuelto al rey de Castilla. En 1475 la reina Isabel la Católica les concede un privilegio por el cual el Señorío de Molina estará siempre en poder del rey castellano.

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Salvo este corto espacio de tiempo de seis años en el cual perteneció al reino de Aragón, Molina de Aragón siempre ha ido de la mano del reino de Castilla. Sin embargo las relaciones políticas, sociales y económicas con Aragón han sido muy estrechas a lo largo de los siglos, dado su cercanía, unos treinta kilómetros. Y a ello se añaden las semejanzas tanto en sus costumbres como en su folklore. Las necesidades de los molineses no sólo se cubren en Castilla La Mancha, sino también en Aragón, debido fundamentalmente a que los equipamientos se encuentran más cerca. En el aspecto educativo acuden a los centros universitarios de Zaragoza o Teruel. Para realizar sus compras van a los grandes centros comerciales de Zaragoza. Pero fundamentalmente en la asistencia sanitaria sus necesidades están cubiertas con los hospitales de Calatayud, Teruel y Zaragoza. En este campo no hay mugas* entre las dos comunidades, como así se ratificó en un acuerdo entre los consejeros de Sanidad hace unos años firmado precisamente en esta localidad. Además, en virtud del acuerdo, los gobiernos de ambas comunidades colaboran en la coordinación de las urgencias y las emergencias. El convenio beneficia a 26 municipios de Guadalajara y supone para los castellanos ahorrarse unos cien kilómetros de media en sus desplazamientos.

*Muga: Frontera.

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El factor geográfico es determinante. La comarca de Molina está situada al este de Guadalajara, a 140 kilómetros de la capital de provincia. Sin embargo Teruel dista cien kilómetros y Zaragoza está a 160 kilómetros de Molina de Aragón. Hace unos diez años surgió allí una plataforma ciudadana llamada “La Otra Guadalajara”, inspirada en “Teruel Existe”, referente en la lucha contra la despoblación y el abandono institucional. La plataforma castellana que se ha convertido en el altavoz de una comarca deprimida y acosada por los mismos problemas que afectan a gran parte de la España interior. Precisamente una de las reivindicaciones que comparten es la construcción de la autovía entre Monreal del Campo y Alcolea, la cual comunicaría la comarca de Molina de Aragón con la autovía de Madrid y la autovía mudéjar, y abriría una conexión rápida entre Teruel y Madrid.

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Otra de las iniciativas que han surgido en los últimos años y que une la comarca de Molina de Aragón con nuestra comunidad es la creación de la Asociación para el Desarrollo de la Serranía Celtibérica, impulsada por el catedrático de la Universidad de Zaragoza Francisco Burillo. Un territorio que se basa en el sustrato histórico-arqueológico de hace dos mil años que comparten diez provincias de cinco regiones: Aragón, con la práctica totalidad de Teruel y las comarcas occidentales de Zaragoza, las dos Castillas con Soria, Cuenca y Guadalajara fundamentalmente, y algunas zonas de la Comunidad Valenciana y La Rioja. Engloba una superficie como el doble que Bélgica, pero su población censada no llega al medio millón de habitantes que sigue en descenso año tras año. Su densidad es de 7,72 hab/km2 lo convierte en la denominada como Laponia del Sur. Cuenta con el índice de envejecimiento mayor de la Unión Europea y la tasa de natalidad más baja. Se trata de un desierto demográfico rodeado de 22 millones de personas. Este territorio, el más desarticulado de la Unión Europea por su carácter multiprovincial, impide que Bruselas lo reconozca como una zona que tenga acceso a fondos específicos. El objetivo de este proyecto es impulsar el desarrollo sostenible a partir del rico patrimonio natural y cultural, de los extraordinarios productos agroalimentarios y turísticos de esta zona.

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Y para finalizar uno de los factores que liga Molina de Aragón con las comarcas turolenses cercanas es el climático. De sobras conocido por todos es el frío que hace en estas tierras. Los inviernos son bastante fríos y rigurosos, teniendo heladas más de un centenar de noches de promedio. En contraste los veranos son agradables y se superan los 30 °C de manera habitual. Coincidiendo con el 50 aniversario del registro de la temperatura más baja alcanzada en una zona habitada en España se editó el libro que «El Triángulo de Hielo». En sus páginas realiza un estudio climático de una de las zonas más singulares de España, el triángulo geográfico Teruel-Calamocha-Molina de Aragón, considerado el Polo del Frío español. El libro de Vicente Aupí supone la mayor recopilación de datos climáticos de esta zona, incluyendo documentos históricos de los siglos XIX y XX, así como una valiosa colección de fotografías. La obra cuenta también con numerosos testimonios de los observadores que se encargan de esta labor actualmente en diferentes puntos del Polo del Frío, y también de quienes lo hicieron en los crudos inviernos de los años 50 y 60 del siglo XX.

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El 17 de diciembre de 1963 es una fecha que quedó grabada en la memoria de los habitantes de Calamocha. Ese día el observatorio situado entre Calamocha y Fuentes Claras registró el récord de temperatura más baja en una zona habitada de la historia de España, 30 grados bajo cero. Las bajísimas temperaturas se debieron al enfriamiento sobre el suelo nevado de la serena madrugada de aquel día con el cielo despejado. En el ranking le sigue Molina de Aragón, que registró 28,2 grados bajo cero el 28 de enero de 1952. En Teruel y otras poblaciones del triángulo se han producido numerosos episodios con registros inferiores a los -20 C, alcanzando la capital 22 grados bajo cero en 1945.
Con todo lo relatado la comarca de Molina de Aragón se puede definir como una zona con entidad propia, más allá de pertenecer a Aragón o Castilla. Administrativamente englobada en la provincia de Guadalajara, pero situada en su extremo oriental y muy cercana geográficamente a las provincias de Zaragoza y Teruel, a la que le unen muchos lazos políticos, sociales, culturales y económicos. Lo de su nombre se debe a un hecho histórico muy concreto en el tiempo, pero delata una realidad que se mantiene todavía en el día de hoy.