Illueca, Aviñón y Peñíscola: la ruta vital del Papa Luna

Pedro Martínez de Luna nació en 1328 en la localidad zaragozana de Illueca, más concretamente en el imponente palacio-residencia de los Condes de Luna, una de las más importantes familias de la nobleza aragonesa. Se instruyó en las armas, pero al no ser el primogénito tuvo que optar por la vida eclesiástica. Se trasladó a estudiar Derecho Canónico en la Universidad de Montpellier, donde ejerció de profesor al licenciarse. Posteriormente fue canónigo en Vich, Tarragona, Huesca, Mallorca, Cuenca, y más tarde arcediano de Zaragoza y preboste de Valencia. También ocupó importantes cargos en la Corona de Aragón. Su carrera eclesiástica fue en ascenso constante, siendo nombrado cardenal en 1375 por el papa Gregorio XI, a propuesta del rey Pedro IV de Aragón.

En aquella época la sede papal estaba en la ciudad francesa de Aviñón. En un viaje a Roma, con motivo de unas revueltas, falleció el papa. Se celebró precipitadamente el cónclave de 1378 en la Basílica de San Pedro de Roma, con la presencia de 16 de los 22 cardenales, sin esperar a que llegasen a los que estaban en Aviñón. Fue elegido el arzobispo de Bari, debido a las presiones de los romanos que querían devolver la sede papal a Roma. También con ello se evitó tener que elegir entre las dos facciones francesas, lemosinos y galicanos. Así se nombró al papa Urbano VI. El proceder del sumo pontífice fue cuestionado y los cardenales franceses lograron convencer a Pedro de Luna de la ilegitimidad de dicha elección al no estar presentes todos los cardenales electos. Cinco meses después se nombró en un nuevo cónclave al papa Clemente VII, con sede en Aviñón. Este hecho desencadenó el denominado Cisma de Occidente, co-existiendo los dos papas. A su muerte, en 1394, fue elegido el ilustre aragonés como papa Benedicto XIII, llegando a lo más alto eclesiásticamente. A pesar del apoyo de casi todos los cardenales, el Papa Luna no recibió el beneplácito de la monarquía francesa, al estar el nuevo papa ligado a la Corona de Aragón. Comenzó un bloqueo militar y económico a la sede papal, lo que obligó a huir de la ciudad en 1403. Durante nueve años la curia fue itinerando por numerosas ciudades de la costa mediterránea entre Valencia y Génova. En 1406 se iniciaron las conversaciones entre Gregorio XII (sucesor del papa Urbano VI) y Benedicto XIII. Sin embargo el aragonés no cejó en su empeño de ser el legítimo papa. En 1409 se celebra el concilio de Pisa, con el fin de deponer a ambos y elegir uno nuevo. Al no renunciar ninguno, la situación se agravó todavía más, ya que la Iglesia Católica pasó a estar gobernada por tres papas, el romano Gregorio XII, el aviñonense Benedicto XIII y el pisano Alejandro V, sustituido éste último a su muerte por el papa Juan XXIII. El Papa Luna, cada vez con menos apoyos internacionales, se recluyó en el castillo de Peñíscola en 1411. En el concilio de Constanza en el año 1415 se depusieron Alejandro V y Benedicto XIII, acusados de herejes y antipapas. Gregorio XII renunció, y se eligió a Martín V como único papa, con sede en Roma. En 1423 falleció a los 95 años el Papa Luna, reconociéndose aún como único papa ilegítimo.

*Estrapaluzio: Altercado, revuelta.

Tres ciudades marcaron la vida del Papa Luna: Illueca, Aviñón y Peñíscola.

Presidiendo la población de Illueca, en la provincia de Zaragoza, se alza la residencia de los Luna. En este castillo nació y pasó sus primeros años de vida Pedro Martínez de Luna. A lo largo de su vida fueron frecuentes las visitas, debido a sus intensas labores diplomáticas, y en una etapa posterior siendo el legado de papa Clemente II en la Península Ibérica. Desde sus estancias podría divisar el valle del Aranda, marcado por el verdor de sus cultivos y de su huerta en pleno Sistema Ibérico.

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Aranda, río de Luna y calzados

 

El castillo-palacio fue erigido en siglo XIV, momento en que todas sus estancias se distribuían en torno a un patio central abierto. De aquella época se conservan la Sala Dorada y la alcoba privada donde nació el futuro Papa Luna. En el siglo XVII se eliminaron las almenas que le aportaban el aspecto defensivo y se construyó la galería de arquillos en todo su perímetro superior, otorgando desde entonces un aspecto más palaciego al conjunto. Y también se lleva a cabo la portada siguiendo los cánones renacentistas italianos. Dos torrecillas semicirculares flanquean el acceso, formado por tres cuerpos. En el primero de ellos aparece un arco de medio punto entre pilastras toscanas, cubierto por un friso decorado y frontón partido con dos grandes volutas. El segundo y el tercero son más sencillos. En la segunda mitad del siglo XVII se realizan nuevamente reformas. En esta época se elevaron las torres de acceso por encima del tejado. También se realiza el cubrimiento del patio medieval donde se construye la escalera monumental, a la vez que se decora el mausoleo ubicado en la capilla privada. Tras atravesar el acceso principal surgen unas escaleras excavadas en la roca que ascienden hasta un primer rellano, y un poco más arriba se abre el antiguo en el cual se encuentra la escalera principal. En la planta baja del castillo aparece una sala cubierta con friso de madera y artesonado con casetones, en la que está el mausoleo del Papa Luna. Le da acceso una portada barroca en yeso coronada por el escudo de los Luna y del papado. En este lugar estuvieron depositados los restos del Papa Luna, y ahora aparece una urna de beire* con la reproducción de su calavera.

*Beire: Cristal.

Al frente se accede a tres salas consecutivas, las cuales cuentan con artesonados neoclásicos a base de casetones. Subiendo a la parte alta por la escalera principal se accede al salón principal conocido como la Sala Dorada o Salón del Protocolo, que data del siglo XIV. Cuenta con un friso mudéjar de yeserías caladas, y sobre él la estancia se cubre con un artesonado policromado, que se apoya en ménsulas bellamente talladas y doradas. En las vigas destaca decoración con los escudos de la familia Luna. Desde esta estancia se pasa a la alcoba privada, también del siglo XIV. En ella destaca otro friso de yeserías de clara influencia mudéjar. Sobre ella se dispone otro artesonado similar al de la anterior sala, pero de menor envergadura. Junto a la sala principal está la Sala de la Corona de Aragón, del siglo XVII. En ella aparece un friso de madera, bajo un artesonado de casetones de estilo renacentista.

Otra de las ciudades que marcaron la vida de Pedro Martínez de Luna fue Aviñón, situada en el sur de Francia. El papado de Aviñón se prolongó desde 1309 hasta 1377. Con la elección del papa Clemente VII se inició el periodo denominado Cisma de Occidente, en el cual la Iglesia estuvo dividida entre el papa residente en Roma y el antipapa residente en Aviñón, primero Clemente VII y después Benedicto XIII, hasta que éste se vio obligado a abandonar la ciudad francesa. Tras su nombramiento como cardenal en 1375, Pedro Martínez de Luna estuvo ligado a la vida papal, con la sede de la curia en esta ciudad francesa. Tras la celebración del cónclave en el palacio papal en 1395 fue nombrado como papa Benedicto XIII. Residió allí hasta que abandonó la ciudad por la presión de la monarquía francesa en 1403.

El Palacio de los Papas de Aviñón fue la residencia papal desde el año 1309, cuando así lo decidió el papa Clemente V huyendo de la situación provocada por su nombramiento en Roma. Le sucedieron Juan XXII y Benedicto XII. Este último comenzó la construcción del palacio, reformando el antiguo palacio episcopal situado sobre una elevación rocosa cerca del río Ródano. De esta etapa data el Palacio Antiguo, un gran edificio centrado en un claustro, de aspecto defensivo y compuesto por cuatro alas flanqueadas por torres.

En cuanto al Palacio Nuevo, así se llama a la fase llevada a cabo por los papas sucesores. Clemente VI que llevó a cabo una gran capilla de 52 metros de largo para la celebración de los grandes actos de culto, así como una nueva torre y otros edificios auxiliares. Con Inocencio VI se construyeron dos torres más, con Urbano V el patio principal y los edificios que lo cerraban. En su conjunto se trata del edificio gótico más grande, llegando a la plenitud del estilo gótico internacional. Un edificio en el cual invirtieron los papas buena parte de sus ingresos durante la construcción. Fue diseñado por los mejores arquitectos franceses de la época. Y su interior fue suntuosamente decorado con tapices, pinturas, techumbres y esculturas, siendo sus frescos ejecutados por los más importantes pintores de frescos de la escuela sienesa.


La última etapa de la vida del papa Benedicto XIII la pasó en el castillo-palacio de Peñíscola. Allí recayó después de la vida itinerante entre 1403 y 1411 por diferentes ciudades de la costa mediterránea tras abandonar Aviñón. En aquel año llegó a Peñíscola y estableció en el castillo la sede pontificia, donde pasaría sus últimos años de vida, hasta fallecer en 1423. A pesar de su condición de antipapa, a su muerte se nombró como sucesor al también aragonés Gil Sánchez Muñoz, como el papa Clemente VIII. Se mantuvo en su cargo hasta 1429, momento en que abdicó reconociendo la autoridad de Roma, dando por finalizado el Cisma de Occidente.

Atravesando la puerta de acceso se asciende hasta el zaguán, que comunica con diferentes estancias abovedadas utilizadas como antaño para caballerizas, cuerpo de guardia o aljibe. Un nuevo tramo de escalera comunica con el patio de armas. Este espacio militar fue reformado durante la estancia del Papa Luna, devolviendo el aspecto del antiguo claustro templario, añadiendo un jardín ornamental. En su larga estancia desarrolló su intensa actividad en el interior de una torre y otras estancias anexas, que formaban las dependencias pontificias. La cámara mayor, su dormitorio, es de planta trapezoidal y cuenta con buenas vistas del mar.

Otras estancias fueron el estudio, comedor y la biblioteca, donde guardaba su posesión más valorada. Tantos libros de múltiples disciplinas como su abundantísima obra escrita. Desde el patio de armas se accede directamente a otras importantes estancias del castillo. Por una parte la iglesia, que consta una nave rectangular cubierta con bóveda de cañón apuntada, y que se cierra con ábside semicircular. Fue capilla templaria y basílica papal de Benedicto XIII. Allí estuvo enterrado el Papa Luna de 1423 a 1430, año en que sus restos fueron trasladados al palacio de Illueca por decisión de sus familiares. Con acceso independiente desde el patio estaba el Salón del Trono. Fue utilizado para recepciones y audiencias, y aunque carece de la decoración que tuvo antaño sigue siendo de gran interés por sus dimensiones. Se cubre con bóveda de cañón apuntado y cuenta con ventanales que le aportan iluminación natural. A un nivel inferior está la bodega mayor, una estancia subterránea donde se pudo llevarse cabo el cónclave para elegir al sucesor del Papa Luna, Clemente VIII. De ahí que también se le conozca por Salón del Cónclave.

El Papa Luna quizás haya sido el aragonés de mayor influencia a nivel internacional debido a su intensa labor diplomática y sobre todo por haber alcanzado el máximo puesto en la escala eclesiástica. Sin embargo su cargo no fue reconocido debido a las disputas entre países por controlar la figura del papa. Aún así su empecinamiento le mantuvo en su puesto a pesar de los acontecimientos y la falta de apoyos, hasta el mismo lecho de su muerte. Todavía en nuestros días se conserva la expresión “mantenerse en sus trece”, que procede de la tozudez de este ilustre aragonés. Como punto y final cabe resaltar la anécdota de que a pesar de ostentar el cargo del antipapa Benedicto XIII, tres siglos después de su muerte fue investido el legítimo papa Benedicto XIII. Pietro Francesco Orsini tomó este nombre tras investirse en 1724, que se mantuvo en su cargo seis años hasta su muerte.