Los dominios de la abadía de la Selva Mayor

En estos días he disfrutado de varios días de vacaciones en Francia. Me gusta también conocer mundo. He visitado el departamento francés de la Gironde, perteneciente a la región de Aquitania, cuya capital es Burdeos. Entre mis anotaciones de lugares para visitar estaba la abadía de la Selva Mayor (Sauve-Majeure), que tenía entendido que estaba relacionada con la historia de Aragón. Me sorprendió mucho el lugar, ahora en ronal*, pero que conserva buena parte del patrimonio artístico que tuvo. Fue fundado por el futuro monje Gerardo en el año 1079. Se convirtió en un importante monasterio, y en el siglo XII dependían de esta abadía más de 70 prioratos repartidos entre Inglaterra y Aragón. El lugar es precioso, rodeado de inmensos bosques que desbrozaron los monjes para crear zonas de pasto y viñedos, en el centro de la zona vitivinícola de Burdeos. Crearon una orden religiosa que sirvió de protección para los peregrinos en su camino hacia Santiago de Compostela. Y poco a poco participaron en las guerras contra musulmanes en tierras navarras y aragonesas. A medida que iban participando en la toma de nuevos territorios fueron estableciendo prioratos bajo la orden de la abadía francesa en Tiermas, Escó, Ruesta, Uncastillo y Pradilla del Ebro, fijando el priorato principal en Ejea de los Caballeros, cuya localidad fue conquistada definitivamente por Alfonso I el Batallador en el año 1106. En sucesivas campañas del rey aragonés recibió la ayuda de los frailes de la abadía de la Selva Mayor, donándoles parte de las plazas conquistadas. En el año 1118 conquista Zaragoza, apoyado por las tropas aquitanas. Los monjes llegaron a Alcalá de la Selva, en Teruel, y Alfonso II de Aragón dona el castro de Alcalá al priorato de San Salvador de Ejea. Debido a la lejanía de la abadía francesa se creó en este lugar años después la Orden de Alcalá de la Selva, tomando así la población el apellido de la Selva. Al principio ésta dependió directamente del priorato de Ejea, pero en el siglo XIII pasó a depender directamente de la abadía de la Selva Mayor. La orden militar aglutinó numerosas posesiones donadas por los reyes aragoneses Alfonso II, Pedro II y Jaime I, pero también del rey castellano Fernando III, gracias al apoyo en la reconquista en tierras aragonesas, valencianas y castellanas. El declive de la orden militar hizo que el castillo de la población fuera vendido definitivamente a Juan Fernández de Heredia en 1376, desapareciendo su vinculación con la abadía francesa.

*Ronal: Ruinas.
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Después de la explicación histórica para ver la relación de esta importante abadía con Aragón queda la visita al lugar, que me gustó muchísimo. Tras pagar la entrada se accede a corta distancia a la iglesia abacial. Un gran arco abierto da acceso a su interior donde el suelo está cubierto por un manto verde. Se conservan los muros de sus tres naves. Al fondo está la cabecera, la parte más completa y antigua de la iglesia. Cuenta de ábside central más profundo y cuatro ábsides menores más, dos a cada lado, donde se conservan las bóvedas de medio cañón. En los capiteles aparecen múltiples representaciones bíblicas y de monstruos orientales. Una verdadera joya escultórica. Y conserva íntegra su torre a la que se puede subir tras remontar los 157 peldaños de su escalera de caracol. Desde arriba se divisa el paisaje verde de la redolada*. Del resto de espacios del monasterio apenas se conserva los muros del refectorio. En un pequeño museo se conservan más restos decorativos de la abadía.

*Redolada: Alrededores.
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Baños de sal y Titiriteros

Este verano he aprovechado para visitar de nuevo Naval. Este pueblo situado entre Barbastro y L´Aínsa, en su antigua carretera, esconde una maravilla natural única en Aragón que tiene similitud al Mar Muerto. Su antiguo Salinar de Naval fue convertido hace años en una zona lúdica que cuenta con varias piscinas de diferente profundidad y tamaño donde te puedes sumergir en aguas con una concentración de sal muy elevada. El resultado es que flotas de manera irremediable y mágica. La sensación es alucinante. A pesar de estar algo turbias las aguas no producen ningún tipo de olor, y al salir y secarse la sal se deposita en la piel dejando una capa blanca que al frotarse sirve como exfoliante. Por siete euros al día puedes pasar un día en un lugar dotado de tumbonas, zonas verdes, baños y vestuarios. Y para comer estupendo ya que cuentan con restaurante al aire libre a un precio económico, y zona de pic-nic donde me comí la tortilla de patata y la carne empanada que había llevado para comer. Sólo dos cosetas a mejorar en las instalaciones. Una que las duchas de los vestuarios tengan agua caliente. Y la segunda que a la hora de pagar la entrada dieran unas advertencias básicas para disfrutar de estas aguas sin ningún sobresalto (hay algún cartel pero la gente no los lee): no se debe tragar agua ya que ésta es tóxica debido a su concentración de sal, y no se deben mojar los güellos* y la mucosas por la irritación que produce el agua (para ello hay jarras de agua dulce alrededor de las piscinas para aliviar estas irritaciones). Todo lo demás en las instalaciones genial y para recomendar.

*Güellos: Ojos.

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Y por la tarde decidí pasarme por Abizanda, que se encuentra muy cerca. ¿Cuántos coches pasan por la carretera viendo la torre y la iglesia de este precioso lugar en lo alto y qué pocos se desvían para conocerlo? Y lo que se pierden. Desde su recoleta plaza se llega a lo alto donde se encuentran sus atractivos más importantes. Un interesante museo de religiosidad popular, una torre medieval a la cual se puede subir y disfrutar de una panorámica excepcional, pero también la Casa de los Títeres. Allí los Titiriteros de Binéfar han creado con mucho esfuerzo e ilusión un centro cultural de primer orden, que cuenta con un pequeño teatro, un museo de títeres y una era donde se puede disfrutar del juego y del las vistas del paisaje. Al término de la actuación, una de tantas que organizan en este lugar dentro de su programación de verano, pude compartir una buena charradeta con Paco y Pilar. Ya los conocía de haberlos visto en muchas actuaciones. Paco me enseñó con mucho cariño el teatro y todas sus entrañas. Y a la salida, además de ver el museo que cuenta con títeres de todo el mundo recogidos a lo largo de todos sus viajes, pudimos hablar muchas cosas de su actividad y de esta tierra tan querida. No podremos nunca agradecer a estos titiriteros su trabajo, ofreciendo entretenimiento y diversión en sus actuaciones a lo largo de décadas, y espardiendo* la cultura aragonesa por Aragón y por todo el mundo. Aunque ellos puede decirse se que sí son profetas en su tierra, merecerían un apoyo mayor por parte del Gobierno de Aragón. Han sido capaces de crear en un pueblo pequeño restaurando varias casas un teatro con cien butacas, un museo de títeres y un espacio de encuentro cultural donde poder realizar una programación cultural de alto nivel. Ahora están inmersos en la restauración de una nueva casa para crear un taller para otros titiriteros. Sin duda alguna un nuevo proyecto muy ilusionante. Pero todo ello con un apoyo mínimo por parte de la administración. Ésta es la recompensa que dan nuestros gobernantes al trabajo de unos profesionales reconocidos con el Premio Nacional de la Infancia y la Juventud en el 2009 y valorados por todos los aragoneses que los hemos visto actuar innumerables veces y que tanto nos gustan sus representaciones, tanto niños como mayores.

*Espardir: Difundir.

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El contrapunto lo pone otro lugar en la misma localidad, su pozo árabe. Sin duda merece una visita después de haberse restaurado hace poco. Desde la plazoleta una calle baja en dirección al barranco. La sorpresa llega al acercase. Un gran tejado de madera de gran altura lo cubre tras las obras. ¿Será también de tradición árabe este complemento? Bajo y visito el pozo, que han dejado muy bien. Pero me pregunto ¿Cuánto habrá costado el tejadito? Seguro que con este dineral los titiriteros podrían haber realizado la cubierta de su nueva obra sin tanto esfuerzo por su parte. La indignación me sulse* una vez más. Y para más inri desde la carretera esta nueva estructura triangular, el tejadito, distorsiona la imagen del pueblo. Pero de noche todavía es peor, ya que su iluminación compite con la iluminación de la torre del siglo XI. Vamos un desastre y un derroche, aunque por supuesto la inversión en la restauración el pozo árabe fuera necesaria, pero sin el añadido.

*Sulsir: Corroer.

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Un refrescante día en Fiscal

No hay nada cómo escapar del valle del Ebro en un sofocante día de verano y subir al Pirineo. Y si además es por la invitación de unos buenos amigos a pasar un día con ellos mucho mejor. El lugar de destino fue Fiscal, en la ribera del Ara, un precioso pueblo en medio de un valle pirenaico. Ellos tenían una caravana en un camping de la localidad y nada más llegar ya tenían preparado un almuerzo que acompañamos de una buena charradeta. Después nos fuimos a la Gorga* del Cura. Un sendero junto al río acerca hasta este tramo del río donde se encuentra una de las zonas de baño más conocidas ya que dispone de una poza, que año tras año es modelada por el río. A pesar del cambio del cauce tras las abundantes lluvias de esta primavera la poza ahí estaba, y con bastante profundidad. Pero lo que no cambiaba era la temperatura de sus aguas, fría fría. De todas maneras merece la pena hacer el esfuerzo por la recompensa del buen cuerpo que se queda al salir.

*Gorga: Poza.
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Después del agradable baño en un marco natural incomparable hicimos gana para comer. Me habían preparado una paella de marisco, que comimos con unos boquerones también preparados por mis anfitriones, y en compañía de unos buenos amigos. La sobremesa se prolongó con café y postre casero. Tras la digestión llegó la hora del baño de tarde, un refrescante chapuzón tras el cual dimos una gambada* por Fiscal. Fuimos hasta el puente sobre el río, donde se encuentra la iglesia de Jesús Nazareno y el antiguo molino harinero, reconvertido en oficina de turismo. Y junto al puente estaba el Batán de Lacort. Enseguida recordé la triste historia de esta población situada a unos siete kilómetros ligada a la de Jánovas. La amenaza de la construcción de un pantano durante décadas que obligó a marchar a sus habitantes destruyendo sus vidas y sus pueblos. El tiempo les dio la razón y la imposición franquista dio paso al reconocimiento de un impacto medio ambiental tan grave que obligó a desechar el proyecto en 2008. Ahora las familias esperan una reversión de las propiedades justa, que tenga en cuenta el deterioro de los pueblos tras esta situación tan humillante. Y también la inversión necesaria para devolver la vida y el esplendor que tuvieron hace años estos pueblos de la ribera del Ara. Sólo por dignidad la actual administración y la empresa hidroeléctrica deberían agilizar y colaborar en la reversión y reconstrucción de los pueblos, aunque ya se está viendo que no se están implicando como debieran. Espero que pronto pueda ver estos pueblos con vida nuevamente, tras la amarga historia reciente a la que fueron sometidos tanto por la administración como por la caciquil e invisible vara de mando de las empresas hidroeléctricas. Y con ello esperamos que los restos de la puerta de la iglesia parroquial de Jánovas, que ahora están en una recoleta plaza en Fiscal, y el Batán de Lacort situado en la misma población, vuelvan a su lugar original del que nunca debieron haberse trasladado si no hubiera sido por la amenaza de un pantano que nunca llegó a construirse, pero que anegó la vida de tres de los pueblos más bellos de la ribera del río Ara.

*Gambada: Paseo.

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Un paseo por Huesca

El otro día decidí darme un paseo por Huesca, una ciudad que me gusta mucho. Me había preparado para comer en el campo y elegí el merendero situado junto a la ermita de Salas, cerca de la ciudad y de la ribera del río Isuela. La ermita es majestuosa. Su historia se remonta al románico en cuya época se convirtió en un célebre santuario. Tras las reformas ofrece una gran fachada con portada y un gran rosetón, que se abre a una gran plaza. Comí en el merendero que hay situado en la arboleda situada junto a ella. Un buen lugar con abundante sombra, y un pequeño bar, que no se si funcionará todo el año. El caso es que la zona de merendero estaba algo descuidada, muy seca y con algo de basura, y aunque contaba con escusaus* éstos estaban cerrados. Le haría falta un repaso de limpieza a la zona verde, y también al embaldosado de la plaza de la ermita, lo cual convertiría a esta lugar en más atrayente. Una tarea pendiente para dignificar este espacio a quién corresponda, supongo que al ayuntamiento de Huesca.

*Escusau: Baño, Water.

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También decidí acudir a un singular parque que está abierto desde hace tres años. Se trata del Bosque de las Olas, y está situado junto a la calle Zaragoza, una vez sobrepasada la estación intermodal de Huesca. Esta ciudad siempre ha destacado por el buen gusto a la hora de diseñar parques y espacios verdes, así como en su mantenimiento. Éste es un buen ejemplo, e incluso su diseño por parte de un arquitecto municipal ha recibido algún premio. Se trata de un pequeño parque que sorprende por las montañas de césped simétricas que simulan un mar de olas, y que se convierte en su principal atractivo. Está diseñado como lugar de juego con lo que está dotado de un césped mullido que permite a los niños saltar y hacer pintacodas* de todo tipo. Junto a este espacio hay una zona de columpios para todas las edades, que cuenta además con una tirolina y un curioso elemento que gira en círculo y en ángulo. Sin duda un lugar para hacer una visita y pasar un buen rato, para niños de todas las edades, y por qué no para adultos.

*Pintacoda:  Voltereta.

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