Huevos lobarrenses de dinosaurio, el nuevo atractivo turístico de Loarre

Huevos lobarrenses de dinosaurio, el nuevo atractivo turístico de Loarre

Mucho antes de que el rey Sancho Garcés III diera la orden de construir una de las fortalezas medievales más importantes de la Península Ibérica, el castillo de Loarre, los protagonistas de estas tierras fueron los dinosaurios. Hablamos de los habitantes que poblaron este lugar hace millones de años. La aparición de huevos de dinosaurio en la Sierra de Loarre promete y va camino de hacerle la competencia turística al magnífico castillo de Loarre.

El descubrimiento se produjo a escandallo*, en diciembre de 2019. Para ello fue necesario que un paleontólogo haciendo deporte, José Manuel Gasca, se topase accidentalmente con unas rocas que contaban con restos de huevos de dinosaurios. Su curiosidad y conocimientos permitieron identificarlos rápidamente. Ubicadas un lugar de fácil acceso y transitado por excursionistas, el yacimiento está situado en las inmediaciones de la ermita de Santa Marina. A principios de 2020 se realizó la cata paleontológica inicial que permitió identificar el primero de los huevos. Una vez comunicado a la Dirección General de Patrimonio Cultural se autorizó la actuación designando el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza (MCNUZ) como depositario de los restos encontrados.

*A escandallo: Al azar.

La primera campaña de excavación fue llevada a cabo entre septiembre y octubre del año 2020. En ella participaron un grupo de 25 paleontólogos y estudiantes de diferentes nacionalidades. El proyecto fue coordinado por la Universidad de Zaragoza (grupo Aragosaurus-IUCA) y por la Universidade Nova de Lisboa. La financiación corrió a cargo de la Fundação para a Ciência e a Tecnologia (Portugal) y el Ministerio de Ciencia e Innovación (España). El ayuntamiento de Loarre apoyó desde el principio la iniciativa y facilitó el apoyo logístico y de alojamiento de los paleontólogos. Los directores de la excavación fueron Miguel Moreno-Azanza, José Manuel Gasca, Carmen Núñez-Lahuerta y Eduardo Puértolas. En los trabajos se descubrieron cuatro agrupaciones de huevos, extrayéndose dos de ellas. En total se identificaron en aquella campaña unos sesenta huevos de dinosaurios saurópodos en estado aceptable. Son de forma esférica y de un tamaño es de unos 12 centímetros cada uno. Como curiosidad decir que el espesor de alguna de las cáscaras llega a ser un centímetro, si bien su grosor promedio oscila entre los 2 y 3 milímetros. Se estima que su antigüedad es de unos 68 millones de años, y corresponderían al final del período Cretácico. A ello se añade la recuperación de fragmentos de cáscaras de huevos de mismo saurópodo, de otros dos dinosaurios terópodos y de cocodrilos. Los trabajos de excavación fueron duros y complicados debido a la necesidad del uso de martillos neumáticos, sierras radiales y perforadores para separar los grandes bloques de piedra de los que formaban parte los huevos. Tras finalizar la campaña se selló el yacimiento para protegerlo y los restos fueron guardados en un almacén de Loarre envueltos en momias de yeso.

 

La segunda campaña fue llevada a cabo un año después, en septiembre de 2021. El mayor reto en esta ocasión fue la extracción de una agrupación que contenía unos doce huevos, el cual fue protegido en la primera campaña con celulosa y una estructura hecha de tela arpillera y yeso. Para ello se contó con el trabajo de cinco personas, con jornadas de ocho horas a lo largo de 50 días. Finalmente fue necesaria una máquina excavadora para poder culminar la operación. Con su ayuda se sacó la roca de dos toneladas de peso que contenía la agrupación reforzada previamente con una estructura metálica y recubierta con poliuretano. No es habitual la extracción de bloques de este tamaño, pero al final se consiguió el objetivo y fue llevada al almacén de la localidad. A ello se añadieron diez bloques de menor tamaño. En total se descubrieron unos treinta huevos, que se añaden a los más de sesenta localizados hasta la fecha.

Debido a su importancia ya se puede hablar de un tesoro paleontológico. El yacimiento de Santa Marina es uno de los yacimientos de huevos de dinosaurios más importantes del mundo gracias al número de huevos completos encontrados. Se han encontrado huevos de diferentes dinosaurios en Portugal, en el sur de Francia, en Rumanía, en la India, en Mongolia, en China, en Argentina, en Estados Unidos y Canadá, y en España en los Pirineos catalanes y en Guadalajara. A pesar de la dimensión de los descubrimientos en el campo de la paleontología en Aragón, hasta la fecha en nuestra tierra sólo habían aparecido pequeños fragmentos de cáscaras fosilizadas. Resulta paradigmático que uno de los directores del proyecto, el paleontólogo oscense Miguel Moreno-Azanza, que jugaba de ninón* en la sierra con sus dinosaurios de plástico y que ha recorrido el mundo entero en busca estas reliquias, haya encontrado en casa lo más deseado en su vida profesional.

*Ninón: Niño.

La excavación va a durar muchos años ya que el número de huevos encontrado es muy numeroso y sólo han podido extraerse y estudiarse una parte pequeña. Además del gran número de agrupaciones es muy probable que sigan apareciendo muchos más. Ello permitirá resolver dudas sobre la reproducción de los dinosaurios.

En cuanto a la especie a la que pertenecen los huevos a priori parecen ser un saurópodo titanosaurio. Se trata de dinosaurio herbívoro cuadrúpedo con enorme cuello y cola de gran tamaño. Eran generalmente de gran tamaño, alcanzando algunos envergaduras de hasta 20 metros. Se conocen varias especies fósiles de saurópodos ibéricos que fueron contemporáneas a los huevos de Loarre, no obstante la ausencia de esqueletos fósiles en la zona dificulta la asignación de los huevos de Santa Marina a una de ellas. Pervivieron hasta su extinción en el final del Cretácico hace 66 millones de años. El proceso de reproducción se llevaba a cabo con el desove de los dinosaurios en el suelo y que posteriormente enterraban como hacen en la actualidad las tortugas marinas.

El año 2022 estuvo marcado por la apertura en el mes de agosto del Laboratorio Paleontológico de Loarre . Un pequeño centro expositivo dependiente del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza. Se ha hecho realidad gracias a la colaboración de Diputación Provincial de Huesca, Ayuntamiento de Loarre, Gobierno de Aragón, Universidad de Zaragoza, Comarca Hoya de Huesca y la empresa Paleoymás. Ubicado en la entrada a la población, el edificio tuvo el uso de restaurante hasta hace unos años. De propiedad municipal, el ayuntamiento lo cedió para ubicar este museo. Un hecho determinante que permitió al proyecto centralizar en Loarre el espacio de investigación y de divulgación de este gran descubrimiento. Al exterior, sus fachadas se han decorado con un mural de grandes dimensiones. La actuación artística ha sido coordinada por Teresa Sempere del taller de Artes Plásticas“El Atelier”.

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Cuenta con dos espacios diferenciados. El primero de ellos sirve para recibir al visitante y como introducción se descubre la importancia del huevo en la historia de la vida. A continuación se explica en qué consiste el trabajo de campo para la extracción de los restos. Finalmente se exponen los fósiles encontrados, siendo la joya un huevo de dinosaurio íntegro. A este ejemplar se le hizo un escaneo con el fin de poder observar a través de Rayos X si en su interior contaba todavía con el embrión. En este caso el huevo fosilizado ya había eclosionado con lo que su interior está relleno en la actualidad por sedimento fosilizado. La aparición de embriones es excepcional a nivel mundial, habiéndose encontrado uno de manera íntegra en China a finales del año 2021. A ellos se añaden embriones en Argentina (Auca Mahuevo), Mongolia (Desierto del Gobi) y la costa atlántica de Portugal.

El espacio se completa con una zona diferenciada, que dota a los investigadores de un laboratorio para realizar el trabajo diario. Un lugar donde llevar a cabo el proceso de preparación y estudio de los restos encontrados en el yacimiento de Santa Marina. Y como singularidad existe la posibilidad de poder acceder a este espacio y poder ver in situ cómo se realiza este trabajo siendo los mismos paleontólogos los encargados de mostrar su labor.

Un proyecto cultural muy ilusionante y prometedor que ha despegado con mucha fuerza. El descubrimiento ha ilusionado a un pueblo que desde el principio ha podido participar activamente en su desarrollo así como conocer de primera mano los resultados de los trabajos. Poder ubicar el centro de investigación y divulgación en el pueblo servirá para potenciar esta relación y permitirá su impulso. Una simbiosis que seguro repercute en el futuro de una pequeña localidad que poco a poco irá recogiendo los frutos de este trabajo entre los paleontólogos y los lobarreses. Otro de los aciertos ha sido en enfoque de este novedoso laboratorio paleontológico. Acercar el trabajo de los investigadores a la ciudadanía, no sólo de sus hallazgos a través del espacio expositivo, sino también del trabajo diario con el acceso al laboratorio. Que ellos sean los encargados de contar su trabajo y los descubrimientos permite compartir sus vivencias personas, sus conocimientos y su pasión por su trabajo lo cual es un valor añadido a la visita.

Sin duda alguna este descubrimiento puede marcar un antes y un después en la historia de Loarre a medida que se avanza en el trabajo de campo. Un polo de atracción para investigadores y visitantes que repercutirá notablemente en la economía del pueblo y posiblemente en el afianzamiento de la población. Y para ello es necesario que las instituciones sigan colaborando al unísono y se mantengan las subvenciones para poder mantener el trabajo de investigación. Un yacimiento como éste, de importancia internacional, así lo merece.