Mongay, un pueblo desdichado

Hace unos fines de semana conseguí dar un paso adelante en mi propósito de terminar de conocer todos los pueblos de Aragón, habitados y deshabitados. En mis aventuras por estos pueblos estoy conociendo muchas historias, y algunas de ellas, las que me parecen más interesantes os las voy contando. He visto pueblos de todo tipo: de raso* arruinados, habitados por gente que los está reconstruyendo, en regular estado pero que merecerían una segunda oportunidad, destrozados por actuaciones urbanísticas impropias, utilizados como segunda residencia, etc. Cada uno de ellos tiene su propia historia, aunque todos ellos tienen algo en común: que quedaron despoblados. La gente que en ellos vivía se fue de allí en busca de mejores condiciones de vida, en cuya decisión influyeron diferentes factores sociales, económicos e incluso políticos.

*De raso: Totalmente.
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Mongay/Montgai es uno de ellos. Está situado a poco más de 20 kilómetros de Benabarre/Benavarri, muy cerca de la frontera con Cataluña. El paisaje que lo rodea es tan abrupto como bello, en plena sierra del Montsec. Ello marcó la dificultad evidente de accesos a este lugar. Incluso en la actualidad la pista de acceso construida después de la marcha de sus habitantes está intransitable. El pueblo estaba formado por seis viviendas a las que hay que añadir las construcciones secundarias necesarias para las diferentes faenas agrícolas y ganaderas. Todavía se conservan algunas de ellas adosadas a la roca lo cual hace imaginar lo pintoresco del enclave, al abrigo de los farallones que le dan cobijo. Sus habitantes lo dejaron en la década de los sesenta. Pero llegó una segunda oportunidad de mano de un comprador. Una persona ajena al lugar, con mucho dinero y algo más. Se aprovechó de la circunstancia de que esta parte del congost de Mont-Rebei, la aragonesa, careciera de la catalogación de parque natural, como sí ocurre en tierras catalanas. Ello le permitió hacer y deshacer sin problemas. Aparte de las limitaciones ambientales, en este caso inexistentes, también debería haber limitaciones urbanísticas. En este caso este núcleo depende del ayuntamiento de Viacamp-Litera. Sin tener en cuenta estos aspectos las fotos dejan de manifiesto el dantesco resultado. El pueblo está de nuevo abandonado a su suerte. En este caso el proyecto de ejecución de las obras no se ha llegado a culminar por circunstancias que desconozco, y las obras es difícil que continúen ya que el nuevo propietario falleció hace muy poco tiempo.

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Nada más llegar al enclave enseguida el viajero advierte una intervención con criterios urbanísticos poco adecuados. Quedan escasos restos de los antiguos edificios, alguna vivienda y otras edificaciones, las cuales están adosadas a la roca. Se salvaron de la esferra*, quizás por que no se adecuaban a su proyecto, y son el último testimonio del pueblo de Mongay/Montgai. También la iglesia, que todavía conserva en pie su estructura. El resto se ha reconvertido en tres grandes inmuebles de gran altura. El primero de ellos sólo cuenta con un armazón metálico de tres plantas en total contraste con el bello entorno que le rodea. El segundo edificio, Casa Ibarz, tiene terminada su estructura, aprovechando una pared de una antigua vivienda, siendo el resto transformada en una edificación de piedra y forja, con cierto gusto pero completamente ajena a la construcción tradicional.

*Esferra: Destrucción.

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Finalmente en la parte baja hay otro edificio de mayores dimensiones, Casa Pere Antoni, de similar aspecto al anterior, el cual combina piedra y forja con elementos decorativos.

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En los alrededores y a la intemperie hay restos extraídos de las antiguas viviendas como cubas de vino. Y junto a ellas materiales de obra, herramienta y maquinaria esparcidos por todos lados. Todo ello ante la invasión de la vegetación que día tras día va ganando su lenta batalla. Un paraje desolador que se añade al despoblamiento humano del enclave.

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Mongay/Montgai ha sido desafortunado en las últimas décadas por factura triple. En primer lugar la despoblación que afectó a toda esta comarca hizo que sus habitantes dejasen el pueblo. En segundo lugar un comprador sin escrúpulos reconstruyó el pueblo, haciendo desaparecer la arquitectura tradicional levantada durante siglos por sus antiguos moradores. Con esta actuación ha logrado arrebatar la identidad a esta localidad. Y en tercer lugar su proyecto no se ha terminado con lo que el pueblo ha sufrido un nuevo varapalo, tras ser abandonado por segunda vez en apenas cincuenta años. Lo peor de todo es que su futuro es poco prometedor. Quizás dentro de muchas décadas, el paso del tiempo haga que estas nuevas construcciones de nuevo se desplomen, la naturaleza vaya engullendo poco a poco este pueblo y así desaparezca completamente. Quizás éste sea el mejor destino para este desdichado pueblo.

Laguna de la Playa, un paisaje salino único en Europa

En Aragón tenemos la suerte de poseer paisajes muy variados. Algunos de ellos son ignorados por ser poco atractivos al visitante. Para valorarlos lo mejor es acercarse y seguro que tras la visita descubrimos que merece la pena conocerlos. Uno de estos lugares se encuentra en los Monegros, comarca que guarda tesoros totalmente desconocidos para muchos. Estoy hablando de las Saladas de Sástago-Bujaraloz.

La depresión del Ebro estuvo cubierta por un gigantesco lago salado sin salida al mar. Hace 5 millones de años comenzó a vaciarse vertiendo el agua al mar y se quedó seca. A partir de entonces entre Bujaraloz y Sástago se fueron formando saladas.  Tras la filtración del agua en el terreno compuesto por una mezcla de arcillas, calizas y sales se provocaron hundimientos formando dolinas, conocidas como saladas en los Monegros. El actual conjunto de casi un centenar de saladas tienen unos 100.000 años de antigüedad. Se trata de un paisaje único en toda Europa y sólo comparable a conjuntos del Norte de África y Asia. Y lo tenemos en Aragón.

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Las condiciones de vida en las saladas son muy duras. La flora y la fauna que vive en ellas está adaptada a sobrevivir en este ambiente extremo. Por una parte tienen que resistir las elevadas concentraciones de sal, que aumentan a medida que el agua se va evaporando. Pero también aguantar en estado de vida latente cuando no hay agua, y cuando llegan las lluvias nacer, crecer y reproducirse de manera rápida. Las plantas han desarrollado estrategias para sobrevivir en este ambiente. Fundamentalmente tienen mecanismos para eliminar el exceso de sal por las hojas. Además se emplazan arredol* de las saladas según su tolerancia al grado de salinidad. En cuanto a la fauna, la mayor peculiaridad son los invertebrados. Son capaces de adaptarse a las concentraciones de sal según el nivel de agua en la laguna.

*Arredol: Alrededor.
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Entre todas ellas destaca la Laguna de la Playa, la mayor y más representativa de las saladas que forman el conjunto. Tiene una superficie de 227 hectáreas, siendo sus dimensiones de 3 por 2 kilómetros. Esta laguna, como el resto, se llena por completo sólo en épocas de lluvias abundantes, permaneciendo secas la mayor parte del tiempo y cubiertas por un manto blanco de sal. También recibe aportes subterráneos gracias a los pozos de los cuales mana agua salada.

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El hombre ha sabido sacar provecho a este ecosistema tan peculiar sin ponerlo en peligro. Desde hace siglos, aunque no esté documentado, ha sido extraída sal para su consumo doméstico. Sin embargo la explotación industrial es más reciente ya que se puede fechar entre los siglos XVII y XVIII. El proceso se iniciaba con la extracción del agua salada desde los pozos. A continuación se trasladaba a las eras de evaporación situadas en las inmediaciones. Tras escoscar* las eras las cuales estaban enlosadas, se realizaba el llenado con agua salada en mayo. Un mes después, tras su evaporación, ya se podía recoger la sal. Entonces era trasladada para su secado definitivo y posterior almacenamiento. El uso de la sal estaba determinado por una peculiaridad, la presencia de sales de magnesio. Por ello se utilizaba sobre todo en salazones, ya que era un poco amarga para cocinar. Este proceso se realizaba entre mayo y octubre, cuando la mayor insolación y la temperatura permitirían fácilmente la evaporación. El resto del año los trabajos se centraban en su comercialización.

*Escoscar: Limpiar.
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Una vez visitada la Laguna de la Playa me surgen muchas dudas. Un paisaje único en Aragón, España y Europa, ¿cómo puede ser tan poco valorado y conocido?. Pequeñas actuaciones han permitido dotar a la laguna y su entorno de una señalización básica para interpretar el paisaje. Tras conocer estas saladas queda de manifiesto que las actuaciones sobre el terreno son insuficientes, al igual que la divulgación de este espacio para su conocimiento y puesta en valor.  Enseguida se me ocurren ideas para potenciar su visita y darles valor. Intervenciones con costes no muy elevados como mejorar el acceso y señalización, o la limpieza y acondicionamiento de los pozos y eras de evaporación. Pero también intervenciones más ambiciosas y que permitiesen la reutilización de los edificios de la explotación de las salinas con usos divulgativos e incluso comerciales con una actividad ligada a la peculiaridad de esta laguna, la presencia de sal. Todas estas iniciativas pueden surgir de la iniciativa pública o privada, pero deberían surgir para potenciar lo nuestro, tras quedar de manifiesto el valor ecológico, ambiental y cultural de la Laguna de la Playa y del conjunto de saladas de Sástago-Bujaraloz.