Monzón, rebosante de historia y cultura aragonesas

En el puente de la Constitución una aventura obligada es la visita a Monzón. La capital de la comarca del Bajo Cinca marca el inicio navideño con su feria del libro y la apertura de su monumental belén. Sin embargo esta ciudad aglutina una importante historia, y no debe dejarse la oportunidad de conocerla. La visita comienza en la plaza mayor presidida por el ayuntamiento, un elegante edificio que sigue las pautas de la construcción típica aragonesa con porches en su parte baja y galería de arcos de ladrillo coronando la fachada bajo el alero de madera.

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En la parte central del núcleo está la iglesia de Santa María del Romeral. Sobre la antigua mezquita musulmana se levantó la iglesia románica, que pasó a ser colegiata y en la actualidad tiene el título de concatedral. Aparte del valor artístico de este edificio hay que recordar su valor histórico. En su interior han tenido lugar la mayor parte de las diecisiete Cortes del Reino de Aragón que se celebraron en Monzón. Las primeras se celebraron en 1217 presididas por Jaime I, y las últimas en 1626 por Felipe IV. Por ellas pasaron todos los reyes de la Corona de Aragón, y otros de carácter nacional como Fernando el Católico, Carlos I y Fernando II, además de ilustres políticos que gestaron normas y constituciones en vigor durante siglos. Y para terminar es imprescindible visitar su castillo. Su ubicación permite divisarlo desde cualquier punto del casco urbano y de la redolada. Una visita a la fortaleza permite descubrir los elementos de defensa que protegen el pueyo* en la cual se asienta. En la parte superior se alza la torre del Homenaje, elemento más antiguo ya que es de factura árabe. En la etapa templaria, durante el siglo XIII, se construyeron la iglesia, sala capitular-refectorio, dormitorios y las cárceles de la encomienda. El rey Jaime I el Conquistador fue educado en su infancia por los templarios en este lugar. Tras la disolución de la orden templaria pasó a manos de la Orden de San Juan de Jerusalén en 1315, y con ella llegó una etapa de lento declive de la fortaleza. Fue utilizada en numerosas contiendas cumpliendo su función defensiva, siendo su última misión durante la guerra civil. Las vistas en cualquier dirección desde esta privilegiada atalaya son magníficas y ya de por sí justifican la visita, a lo que se añade la importancia artística e histórica de este castillo.

*Pueyo: Colina, altozano.

castillo_monzónPor la tarde pasé por la Feria del Libro Aragonés, que este año cumplía su vigésima edición. Veinte años celebrando una feria centrada en la producción literaria aragonesa en los tres idiomas de Aragón, castellano, aragonés y catalán, como así lo refleja en su cartel trilingüe. Una realidad todavía no reconocida por las actuales Cortes de Aragón con una legislación en condiciones como así debería ser. A lo largo de tres días este año ha recibido más de 20.000 visitas. En el recinto ferial de la Azucarera se han colocado stands de las más de treinta editoriales que han ofrecido tanto las publicaciones más recientes como un buen número de libros de temática aragonesa. Se trata por tanto de la mejor oportunidad para aprovechar toda la oferta literaria aragonesa en una fecha y lugar concreto. Pero no sólo es un lugar de venta o de firma de libros, ya que a la largo de estos días se han presentado más de medio centenar de libros en los que se han podido ver autores de prestigio como José Luis Corral, Luz Gabás, Martínez de Pisón o Antón Castro. La única nota discordante ha sido la convocatoria de un concurso de relatos siendo la única modalidad lingüística el castellano. Un error que esperamos que se subsane en siguientes ediciones ya que es incomprensible que se margine de esta manera las lenguas propias de Aragón en una feria que desde sus orígenes ha defendido la cultura aragonesa en todas sus expresiones.

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Y como hago todos los años, un buen arranque para la Navidad es la visita al Belén Monumental de Monzón. Su historia se remonta al año 1960 en la que un niño de la localidad comenzó a montar un belén en su habitación que amostraba* a todos a través de su ventana. Año tras año fue creciendo y tuvo que trasladarse a un lugar más amplio, utilizando diversos locales de la población. El crecimiento constante del belén hizo necesario crear la Asociación belenista Isaac Lumbierres. Tras la construcción de un espacio adecuado para su montaje y mantenimiento, situado junto a la nave de la Azucarera, se ha convertido en un equipamiento museístico de primer orden en la localidad de Monzón. Las cifras dejan atónito: 8.000 figuras, 535 m2 de superficie y 36.000 w de potencia eléctrica con 500 puntos de luz. Se trata de uno de los belenes más importantes de España dentro de la modalidad de belén desmontable, ya que todos los años se realizan variaciones importantes. Además del espectacular montaje, su temática conjuga la historia y costumbres de Monzón con la cultura de tierras aragonesas. Quedan muy diferenciados los cuadros del nacimiento, la adoración de los pastores o la huída de Egipto. Y a ello se añaden escenas tradicionales de la vida del campo y edificios más significativos de los pueblos de la comarca del Cinca Medio. Al belén propiamente dicho se añade una completa colección de nacimientos de diferentes partes del mundo, así como una exposición de maquetas de gran tamaño de los edificios artísticos más significativos de la comarca. Con la visita al belén se completa una jornada en Monzón, un ciudad que ofrece muchos alicientes culturales y de ocio, más en estos días previos a las fiestas navideñas.

*Amostrar: Enseñar.

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El castillo de Juslibol, llave de la reconquista de Zaragoza

En esta nueva aventura propongo descubrir un lugar con mucha historia que se encuentra abandonado a su suerte. ¿Qué os sugiere el nombre de Juslibol? Un galacho, un barrio de Zaragoza, un espacio natural, viviendas en cuevas, El Tinajo… Quizás algunos zaragozanos recuerdan aquellos domingos en los galachos, lugar de encuentro de muchas familias cuando todavía se podía entrar con el coche e incluso bañarse en las peligrosas lagunas producto de las antiguas graveras.

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Pero la mayor parte seguro que no sabe el origen del topónimo de Juslibol, y su importancia en la historia de Zaragoza. En el siglo XI los musulmanes levantaron un puesto defensivo al borde de los escarpes que delimitan el valle del río Ebro. Fue conocido con el nombre de Mezi Meeger y su objetivo era la defensa ante posibles ataques cristianos. Pedro I de Aragón, con el avance de la reconquista hacia el sur, toma este castillo. Entonces fue bautizado con el nombre de Deus lo vol (Dios lo quiere, la voluntad de Dios) frase utilizada como chilo* de guerra en las cruzadas. De aquí proviene el nombre de Juslibol. Este enclave era de gran importancia estratégica, debido a su emplazamiento elevado sobre un cerro en la margen izquierda del río Ebro, desde el cual se dominaba la vega y la ciudad de Saraqusta, la Zaragoza musulmana. Este punto distaba exactamente cinco kilómetros de su mezquita mayor, ubicada en el mismo lugar donde ahora se levanta la catedral de La Seo. Por ello se convirtió en una posición vital para su reconquista. Formaba parte además de la línea ofensiva cristiana de 25 kilómetros formada por enclaves situados al borde de los escarpes de yesos, en la margen izquierda del Ebro. Juslibol era el más cercano a Zaragoza, al cual se añadían las fortalezas del castillo de Miranda, el castillo de Alfocea, la torre de Candespina de Sobradiel, castillo del Castellar, castillo de Santa Inés y el castillo de Pola de Remolinos.

*Chilo: Grito.

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La toma de Zaragoza fue una auténtica cruzada como así lo manifiesta la celebración de un concilio en Toulouse donde se reunieron obispos de Aragón, Navarra y del sur de Francia para proclamar la guerra santa contra el enemigo musulmán. Alfonso I de Aragón se reunió con ellos para ponerse al frente del ejército cristiano. A él se añadieron caballeros franceses, aragoneses, sobrarbenses, ribagorzanos, navarros, vizcaínos y alaveses. En el verano de 1117 el rey Alfonso junto a sus compañeros de armas, los hermanos Gastón, vizconde de Bearn, y Céntulo de Bigorra, realizaron una inspección de las murallas de la ciudad en busca de los puntos débiles. El asedio a Saraqusta comenzó en mayo del 1118. Un mes después los cristianos tomaron el palacio de la Aljafería, lo cual supuso un duro golpe para los musulmanes. Abd Allah ibn Mazdali, gobernador de Granada, acudió en ayuda de los sitiados, pero éste murió al poco de entrar en la ciudad, lo cual les supuso un nuevo revés. Saraqusta no fue asaltada y el asedio provocó su rendición por hambre. Alfonso I el Batallador entró en la ciudad junto con sus tropas el 18 de diciembre de 1118 tomando posesión del palacio de la Zuda. La capitulación fue ventajosa para los rendidos, que pudieron conservar sus propiedades, su religión e incluso su estructura de gobierno. La toma supuso también la sumisión de amplios territorios, desde Magallón hasta Fuentes de Ebro y Alfajarín, y por el sur hasta el puerto de Paniza.

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En cuanto al castillo de Juslibol, tras la reconquista de Zaragoza, perdió poco a poco su valor estratégico y su uso militar. En 1134, el rey aragonés lo cede a los Garcés. En 1160 pasa a manos del obispado de Zaragoza. En el siglo XIII el castillo volvería a manos de la corona, hasta que en 1233 el rey de Aragón Jaime I el Conquistador lo vende al arzobispado de Zaragoza. Hoy en día pertenece a la Casa de Ganaderos. Apenas quedan restos de una de las torres, y es conocido popularmente como el Picote de San Martín.

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El castillo de Juslibol se ubicaba en una posición elevada, en su momento cubierta por densos bosques, a unos 70 metros de altura sobre la vega del Ebro. La fortaleza estaba formada por un recinto de pequeñas dimensiones de planta irregular, que no superaba los cincuenta metros de largo. Se emplazaba sobre un pequeño cerro delimitado al sur por paredes de gran desnivel, y al oeste por un barranco. Su defensa natural se reforzó con la construcción en época musulmana de varios fosos que rodeaban buena parte de su perímetro, ahora ya colmatados de sedimentos. El castillo estaba rodeado de una muralla con varios torreones. Se pueden apreciar algunos restos de paredones de tapial y piedra. El elemento más visible es parte de una posible torre situada al borde del barranco por el lado que mira a la vega del Ebro. Conserva uno de sus laterales en el cual todavía se puede apreciar una pequeña aspillera. Y también se conserva parte del aljibe del castillo.

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Uno de los hechos históricos más importantes de la ciudad de Zaragoza, la reconquista por parte de Alfonso I el Batallador, tiene como escenario importante el castillo de Juslibol, de donde partieron las tropas. Sin embargo su ubicación es apenas conocida. Incluso en la actualidad recibe otro nombre, el picote de San Martín. Desde Juslibol se aprecia su único resto, un muro que despunta sobre los escarpes cerca de la iglesia parroquial. Pero nada más. Allí yacen sus restos, que dentro de poco desaparecerán y con ello parte de la historia de la ciudad de Zaragoza. Es sorprendente el olvido y el abandono por parte del ayuntamiento de Zaragoza de este castillo, fundamental durante la reconquista y que tras su toma se convertiría en capital del reino de Aragón. Un simple cartel indicativo, un pequeño sendero de acceso, un cartel explicativo sería lo mínimo que habría que hacer para no dejar en el olvido este enclave. Pero también un estudio arqueológico del castillo y sus alrededores descubriría seguro muchos más detalles de esta importante etapa de la historia zaragozana. Sin duda alguna una buena fecha para el término de estas actuaciones sería el noveno centenario aniversario de la reconquista de Zaragoza, que se cumple el 18 de diciembre de 2018. Una ciudad con más de dos mil años de historia no puede xublidar* uno de sus restos arqueológicos más importantes, un pequeño castillo que supuso la llave de la reconquista de la ciudad de Zaragoza.

*Xublidar: Olvidar.