Embalse de la Loteta, una obra irracional

El embalse de la Loteta está situado entre las poblaciones de Boquiñeni, Magallón, Luceni, Pedrola y Gallur, perteneciendo al término municipal de ésta última. Su capacidad es de 104 hm3 y ocupa una superficie de 1.089 hectáreas. La presa de 34 metros de altura está construida sobre el cauce del pequeño arroyo del Carrizal mediante materiales sueltos, rocas y tierra sin cementar, impermeabilizada con un núcleo de arcilla. El paisaje de suaves desniveles que lo rodea es plenamente estepario, cubierto únicamente por vegetación a ras de suelo. El objetivo de su construcción ha sido crear un lugar de almacenamiento de agua para el abastecimiento de la ciudad de Zaragoza y su redolada*.

*Redolada: Alrededores.

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En octubre de 1998 comienza una campaña para vender a la opinión pública las bondades de las aguas del Pirineo, principalmente a los habitantes de Zaragoza y su entorno, más de la mitad de la población aragonesa. Dotar de agua de calidad a esta amplia zona requería de una compleja red de obras, siendo la más emblemática y costosa el recrecimiento del embalse de Yesa. El tiempo ha dado la razón a los detractores de este planteamiento que decían que no era necesaria esta gran obra, como así aseguraron. Desde el año 2008 sale agua del río Aragón por los grifos zaragozanos, y las obras de recrecimiento todavía están ejecución, con grandes problemas técnicos y con un coste que crece constantemente. Para beber agua del Pirineo no era necesario el recrecimiento de Yesa, pero sí pagar un canon de compensación a los agricultores del sistema de riegos de Bardenas que ronda los 3 millones de euros anuales, que deben pagar los nuevos usuarios. El trasfondo de esta gran mentira era garantizar caudales al trasvase del Ebro, para el cual sí que era necesario recrecer el embalse de Yesa.

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Otro pilar fundamental de todo este entramado faraónico de obras es el embalse de La Loteta. Su ubicación junto al Canal Imperial de Aragón permite recoger los caudales invernales de dicho canal procedentes del río Ebro. Por otra parte el proyecto contempla la construcción de una tubería de más de treinta kilómetros que conecta con la acequia de Sora, que pertenece al sistema de riegos de Bardenas y que recibe las aguas del embalse de Yesa. En las cercanías de la Loteta están los depósitos de Fuempudia, dos balsas de regulación de 200.000 m3 de capacidad, conectadas a su vez con el vaso del embalse. El embalse se convierte en un punto de almacenamiento de agua proveniente de Yesa a través de la acequia de Sora y cae por gravedad desde las balsas de regulación; y de las aguas del Canal Imperial de Aragón que son bombeadas a través de una tubería. Desde de las balsas, bombeando el agua del embalse de la Loteta, parte la tubería principal que toma dirección a Zaragoza. La distribución de suministro de agua potable plantea dar servicio a una población de unos 800.000 habitantes. Y para ello ha sido necesaria la construcción de unos cuarenta kilómetros de tubería principal y unos doscientos más de tuberías secundarias que recorren cuatro zonas: corredor del Ebro aguas arriba, corredor del Ebro aguas abajo, río Jalón y río Huerva.

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En la actualidad el agua de boca es transportada directamente a través de las balsas de regulación hacia Zaragoza. A pesar de que el agua discurre desde Yesa a cielo abierto, la calidad ha mejorado notablemente respecto al agua del Ebro tomada del Canal Imperial de Aragón. Sin embargo la construcción del embalse de La Loteta tenía un objetivo claro: almacenar las aguas para garantizar el suministro. En su día ya fue cuestionado este planteamiento. Si las aguas de Yesa se almacenan en dicho embalse su calidad se vería notablemente afectada debido a la superficie en la que se asienta, al tomar contacto con un terreno yesífero. Pero si además se rellena con agua del Canal Imperial de Aragón, cargada de sulfatos, ésta empeora todavía más su calidad sin opción de poder limpiar de manera periódica el embalse. A pesar de advertir a la CHE de estos importantes condicionantes durante la elaboración del proyecto se siguió adelante con el mismo, terminándose las obras en el año 2009. Tras la pruebas de carga del embalse en el año 2012 se tuvo que vaciar debido a la excesiva salinidad del embalse volviéndose a llenar al año siguiente. Pero a finales del año 2014 se ha podido saber que la obra ha sido prácticamente desechada para la regulación del abastecimiento de boca para la ciudad de Zaragoza y sus alrededores. Ello se debe a la excesiva disolución de sales que cuadriplica la concentración de sulfatos del canal. En la obra de la presa se han invertido hasta la fecha unos 90 millones de euros, pero todavía siguen los trabajos de impermeabilización de la presa debido a las fugas, con lo que el precio de la obra sigue aumentando. Ante esta lamentable situación de negligencia de la administración surgen muchas preguntas. ¿Por qué no se previeron seriamente los problemas de la calidad de las aguas al ser almacenadas en el embalse que parecían tan evidentes? ¿Por qué se desecharon otras alternativas que había planteadas? ¿Y ahora qué hacemos con el embalse de la Loteta? Habrá que exigir responsabilidades por gastar casi 100 millones de euros que no van a tener utilidad para el fin con el que se plantearon. Parece ser que el único uso que tendrá el embalse será el uso deportivo, que no estaba previsto. Debido a su ubicación, en pleno valle del Ebro, y la suave orografía este lugar es ideal para la práctica de deportes acuáticos de viento como el kitesurf o el windsurf. La fuerza del cierzo es idónea para mover las velas y cometas de los practicantes de estas prácticas deportivas que sorprenden por sus espectaculares pintacodas* de más de diez metros de los kiters más experimentados. Lo que si preveyeron era el posible uso lúdico en su entorno ya que se destinaron fondos europeos para construcción de un camping que yace abandonado y en un estado lamentable. Otra inversión pública tirada a la basura.

*Pintacoda: Voltereta, acrobacia.  embalseloteta_2

Casi cien millones de euros gastados en una obra hidráulica, una obra irracional por su planteamiento y por el empecinamiento en llevarla a cabo sin valorar su viabilidad de una manera seria.

Puente de Piedra, en pie a merced de río Ebro

Hace unas semanas el Ebro ha estado de actualidad debido a una crecida extraordinaria. Esta situación se repite de manera periódica ya que como bien nos enseñaron en el colegio nuestro río es el más caudaloso de España, y además su régimen es muy variable a lo largo del año. Así lo atestiguan los datos. Durante la crecida del 23 de octubre de 1907 en Tortosa se alcanzaron unos 8.000 m3/seg y una altura en el cauce de casi diez metros, en claro contraste con el caudal de 32 m3/seg que llegó a tener en un periodo de sequía. Ello se debe a que la cuenca hidrográfica es muy amplia y recoge las precipitaciones de zonas lluviosas. Cuando coinciden en el tiempo lluvias intensas y el deshielo las crecidas son habituales. Pero dependiendo de factores como la intensidad de las mismas y la zona que abarcan, además de la subida de temperaturas que provocan el deshielo masivo pueden generar crecidas extraordinarias.
La subida del caudal del río naturalmente afecta al cauce del río, pero la naturaleza tiene sus mecanismos para asimilar estas situaciones. El cauce es amplio y las gravas se van moviendo y adaptando según el movimiento de las aguas. La vegetación de ribera limita el cauce y está adaptada para la inundación; tras la retirada de las aguas sigue su ritmo natural. Si la crecida es extraordinaria puede incluso modificarse el cauce creando un nuevo trazado dejando abandonado algún tramo, conocido como galacho*. La vegetación va colonizando estos espacios y con el tiempo se convierten en nuevos bosques de ribera. Y en caso de que el caudal sea muy elevado la naturaleza tiene previsto la inundación de los terrenos circundantes al río, con el fin de amortiguar la crecida y reducir la velocidad del agua, cuyo aumento es proporcional a los daños que puede llegar a producir. Gracias a estas crecidas el cauce se limpia de sedimentos, a la vez que los deposita en otros puntos dando lugar a las fértiles tierras del valle del Ebro.
*Galacho: Meandro abandonado en un río.

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La entrada en escena del hombre en los últimos siglos de vida del río ha supuesto un cambio notable en el paisaje ribereño. El valle del Ebro fue ocupado por el Hombre de Neandertal hace aproximadamente unos 100.000 años. Su influencia sobre el medio natural fue mínima hasta hace unos dos mil años, cuando se comenzaron a levantar obras civiles tanto para su asentamiento en núcleos urbanos como para el aprovechamiento de los caudales. En las últimas décadas debido al avance tecnológico el hombre ha intentado dominar el río Ebro para evitar las crecidas extraordinarias que producen daños en las zonas anegadas debido a la presión demográfica a la cual están sometidas las tierras más cercanas al cauce. La construcción de presas ha reducido de manera notable las avenidas, que a lo largo de la historia del Ebro han sido mucho mayores. Sin embargo es imposible el dominio absoluto de un río, cuya naturaleza depende de tantas variables.

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El río Ebro es un elemento fundamental para la ciudad de Zaragoza, y marcó el asentamiento íbero de Salduei en el siglo III a. C. Posteriormente fue ocupado por la ciudad romana de Caesaraugusta. Y para facilitar el paso de un río con una anchura de unos doscientos metros, cuyo caudal era tan irregular, fue necesaria la construcción de un puente sólido. Los romanos construyeron el primero de ellos de estas características frente a una de las calles principales que configuraban la ciudad, el Cardo (actual calle Don Jaime I). El puente romano no está determinado de qué material fue construido, y parece que fue destruido hace el año 827, siendo reconstruido por Abderramán II en 839. Desde el siglo XII se tiene constancia de la intención de construir diversos puentes que fueron sucumbiendo a las riadas del Ebro. La actual fábrica data el siglo XV, y no de época romana como todavía algunos piensan. Esa ubicación se ha mantenido en el tiempo como único lugar estable para cruzar el río Ebro en Zaragoza, constituyendo el nudo de comunicaciones más importante del tramo medio del valle del Ebro. En el año 1895 se inauguró el puente del Pilar, más conocido como puente de Hierro, que le arrebató la hegemonía que había ostentado durante siglos.

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El actual Puente de Piedra ha sufrido numerosas reformas a lo largo de su historia, determinadas precisamente por la acción del río Ebro y sus embestidas. Fue levantado entre los años 1401 y 1440. En tal magna obra intervinieron entre otros muchos maestros mudéjares, artesanos y obreros cristianos, un arquitecto alemán y un maestro italiano. Y fueron necesarias muchas toneladas de madera, cal, yeso y fundamentalmente piedra. La madera llegó de los Pirineos y también de bosques cercanos como los de Leciñena. Y la piedra llegó de las canteras del Castellar. El río ayudó a llevar por sus aguas todos estos materiales para su construcción, pero sin embargo la furia de sus aguas también obligó a reconstruir el puente en numerosas ocasiones. En el año 1580 ya fueron necesarias obras importantes para su consolidación debido al desgaste producido por la fuerza del río. En 1643 tuvo lugar la tamborinada* más importante de la que hay noticia, lo cual provocó el desplome de dos arcadas centrales del puente que tardaron quince años en reconstruirse. Esta situación quedó plasmada por el pintor Juan Bautista del Mazo en su conocida estampa del puente zaragozano. En 1659 fueron realizadas las obras que dieron el aspecto actual a la obra. Ya en el siglo XVIII se llevaron a cabo obras de envergadura para encauzar el agua bajo el puente y proteger los pilares. También se construyó un importante muro que protegía el Templo del Pilar para evitar así las embestidas del río en la margen derecha, y que ocultó una de las arcadas del puente situada en el arranque de la calle Don Jaime I. Finalmente en el año 1813 fue volado el arco más cercano al barrio del Arrabal con la retirada de los franceses, que fue reparado rápidamente.
*Tamborinada: Riada.

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En la historia reciente las avenidas han sido numerosas. El 13 de enero de 1871 tuvo lugar una de las riadas más importantes. Entonces el agua llegó a cinco metros del palacio de la Aljafería. En el Puente de Piedra se superó en metro y medio la altura marcada de la mayor avenida conocida hasta entonces, marcada por una argolla. En aquella época no había motas para contener el cauce y la superficie inundada fue amplísima. En el año 1930 se llegaron a alcanzar los 3.500 m3/seg con una altura sólo inferior en 15 centímetros a la avenida anterior. En aquella época hubo que desalojar los barrios de Ortilla, Ranillas, Montemolín y Miraflores. Unos años antes se había fundado Helios y construido los Baños del Ebro junto al río que sufrieron la primera de las inundaciones de su historia. En 1936 se volvieron a alcanzar los seis metros de altura en el cauce del río en otra riada. Y llegó la riada del 2 de enero de 1961, la mayor del último siglo. Entonces se alcanzaron los seis metros y medio en el cauce, con un caudal de 4.130 m3/seg. Además de su envergadura los daños fueron mayores ya que se mantuvo durante cuatro días. El cauce ocupaba kilómetros de anchura en algunos puntos del cauce cercano a la ciudad. En el Puente de Piedra se sobrepasó la argolla que marcaba las riadas históricas. Los daños fueron incalculables y la superficie inundada pudo apreciarse desde los medios aéreos convirtiendo el valle en un auténtico mar. En los años sucesivos se fueron construyendo muros de contención en muchos tramos del río, cuya experiencia ha demostrado que sólo han servido para que el recorrido del río no varíe. Y la construcción de presas en la cuenca del río ha servido para eliminar las avenidas ordinarias, pero no así las extraordinarias debido a la gran cantidad de agua que puede llegar a llevar el río. En esos casos el Ebro ha destruido los diques con la furia que le caracteriza en estos episodios. Todavía queda muy reciente la avenida del 2 de marzo de 2015 en la que se alcanzaron los 6,1 metros de altura, con un caudal de 2.610 m3/seg. Queda claro que el río necesita su espacio, y por mucho que el hombre quiera dominar el río, cuando se desata su fuerza él siempre tiene las de ganar.

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Un ejemplo de resistencia es el Puente de Piedra, levantado por el hombre como un elemento necesario para su desarrollo social y económico, que está en pie a merced del río Ebro. Un indomable río cuya furia se desata de manera periódica con riadas que contribuyen a mantenerlo vivo pero que amenazan al asentamiento humano en sus riberas. La única solución es convivir con él buscando un equilibrio entre el ser humano y el río.