Embalse de San Salvador, punto y final a una historia dramática

Hace unas semanas el presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, inauguró el embalse de San Salvador, situado cerca de la localidad de Binaced. Este acto de corte electoralista y reminiscencias franquistas reunió a muchas autoridades. También a los regantes, satisfechos ya que al fin después de décadas habían conseguido el objetivo de aumentar la dotación de agua para sus campos. Sin embargo allí no estaban presentes los ganadores de esta batalla, los montañeses. Se les nombró de soslayo* en los discursos, pero no se habló del sufrimiento acaecido durante décadas por la amenaza de los pantanos que no se llegaron a ejecutar. Ese daño no podrá ser nunca pagado por nadie, y ni tampoco se han contemplado indemnizaciones por ello, aunque bien se las merecen.

*De bislai: De soslayo, de pasada.

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San Salvador no es un embalse como los demás. Pone fin a un siglo de enfrentamientos entre los regantes del Canal de Aragón y Cataluña y los habitantes del río Ésera, entre el llano y la montaña. Unos demandando agua para establecer nuevos regadíos, y otros defendiendo su derecho a vivir en su lugar de origen. Una lucha que tuvo como consecuencia décadas de conflicto y de protesta, fundamentalmente en las localidades de Campo y Santaliestra, amenazadas por la construcción de pantanos. Con esta solución de consenso en la Comisión del Agua de Aragón, no se hipoteca el valle del río Ésera y se beneficia igualmente a los regantes.

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A lo largo de muchos años los habitantes del valle del Ésera han sufrido la amenaza de la construcción de embalses con el objetivo de llevar aguas hacia el llano, aniquilando sus tierras más fértiles y los recursos de subsistencia para dárselos a otros. En octubre de 1926, momento en que se inauguraron las obras de la primera presa, se reunieron a los vecinos de Barasona. Se les expusieron las condiciones de la expropiación y les dieron tres años para marcharse, y punto. En septiembre de 1929 las aguas del embalse de Barasona o de Joaquín Costa comenzaban a inundar las ricas huertas y sus veinte casas hasta finalmente cubrir la torre de la iglesia. Cada verano con la bajada de las aguas el campanario se podía volver a ver como mudo testigo de esta injusticia. En los años 50 el Regimiento de Artillería nº 29 acabó con el único testigo del pueblo de Barasona, que parece debía molestar a alguien.

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Los regantes seguían exigiendo la regulación del Ésera, y surgió el proyecto del macroembalse de Lorenzo Pardo, que contaba con una capacidad de 640 hm3. Una presa de 145 metros de altura provocaría la inundación de la población de Campo y de las pequeñas poblaciones del entorno: Biescas de Bardají, Santa Maura, Morillo de Liena, Las Colladas, Navarri, y Bacamorta. Después de años de intensa lucha, entre 1974 y 1986, al final fue desechado el pantano. Se optó por la alternativa del pantano de Comunet, que también fue descartado en 1991.

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La demanda de agua para los regantes seguía amenazando a los montañeses, y ahora le tocaba el turno a Santaliestra, donde se proyectó un embalse con 80 hm3. La presa, situada aguas arriba a menos de un kilómetro del casco urbano, no inundaba las casas pero suponía una importante afección a la localidad, inundando 250 hectáreas del valle. A ello se añadía la seguridad de la presa, que se levantaría en un lugar donde diversos estudios ponían en duda su estabilidad geológica. Los vecinos comenzaron su particular guerra contra la administración, recurriendo por la vía legal cada uno de los pasos que se iban dando. En las protestas no faltaron manifestaciones, huelgas y episodios de desobediencia. Se llegó a presentar una querella criminal contra nueve altos cargos del ministerio por diversos delitos durante el proceso de tramitación del proyecto. Al final la fuerza de los vecinos y la justicia consiguieron paralizar una obra irracional.

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Entonces llegó la cordura y con un esfuerzo de negociación entre la Junta General de Regantes de Aragón y Cataluña, Asociación Cultural por la Defensa del Ésera, COAGRET, el municipio de Santaliestra, el Gobierno de Aragón y el propio Ministerio de Medio Ambiente se llegó a un acuerdo para construir el embalse de San Salvador.

Con el paso del tiempo se ve todo mucho más claro. Los regantes en su afán por tener agua para sus regadíos no dudaron en exigir embalses en la montaña, ignorando el daño irremediable que ello supondría para esas tierras y sus habitantes. Durante décadas mantuvieron una postura egoísta, pero el paso del tiempo les ha obligado a reblar*. Ahora los daños colaterales de la obtención de agua para sus campos, los han pagado ellos, renunciando a 1100 hectáreas de tierra de regadío para acoger a un embalse. Parece lo más lógico. Han tenido que pasar décadas para encontrar una solución consensuada, que no perjudicase a los habitantes del Ésera. Pero en todo este tiempo muchas familias han sufrido mucho por la amenaza de un pantano. Todos aquellos que tuvieron que marchar de Barasona, los que lucharon incansablemente para evitar la desaparición de Campo, los que tuvieron que enfrentarse a las fuerzas de seguridad en Santaliestra… Mucho sufrimiento de cientos de personas a lo largo de décadas para qué. Para que otros tuvieran mejores condiciones de vida, pero a costa de los vecinos del Ésera. Historias como ésta demuestran que hay soluciones si existe diálogo y no imposición. Historias que deben servir de ejemplo para que no se repita el dramatismo vivido por unos aragoneses a lo largo de mucho tiempo.

*Reblar: Ceder.

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El nuevo embalse de San Salvador tiene un capacidad de 136 hm3. Permitirá aumentar considerablemente la regulación directa del tramo medio e inferior del Canal de Zaidín, que riega unas 22.400 hectáreas, y mejorar sensiblemente de forma indirecta todo el sistema de riegos del Canal de Aragón y Cataluña. Este pantano almacenará los excedentes de invierno y primavera del embalse de Barasona. Cuenta con una presa de materiales sueltos con núcleo impermeable de arcilla, de sección trapecial, con una altura sobre cimientos de 51 metros, una longitud de coronación de 600 metros y un ancho de 8. El proyecto ha incluido además la ejecución de dos diques laterales y uno de protección del canal de Zaidín de casi siete kilómetros. En esta construcción se han invertido 105 millones de euros, siendo financiada al 50% entre los regantes y la sociedad pública Aguas de la Cuenca del Ebro.

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